Silvia Luchetti, una actriz y una cantante entre dos mares
Con invitados, ofrecerá hoy un "homenaje a las cosas simples de la vida"
MADRID.- La huerta de su casa, un paraíso en la montaña, se convirtió en su sala de ensayo. Entre picos nevados, lejos del mundanal ruido, Silvia Luchetti se preparó para la audición. Tanto talento y oxígeno lograron que la actriz y cantante argentina se amalgamara con la entrañable María y así se convirtiera en la protagonista de la versión española de La novicia rebelde, o Sonrisas y lágrimas, tal como se conoce al musical en la madre patria, un espectáculo que tuvo más de 900 funciones.
Después de 15 años la artista radicada en Madrid vuelve a los escenarios porteños con dos citas en su agenda. La primera ya sucedió: su participación en la celebración de los 90 años del musical argentino (dos funciones en El Nacional); la segunda ocurrirá hoy, a las 21, en Molière (Balcarce 682): un encuentro al que llamó Entre dos mares, en el que recorrerá su carrera y donde también presentará los temas de su próximo disco, "un homenaje a las cosas simples de la vida". En esta fiesta, sus compañeros en las versiones argentinas de La Bella y la Bestia, Fiebre de sábado por la noche o Los Miserables, es decir Elena Roger, Darío Petruzio, Belén Mackinlay, Sergio Miranda y Pilar Artaza, serán los invitados especiales. Damián Mahler será el responsable de la música y Gina Piccirili la gran directora del agasajo.
Como si de cambiar las proporciones a una receta se tratase, Silvia, soprano, habla con soltura de la facilidad que posee para cambiar de registro vocal. Esta habilidad camaleónica le permite cantar todo tipo de ritmos y géneros. Además del musical, la ópera y el tango, su alma suena desde hace un tiempo al son del folklore argentino y el jazz mientras trabaja junto con Sergio Fulqueris en su próximo disco.
Hay algo del acento español que se cuela con organicidad en su hablar. Su rastro argentino se disipa de modo completo si se lo propone, gracias a su oído poderoso capaz de reconocer notas en la sílaba de cada dialecto. Silvia es una artista consagrada del musical en España (Los miserables, La Bella y la Bestia, El fantasma de la Ópera, Evita, Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny, etc.), pero también se dedicó exclusivamente a la actuación y fue dirigida varias veces por Mario Gas (Black el payaso y Mahagonny). Ciudadana del mundo, errante, disciplinada y metódica, tiene en claro siempre una meta: "No quiero caer en lo automático y busco la frescura en la repetición. Quiero que cada función sirva para superarse". En un bar con su guitarra, en un escenario comercial o junto a la Sinfónica Nacional, en el Auditorio Nacional (donde se presentará en unas semanas), Silvia se define a sí misma con un "bicho del escenario".
Hay círculos vitales y profesionales que se cierran y que comienzan a girar en armonía. Hija de "la linda que canta lindo", Edith Scandro, Silvia espiaba a su madre desde los camarines. Uno de estos recuerdos proviene de aquel tiempo en el que su mamá interpretó a Valencienne en La viuda alegre, en el Colón. Este mismo personaje lo interpretó Silvia hace algunos meses en el bellísimo teatro Arriaga de Bilbao. Silvia le rendirá un homenaje a su madre en su recital porteño y, mientras la elogia, muestra una foto de esta leyenda junto a quien fuera su amigo, Pablo Neruda. Se cuela un verso del chileno, pero no desesperado, que anuncia que es la hora de partir a un nuevo puerto, donde Silvia siempre es bienvenida y anfitriona a la vez.