Siempre se vuelve a Fassbinder: el poder y las relaciones, en una obra de alto vuelo
Las amargas lágrimas de Petra von Kant, que revolucionó el cine alemán en 1972, abre la temporada del San Martín con la dirección de Leonor Manso y el protagónico de Muriel Santa Ana
Hace tres años, un amigo dramaturgo le sugirió a Muriel Santa Ana que en algún momento de su vida tenía que convertirse en Petra, la protagonista de una de las obras más reconocidas del autor y director alemán Rainer Werner Fassbinder: Las amargas lágrimas de Petra von Kant, que el artista llevó al cine en 1972, revolucionando sus tiempos. Con un elenco conformado solo por mujeres, el texto mostraba maravillosamente cómo el poder y la dominación se cuelan en todas las relaciones, volviendo casi una odisea la supervivencia de la libertad y el amor genuinos. Aunque al estreno de la película la historia de esta diseñadora de moda -y de las mujeres que la rodean- movilizó principalmente por poner en escena una relación lésbica, cualquiera que se acerque a la creación del representante del Nuevo Cine Alemán encontrará en ella mucho más. "Esta obra es de esos grandes textos con una humanidad que cala profundamente y las palabras que lo dicen todo. Es el exceso, y Fassbinder es eso: un tipo que ardió. Y hay una diferencia entre el arder y el durar? Hace poco leía sobre su vida y me topé con una frase de la abuela de la actriz Romy Schneider a propósito de su muerte, y creo que vale para este caso también. ?Una vela que arde por ambos lados no puede durar mucho', dijo ella. En 36 años, Fassbinder lo hizo todo. Ardió", define Santa Ana, que concretó su deseo.
Ella concretó su deseo y este viernes estrenará en el Teatro San Martín la versión de Las amargas lágrimas de Petra von Kant que dirige Leonor Manso y que completa su elenco con Belén Blanco, Marita Ballesteros, Dolores Ocampo, Miriam Odorico y Victoria Gil Gaertner.
"Hace seis o siete años que no tengo un gran personaje en teatro y ya estaba sintiendo ese vacío, esa sensación de salir con miedo al escenario a ganarte ese papel", cuenta la actriz, hija del gran Walter Santa Ana, y recuerda haber visto a la mítica Hanna Schygulla -musa de Fassbinder y quien interpretó en el cine a la mujer que enamora a Petra- durante un FIBA hace muchos años. "Como actriz, Petra es mi Hamlet. Todavía estoy construyendo mi personaje, pero lo vivo con esa intensidad y he dejado todas mis actividades relegadas para dedicarme de lleno a esto -agrega-. Petra es una mujer reconocible y no reconocible que encarna el dolor del mundo, la liberación que significa la soledad... Es una aristócrata y se va a los bajos fondos, pero de ahí sale mejor persona. Sufre una mutación, se queda despojada de todo, y eso, ser un poco paria, es una enorme liberación en este mundo. Es bueno no tenerle miedo a estar en el desamparo, a ser un poco outsider, para no quedarnos siempre con lo conocido, lo predigerido, el no pensamiento y la repetición".
Santa Ana no quería ser Petra sin contar con la delicada dirección teatral de la maravillosa Leonor Manso ("ella es la verdadera vanguardia", la define). La había dirigido durante las presentaciones de La Diosa, cuando montaron hace cerca de 20 años y de modo no convencional lo que había empezado como una investigación cerrada sobre esta figura y las civilizaciones matriarcales. "Cuando pensaba cómo plantear mi visión de esta obra, enseguida se me ocurrió hacerlo desde el color y el vestuario: para mí, todas las mujeres aquí son Petra, todas son cada uno de los personajes. Sus conflictos y personalidades tienen que ver con todos nosotros y con cada uno", analiza Manso, quien vuelve como directora al San Martín luego de poner en escena Cianuro a la hora del té, de Pavel Kohout, en 2001.
