Silvia Fernández Barrio:"Me destrozaron la carrera"
Tras años de estar alejada del medio, la periodista habló con LA NACION sobre el episodio en la embajada israelí y cómo marcó un antes y un después en su vida y por qué decidió ahora volver a la televisión
De repente, Silvia Fernández Barrio volvió a la televisión. No se sabía nada de ella y apareció como panelista en Intratables, un programa muy distinto a lo que ella acostumbraba a hacer.
-¿Por qué aceptaste?
-Dudé mucho porque yo estaba con el tema de Aepso, la asociación que ayuda a los enfermos de psoriasis, y tenía miedo de que una cosa pudiese lastimar a la otra. Un día agarró el teléfono Liliana Parodi y me dijo: "Hola, ¿qué pasa que no te decidís? ¿Por qué no hacés uno y si no te gusta te vas?" Bueno, lo hice. Y acá estamos.
-El primero te gustó. ¿El segundo también?
-No. El segundo fue durísimo. "Me bajo", dije.
-¿De qué hablaron?
-Del tamaño del pene. Me puse mal pero yo no los puedo obligar a dejar de tocar temas por mi asociación y por los pacientes. Entonces dije: "Señores, yo sigo siendo la persona seria que defiende los derechos de las personas con psoriasis, pero acá me estoy divirtiendo."
-Dejaste todo por Aepso. ¿Por qué?
-Hace siete años, cuando decidí formar la asociación, salió en el diario y tuve en mi casa doscientos llamados. Entonces en ese momento tomé la decisión de dejar la tele y dedicarme a full a la asociación. Durante siete años le di mi vida a Aepso. De hecho, ahora soy la presidenta de la red latinoamericana, estoy en el comité mundial, estamos haciendo un trabajo muy grande ante el Ministerio de Salud de la Argentina y ante la OMS.
-¿Pero te llamaban para volver o ya habían dejado de hacerlo?
-Me llamaron, pero nunca me ofrecían nada que me gustara. El año pasado empecé a hacer un programa de cable sobre la industria del juego. Lo agarré porque era una vez por semana y porque necesitaba un poco de aire, salir un poco del tema de la enfermedad. Pero lo último que hice antes de Intratables fue Yo amo a la TV, en el año 2000.
-Tu nombre se asocia inmediatamente con "la que le tocaron la cola en la embajada de Israel".
-Sí, desgraciadamente. Me destrozaron la carrera. Así de simple.
-¿Te la destrozaron? ¿Quiénes?
-Cuando pasó eso, yo no estaba en el aire. Eso estaba grabado. Y se expuso. La gente recuerda más eso que la bomba a la embajada, las personas que se murieron, las que quedaron heridas… Queda la anécdota de que a una mujer le tocaron el traste y no se acuerdan de que pusieron una bomba en la Argentina y nunca se supo quién fue. El otro día me paró un tipo en la calle para decirme "¿te acordás?" Te juro que lo hubiera cacheteado.
-Hoy no se hubiera armado tanto escándalo por algo así.
-Pero en aquel momento, era impensado. Después me enteré que es algo que hacen los servicios de inteligencia. Me dijeron que puede haber sido el Mossad o los que pusieron la bomba.
-¿Para qué?
-Para desviar la información. Eso me explicaron en la SIDE.
-¿Cómo te tocaron?
-Si hubiese tenido una pollera, creo que me llega la mano a la garganta. Fue la cosa más burda que te puedas imaginar. Fue como una violación.
-Vos ya estabas haciendo un laburo intenso ahí, ¿no?
-Yo fui una de las primeras en llegar. Era de las únicas que podía chapear algo de poder. La policía había dejado entrar a CNN y a Telemundo y a los periodistas argentinos los dejó afuera. Empecé a discutir, los bastones eran gigantescos, se había hecho una barrera. Pido hablar con quien estaba a cargo del operativo, estoy discutiendo con un policía y alguien hace eso. Entonces me doy vuelta, le doy una cachetada y le pego una patada. Le dijo hijo de tal por cual y mi camarógrafo se agarra a piñas porque pensó que me habían pegado. El de Canal 9 que se dio cuenta de lo que había pasado se agarra a piñas también. Yo paro todo y digo: "Me tocaron el traste, sigamos trabajando". Consigo entrar y le paso el material a los demás canales. Y les pido: "Chicos, por favor, que nadie publique nada de esto".
