Siempre por las cornisas
La actriz Marta Bianchi rescata una autofoto, hecha con trípode y todo en un museo neoyorquino, y se enfrasca en un profundísimo diálogo consigo misma. Se conoce bien
-¿Por qué quiso ser actriz?
-Lo consciente es que cuando era chica vi en el cine de mi barrio, Caballito, Si muero antes de despertar, una película protagonizada por chicos; yo me metí en la pantalla, me identifiqué con la chica y me enamoré del protagonista. Cuando terminó le dije a mi mamá que quería ser actriz y trabajar con ese chico. Y desde ese día, todos los siguientes estuve enfocada en mi deseo de concretarlo. A los 13 años convencí a mi mamá de que me llevara a la Escuela Nacional de Arte Dramático, pero no me dejaron entrar porque había que tener 15. A los 14 insistí y como medía 1,72 metros y cumplía años en octubre me dejaron dar el examen de ingreso, y allí estaba el chico: Néstor Zavarce, sólo que ya no estaba enamorada de él y fuimos muy amigos. Lo inconsciente fue que intuí que la única salida que tenía para escapar del mandato de ser esposa, madre y ama de casa como único futuro era movilizar el deseo frustrado de mi madre a quien no le permitieron ser cantante lírica, por los prejuicios de su época, para que me apoyara.
-El deseo suena fuerte en el relato.
-Es que el deseo fue el motor de mi vida, siempre corrí detrás de él para apropiármelo, para materializarlo, para concretarlo.
-¿Y de dónde sacaba esa fuerza desde chiquita?
-Creo que de mis abuelas, bisabuelas y tías abuelas. Todas mujeres fuertes y transgresoras que pagaron altísimos precios por concretar sus deseos. Siempre me apasionaron sus historias, tragedias -en algún caso- y logros épicos -en otros-. Creo que ellas me eligieron para que las reivindicara, para que trabajara por la libertad, por mi libertad interior, por la autoestima de mis hermanas de historia y experiencia, por la equidad de género.
-¿Nunca tuvo dudas?
-Siempre tengo dudas, estoy en crisis con frecuencia, me angustio, me asusto, pero cuando me aclaro el deseo, tomo riesgos. S oy capaz de andar por las cornisas, de caerme y levantarme, de reciclarme.
-¿Cuál es su balance a esta altura de su vida?
-El trabajo de actriz me ha permitido unir la vocación con la profesión. Y utilizar las herramientas de la cultura para realizar trabajos sociales que hacen a la inclusión. Pero la profesión no me impidió formar una familia, tener dos hijas, cuatro nietos, una pareja..., y todos son una parte grande de la razón para vivir.
-¿Qué cosas no le gustaría volver a vivir?
-La dictadura militar, la violación de los derechos humanos, la intolerancia, la falta de libertad, el despojo del país.
-¿A qué se resiste?
-A creer que he llegado, siento que tengo tanto aún para aprender que no puedo perder tiempo, porque es mucho, y porque me divierte y me hace feliz seguir andando, no parar, seguir aprendiendo, porque siempre falta.