El rojizo que acerca desde sus vestidos a Petra, Marlene, Karin, Sidonie, Valeria y Gaby no es lo único que estas mujeres tienen en común. El poder, eje de la obra, las atraviesa a todas en esta puesta que cuenta con el vestuario de Renata Schussheim y la escenografía de Graciela Galán. "El poder nos toca a todos y viene desde arriba, desde la experiencia que tenemos de él. Y cuando uno tiene un pequeño poder, también lo ejerce. Es muy interesante ver cómo, en el texto de esta obra, esto aparece como una cajita que se abre sin fin -explica Manso-. La violación que sufren Petra y Sidonie no es solamente una violación física, sino el irte cercenando la libertad, el obligarte a hacer algo que no querés? Petra siente vergüenza porque no se opuso, pero la realidad es que violados somos todos, todo el tiempo: por los gobiernos, por el patrón? Y la vergüenza aparece cuando no decimos ?no'. Karim sí se atreve a decir que no y esa es la lectura que tanto me atrae de esta obra en estos tiempos. Ella es el único personaje realmente libre y representa el hoy, la modernidad, porque afortunadamente nuestros jóvenes son más así".
Conjuntamente, Santa Ana y Manso fueron conformando el elenco que le da vida, junto a la protagonista, a Las amargas lágrimas de Petra von Kant. Belén Blanco es Karin, Dolores Ocampo es Sidonie, Miriam Odorico es Marlene y Marita Ballesteros y Victoria Gil Gaertner son la madre y la hija de Petra, respectivamente. Entre todas construyen estas mujeres disímiles que bien podrían ser momentos distintos de un mismo ser. "Sidonie es pragmática, política, se acomoda a las situaciones, es amante del éxito y del qué dirán. Representa, junto a Petra, dos formas diferentes de encarar la vida, las relaciones, el amor, el poder? Es un personaje muy real, que atravesó lo mismo que Petra, pero decide transar y aceptar la realidad: el mismo infierno que vivió su amiga lo vivió ella también, pero no ve otra alternativa para correrse de ahí. Hay muchas personas que en algunos aspectos de nuestras vidas vivimos así, con situaciones en las que transamos, negociamos y aceptamos vivir con cosas que no nos gustan del todo", describe Ocampo.
Marlene es, quizás, el personaje más misterioso de la obra y, a nivel actoral, supone el desafío de construir uno de los roles más importantes sin decir una sola palabra en toda la puesta. "Ella es la sumisión y cuando en un momento se le propone cambiar ese rol, no lo acepta y se retira del juego. Para mí es muy importante no remarcar nada, que puede ser difícil con un personaje que no se expresa con palabras, pero como actriz me gusta buscar ese equilibrio", revela Odorico, que compartió elenco con su directora en Los ricos no piden permiso. "La base de la actuación es que estés presente, que estés escuchando, y la palabra a veces revoluciona un poco en ese sentido -coincide Ballesteros-. En la ficción y en la vida, lo más interesante de los personajes y de las personas pasa por lo que no decimos".
Lo cierto es que en Las amargas lágrimas de Petra von Kant se dice mucho, desde la palabra y los cuerpos. Y las denunciantes, aquí, son todas mujeres. La vanguardia de Fassbinder son estos personajes femeninos que le corren el velo a un mundo de dominaciones, desigualdades naturalizadas y escaso amor y pocos textos parecen corresponderse mejor que este con la explosión de la lucha por los derechos de la mujer que revoluciona a la sociedad argentina de estos días. Quizás por el mismo azar que hizo coincidir esta puesta con este contexto, el elenco femenino de la obra que dirige Leonor Manso se fue completando con un equipo artístico, técnico y de dirección integrado exclusivamente por mujeres. En la sala Cunill Cabanellas, ellas tienen el poder. "Me parece maravilloso todo lo que está sucediendo: se está hablando de cosas que no se hablaron nunca y también la mujer está animándose a decir que no".
"La primera escena de Petra con Sidonie es sublime: es impresionante todo lo que se dice ahí sobre las relaciones maritales y el lugar de la mujer. Mis papás ya llevan más de 20 años casados y yo les dije el otro día: ?Ustedes van a salir pensando del teatro'. Y esa es la idea", se entusiasma Gil Gaertner, de solo 22 años, quien fue dirigida por Manso en una versión de Esperando la carroza el verano pasado.
Belén Blanco, que interpreta a la libre Karin, tiene en claro que no hay casualidades en este protagonismo de la mujer, tanto en Las amargas lágrimas de Petra von Kant como en los tiempos que corren. Y su certeza es otra valiosa razón para no perderse esta obra en donde texto y contexto se funden en el grito de las mujeres: "Creo que la mujer es la gran heroína de este siglo. El lugar de la mujer ha ganado mucho terreno, pero todavía hay mucho por ganar? así que acá seguimos batallando".
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