Se viene la película basada en la famosa serie
Se conocieron las primeras reacciones luego de los preestrenos de Sex & The City en Londres y Berlín. Algún jefe de marketing aconsejó no empezar por Nueva York (quizá para seguir fogueando a la ciudad empapelada y del monotema hasta el último segundo previo a la saturación). Y entonces Manhattan recibirá a la película de Michael Patrick King recién el viernes 30. A Buenos Aires se la espera para el 12 de junio, aunque sólo se anuncie mediante algunas notas en revistas y un incremento del consumo de cupcakes. Nada comparable, claro, a la venta de esas tortitas con copo de merengue colorido que se produce en el West Village, donde enviados especiales aseguran que la cola para comprarlas da vuelta a la esquina de la Bleecker Street. Allí, algunas fans llaman "el templo" a la panadería Magnolia Bakery, que es sede para un citytour (Sex & The City Hotspots, la convocatoria más masiva de la ciudad) a 35 dólares para, primero, comprar una cupcake de imitación, evitándose la megacola en Magnolia Bakery, y luego ser llevado hasta allí en la combi para devorarlas en la puerta del lado de afuera, llenando la nariz y los párpados de ese rosa chicle y ese amarillo patito que pintan obscenamente al merengue italiano.
Sobre la película no llegan primeros indicios muy alentadores. Su trailer que puede verse aquí:
Lo poco que se ve genera una intriga un poco boba sobre el incierto destino de un casamiento entre Mr. Big y Carrie, cuando históricamente el tema de la serie fue la soltería, allí donde todo empieza y todo se termina, y carga mucho las tintas sobre cuánto se necesitan amigas cuando la vida no es de fantasía e incluso termina con una reflexión entre las más simplonas que se le hayan escuchado a Carrie (muy por debajo de su escritura en voz alta de columnas) sobre por qué las cosas no terminan como en Cenicienta. Los primeros críticos londinenses que vieron Sex & The City oscilaron entre darle dos estrellas y calificarla como "un banquete que se alarga demasiado" (The Times) y dar la bienvenida a "las discusiones francas sobre sexualidad femenina" (The Independent). Sobre la elección de Londres y Berlín como sedes para el lanzamiento, alguno especuló también con que el consumo frenético (exacerbado en el film, donde todas son más millonarias de lo que eran en la tele, más prósperas, empezando por Carrie, que ya tiene una asistente, que interpreta Jennifer Hudson, para sus tareas como freelance) era más afín a una largada en Europa que a los Estados Unidos de la recesión más anunciada después de la crisis del 30. "Pensé que podría haber problemas con una película cuyos personajes se dedican a comprar con tal convicción, en momentos en que el público está inmerso en una crisis de crédito", escribió Will Pavia en The Times.
Haberle dado tanto protagonismo a la boda, o al menos a sus preparativos, es materia opinable; los más críticos argumentan que traiciona el orgullo single de las seis temporadas de la serie. Luego de un par de meses de un único tono, el de la expectativa, de presentaciones en lo de Oprah Winfrey y control de las revistas de entretenimiento, la Time Out Nueva York se animó por fin a ponerlas en su tapa con la leyenda NO SEX, con la boca tapada y a asumirse en estado de "emociones encontradas" ante la conveniencia de generar un boom turístico pero con el costo de ver convertido al West Village en un estudio de TV / casa de muñecas como el de The Truman Show.
En la Argentina, Rocío García Orza, dueña y mentora del restaurant / bar / casa de té Oui Oui, en Palermo "Hollywood", fue pionera en introducir en el mercado local las archifamosas cupcakes de las que hoy hablan todos. Pero se le ocurrió antes de que existieran escenas favoritas con cupcakes (con Carrie y Miranda), subidas a Youtube:
Fue perdiéndole la estima a su propia iniciativa, muy de a poco. Cuando se le pregunta sobre cómo estará explotando aquí el boom que en Manhattan las multiplica, sobre todo en las versiones preferidas por Carrie (de chocolate con chorrito de chocolate caliente adentro, de vainilla y de frutilla-chicle-bazooka), Rocío asume que, si pudiera evadir la multitud de pedidos en la víspera del estreno, lo haría con gusto. No las retira del mercado pero las limita a la calificación de "golosina" (en vez de repostería) y, en cuanto puede, hace escuchar su alegato a favor del consumo de su pan con chocolate. "De todo lo que yo hago, nada tiene esa cantidad impresionante de azúcar. La cupcake tiene muchísima azúcar, no es sana -dice-. Es como lo que fue Cookie Man en los 90: la gente hacía cola y pagaba carísimo esas galletitas que venían en una bolsa de papel madera, y eran pura manteca. Esto se agota rápido", pronostica.