-¿Y quién lo publicó?
-El canal donde yo trabajaba: Canal 7.
-¿Pediste explicaciones en ese momento?
-Fue así. Eran las tres de la madrugada y yo seguía transmitiendo. Y al día siguiente, me fui con los cadáveres a Israel. Cuando me fui, era Gardel. Cuando volví, ya habían pasado eso y me convertí en lo último de lo último. Fue terrible.
-¿No volviste a trabajar?
-Sí, volví. Pero el estigma quedó. El respeto hacia Silvia Fernández Barrio había terminado. Iba por la calle y los pendejos me gritaban…
-¿Qué sentiste?
-Mucha vergüenza. Por primera vez entendí, por qué la mujer violada muchas veces no hace la denuncia: por vergüenza. Hay un morbo muy especial en la gente.
-¿No pediste explicaciones entonces?
-Sí, Y Mauro Viale -que era el responsable del noticiero- dijo al aire que había sido un error. Trató de explicarlo, pero ya estaba.
-¿Qué hiciste con la angustia?
-Nada. La angustia te la comés. La aguantás, te la bancás, mirás para adelante.
-¿Cuándo te fuiste a vivir a Salta?
-Cuando me separé de Federico, el padre de mis hijos. Después de lo de la embajada, trabajé con Chiche Gelblung en Memoria, pero me echaron a mitad de año y me asusté mucho. Entonces me fui a Salta, donde tenía familia. Mis hijos estaban en la primaria. Allá teníamos dos yeguas, andábamos a caballo. Llevaba a los chicos al colegio en el cerro. Yo estaba cansada, harta de la fama. Y eso me vino bárbaro. Después vino el momento del despelote de Salta...
-¿Estuviste presa?
-No, no estuve presa. Me encontré envuelta en una volada en la que no tenía nada que ver, una volada que también me hizo muchísimo daño. Yo en Salta era feliz. Iba a la mañana temprano a la radio, hice un tiempo el noticiero, jugaba al golf… Tenía una vida maravillosa. Estuvimos un año ahí. Pero después de lo que pasó, tuvimos que volver.
-¿Nunca más formaste pareja?
-Sí, formé pareja pero nunca más volví a convivir. Ahora estoy de novia, muy feliz.
-¿Te resulta mejor así?
-Yo he vivido toda mi vida de forma muy independiente. Me fui de mi casa y me fui a vivir a España a los 22 años. Viví tres años sola en España, después vine acá, me junté con Federico, tuvimos a los chicos pero siempre mantuve mi independencia. No es fácil convivir con alguien.
-¿Quién es tu novio?
-Es un empresario, de Quilmes. Un hombre muy de barrio, muy tranquilo, muy como era yo. Yo soy de Temperley, con una vida súper tranquila.
-¿Cuándo se ven?
-Nos juntamos los viernes, sábado y domingo y viene en la semana a verme. Ahora, con Intratables me complicó un poco, por eso los viernes no voy. El es un muy buen tipo que me comprende mucho, me banca. Este año me jubilé, decidí parar un poco.
-¿Te jubilaste?
-Sí, me correspondía, como autónoma. Es poquito, no es mucho lo que voy a recibir pero está bien. Toda la vida trabajé cien veces más horas de las que tenía que trabajar. Pero bueno, es mi forma de ser. Así que ahora decidí, después de un poco de terapia, bajarme de esa ola y empezar a manejar mis tiempos un poco mejor.
-Justo lo decidiste el año que volvés a la televisión.
-Justo. Ahora me ofrecieron hacer radio y mi mamá se preocupa y me dice: "¿qué vas a hacer?" Quedate tranquila, mamá, que voy a hacer o una cosa o la otra.
-¿Cómo recordás la época del noticiero?
