Sexo, mentiras y muy buen cine
"Un romance peligroso" ("Out of Sight", EE.UU./1998, color). Producción hablada en inglés presentada por UIP. Basada sobre una novela de Elmore Leonard. Guión: Scott Frank. Intérpretes: George Clooney, Jennifer Lopez, Ving Rhames, Don Cheadle, Dennis Farina, Albert Brooks, Steve Zahn, Catherine Keener, Nancy Allen, Keith Loneker. Fotografía: Elliot Davis. Música: David Holmes. Edición: Anne V. Coates. Dirección: Steven Soderbergh. 122 minutos. Nuestra opinión: muy buena.
En "Out of Sight" (torpemente rebautizada "Un romance peligroso" para su difusión entre nosotros), hay ladrones, policías, disparos, cuhilladas, cárcel, fugas y persecuciones, pero lo que importa es un romance. O mejor, la intensa corriente que se establece entre un hombre y una mujer colocados a un lado y otro de la ley.
El bien urdido enredo viene de una novela de Elmore Leonard -el mismo de "El nombre del juego" y "Jackie Brown"- y gira alrededor de esa pareja tan conflictiva y tan visiblemente destinada a la mutua atracción.
El es Jack Foley, el asaltante de bancos que para desarrollar su tarea jamás se vale de otras armas que la astucia, la osadía, la sangre fría y los buenos modales; un aventurero simpático y gentil, aunque de convicciones firmes; un caballero, en fin, a la manera de Cary Grant -la reminiscencia de "Para atrapar al ladrón" es casi inevitable- que le cae como anillo al dedo a George Clooney.
Ella es Karen Sisco, la sexy policía morena de aire latino y carácter fuerte que acaba de recibir de su papá -veterano investigador que conoce como nadie las debilidades de la nena- una Sig Sauer 38 como regalo de cumpleaños. Pronto tendrá tiempo de estrenarla cuando el azar la ponga en el camino de Foley.
Porque a él las cosas no le salen siempre del todo bien. Un caprichoso motor que no arranca, por ejemplo, puede mandarlo de vuelta a la cárcel, como pasa en el comienzo del film. No es una novedad para Jack, que aprovecha las temporadas a la sombra para obtener buena información de los colegas, asociarse en algún golpe y perfeccionar el arte de la fuga.
Cuestión de química
Y he aquí que se produce el encuentro, a partir del cual Steven Soderbergh tendrá como principal sustento de su entretenidísima historia la química que se establece entre Clooney y Jennifer Lopez. A tal punto que las idas y venidas del romance que en seguida se ve venir entre los dos alimentan un suspenso -suspenso erótico- que pesa en el film más que el devenir de la propia acción policial. El cine negro se caldea con el fuego romántico.
El encuentro constituye, precisamente, uno de los momentos más logrados. El destino quiere que la policía sea testigo presencial de la fuga del ladrón. Ella ha estacionado su auto a pocos metros de la desembocadura del túnel por el que Foley vuelve al mundo libre y se dispone a evitarlo cuando lo impide la oportuna intervención de un cómplice del preso. Total, que la uniformada y el evadido terminan encerrados en el baúl de un auto donde por un rato largo compartirán -y seguramente disfrutarán- la obligada proximidad, la atracción física y la memoria común de unas cuantas buenas películas.
Para que esta versión sexy del jueguito del gato y el ratón tenga oportunidad de desarrollarse, habrá sucesivas separaciones (obligadas, claro) y reencuentros, generalmente buscados. De una Miami que Elliot Davis pinta con los colores encendidos del trópico, la acción policial se trasladará a la fría Detroit, donde hay unos diamantes que esperan y un plan largamente elaborado para apoderarse de ellos. Mientras, claro, entre flashbacks que van y vienen en el tiempo y sueños que anticipan lo que tarde o temprano sucederá, crece la tensión romántica.
El clima y la pintura de personajes importan más que la pura acción. Algunos son tan memorables como el hippie sin demasiadas luces que compone Steve Zahn o como el sereno compañero de fechorías interpretado por Ving Rhames; otros tan fugaces y sorpresivos como el aturdido agente del FBI que Michael Keaton colma de detalles graciosos o el torvo compañero de viaje del protagonista que trae al inesperado Samuel L. Jackson y deja instalada en el desenlace la esperanza de un final feliz.
Tampoco tienen desperdicio las creaciones de Dennis Farina (el padre de Karen) y Albert Brooks (el dueño del botín). La galería es variada y Steven Soderbergh sabe sacarle partido con esa delicada minuciosidad que ha venido mostrando desde la película que lo consagró, "Sexo, mentiras y video".
La mano del realizador se hace visible en el equilibrio con que balancea el thriller y la tensión romántica. También en la inteligencia con que sabe advertir la palpitante consonancia que enlaza a la pareja central, y aprovecharla.
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