-Con mucho cariño.
-¿Era una época difícil para hacer periodismo?
-No, yo nunca tuve una época difícil.
-¿Nunca un condicionamiento?
-Tuve dos en mi vida. Uno fue que dijera que el autódromo estaba limpio y el autódromo estaba sucio. Y el otro fue durante una nota donde le pegaban a Aníbal y a Constancio Vigil. Atrás de eso llega la llamada telefónica de los abogados de Aníbal Vigil que me dicen: "Si no fueras vos te hubieran hecho un juicio penal". Al otro día lo tenía a Aníbal Vigil en mi casa. Esas son las dos únicas veces que me acuerdo.
-¿Sentís que siempre trabajaste con libertad?
-Sí, absolutamente.
-¿Y durante la época del proceso?
-En la época del proceso, yo recién empezaba. El pobre que se tuvo que jugar fue José.
-¿Gómez Fuentes?
-Claro. 60 minutos no era un noticiero. Es más, yo me he enfrentado con los militares, me he enfrentado mal. El día que colgaron la foto de Galtieri, renuncié. Fue el 2 de abril y me fui el 9 de abril. Y después tuve que volver a hacer un programa que ya tenía firmado el contrato. Pero la verdad es que nunca tuve ni un sí ni un no con nadie. Todos trabajamos en la televisión en esa época. Además, yo venía de España. Supimos todo lo que pasó después, antes no lo sabíamos.
-Que hayas trabajado no significa que hayas sido cómplice.
-No, más bien. Cuando yo llegué de España, todo el mundo estaba pidiendo un golpe. ¿Esta Argentina reconoció que todos quisieron el golpe del 76, que todos pidieron eso? Mientras la Argentina no haga ese mea culpa, estamos fritos.
-Bueno, supongo que nadie se había imaginado que iba a ser lo que fue.
-No porque nadie es criminal, nadie es asesino, nadie es mala persona. Es más que criminal, yo digo que si solamente el 10% de lo que está en el libro Nunca Más es cierto, imaginate que el 90% sea mentira, igual es terrible. Pero realmente eso no lo vivías en el canal. Sé que estuvo Camps por el canal, pero yo nunca lo veía. Un día, yo recién empezaba, tendría 24, 25 años, me llaman y me dicen: "Tenés que ir a Casa de Gobierno porque hay un viaje a Japón con Videla". Bueno, fui a reunirme con el general Llamas que era el secretario de información pública y trató de apretarme. Acoso sexual absoluto.
-¿Lo denunciaste?
-Volví al canal pateando puertas. Abrí la puerta de presidencia, estaban el coronel (Enrique Santos) Paradelo, (Carlos) Montero y yo con una bronca que volaba. "¡Ustedes me entregaron en bandeja!", les grité. Yo tenía...
-...temperamento.
-¿Sabés qué pasó? Al principio, en ATC, a Paradelo lo odiábamos porque se había bajado de un tanque. Y terminó siendo muy buen tipo, entró a saber de televisión. Nunca hubo un ATC como el de esa época y nunca lo volvió a haber. Se fueron ellos y ATC dejó de ser un canal independiente para transformarse en algo militante. Lo hizo Alfonsín, lo hicieron todos. Te diría que el que menos lo hizo fue Menem, aunque siempre había un obsecuente de Menem ahí adentro.
-¿Te parece que ahora es el peor momento del canal?
-Ahora hay mucha bajada pero en la época de Alfonsín también hubo muchísima bajada de línea, con mucho autoritarismo. Yo creo que está bueno que el Gobierno muestre las cosas buenas que hace, pero creo que también podría mostrar el disenso. Es como el que está en la otra punta y le pega y le pega al Gobierno. Los dos pierden credibilidad. Creo que lo importante es buscar el punto medio.
-¿Sentís que que estás recuperando el respeto, tu lugar en el medio?
-No, mirá. Si alguno me dejó de respetar por lo que pasó, allá él y su problema. Todos me dicen que es como si me hubiera ido ayer de la televisión. Porque estuve muchos años y aprendí con los más grandes.
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