Vuelve Perry Mason, el abogado más famoso de la historia de la TV
Antes que como una revelación para las nuevas generaciones o un ejercicio de sana nostalgia, hay que ver el regreso de Perry Mason como un homenaje. El nombre que regresa a la televisión este domingo por HBO es nada menos que el protagonista de la serie sobre abogados más exitosa de la historia de la televisión. Pero el territorio en el que se mueve nuestro héroe no es el de los dramas legales de los últimos años, tan populares y tan bien desarrollados entre los creadores de ficción. Un modelo que ya adquirió vida propia como género televisivo sobre todo en Estados Unidos.
En los breves anticipos de esta nueva producción de HBO vemos otra cosa. Sobre todo algunas huellas y el estilo visual de los relatos de la serie negra. Policías, sospechosos, alguna mujer bella y misteriosa, arrebatos de violencia, indicios de investigaciones criminales. Hay escasas luces y unas cuantas sombras. En el medio aparece un hombre de sombrero, camisa sin planchar y el nudo de la corbata hecho a las apuradas que observa mucho con una mueca de desconfianza. Es Perry Mason.
Es posible que para los memoriosos más estrictos la primera impresión que deja el nuevo Perry Mason diluya un poco el sentido del homenaje. Pero ese escueto adelanto también incluye imágenes de tribunales y de juicios. Robert Downey Jr. y su esposa Susan, productores de la serie junto a HBO, viajaron por la historia para recuperar a un nombre clave en ese mundo. Y trajeron de vuelta a Perry Mason.
En un principio, Downey Jr. iba a ser la cara de Mason y sus andanzas serían escritas por Nic Pizzolatto, el creador de True Detective. Hasta que las agendas de ambos forzaron un cambio de planes. Pizzolatto quedó afuera, Downey Jr. se convirtió solo en productor, Timothy Van Patten (Boardwark Empire) tomó el comando de la dirección y Matthew Rhys (The Americans) fue elegido como el nuevo rostro de Mason.
"Todo el mundo está tramando algo, escondiendo algo. Todo el mundo tiene un motivo y todos son culpables", dice la voz de Mason en los adelantos que conocimos en estos días. Es otra apelación a la memoria. En la gran creación del escritor Erle Stanley Gardner, Perry Mason es abogado, pero también es un investigador criminal. Un detective, para decirlo sin más vueltas. Y el acento en esta última faceta, sugerida de manera escueta pero muy explícita en las imágenes vistas hasta ahora, parecen marcar a priori la diferencia más marcada entre los orígenes televisivos de Perry Mason y este regreso.
Otra manera de llegar a esta conclusión pasa por la música. De fondo, junto a las imágenes que anticipan el estreno, suena jazz de Nueva Orleáns con acordes que nos llevan a un mundo de intrigas, traiciones y seres con apariencia de tener muy poco para perder. La serie original, estrenada en 1957, aportaba en cambio desde la música un matiz distinto y muy útil para entender el recorrido histórico de Perry Mason en la televisión.
Contó una vez Fred Steiner, el ya fallecido compositor de la banda de sonido de la serie de los años 50 (y de muchas otras exitosas producciones de TV de aquél tiempo) que escribió el leit motiv musical de Perry Mason pensando en un personaje que ocupaba más tiempo en las salas de juicio oral que investigando en las calles. Hay variaciones de blues en la partitura musical de la serie y en su tema principal ("Park Avenue Beat"), también envuelto en cierta oscuridad y misterio. Pero Steiner imaginó al componerlo en un destinatario "que vestía muy buenos trajes y comía en los mejores restaurantes".
Por eso, Steiner decidió tomar distancia del jazz más puro. "No lo usé porque el jazz está demasiado identificado con el mundo de los criminales", explicó. Y el Perry Mason de la vieja serie de los 50 no lo era. Había que alejarse de la ortodoxia jazzística para hablar de un personaje que transcurre la mitad de cada episodio en medio de un juicio oral. Cada episodio tenía uno. Y la serie original que la cadena CBS produjo y emitió entre 1957 y 1966 llegó a un total de 271 episodios (muchos de ellos están disponibles en YouTube). Del primero al último, Perry Mason fue interpretado por Raymond Burr. Con el tiempo, personaje y actor se convirtieron casi en lo mismo. A Burr jamás lo vimos en pantalla con el traje arrugado.
Con todo, la historia de Perry Mason en pantalla no empieza ni termina en ese longevo y triunfal período de varias temporadas televisivas. Arrancó en 1934, un año después de la publicación de la primera novela, con una serie de seis películas protagonizadas por el actor Warren William. Siguió durante los años 40 en la radio, con una mezcla de intriga policial y radioteatro. Y después llegó el apogeo televisivo de la serie protagonizada por Burr, con estreno en la TV argentina en 1960, por Canal 13. A la que se agregó una fugaz temporada complementaria entre 1973 y 1974, protagonizada por Monte Markham.
Ese intento fracasó entre otras cosas porque en el imaginario del público Perry Mason no era otro que Raymond Burr. Por eso, la vieja mística revivió en 1985 cuando Burr y Barbara Hale (Della Street, personaje sobre el que volveremos) se reencontraron para hacer un telefilm. Las cosas funcionaron tan bien que la experiencia continuó de allí en adelante con tres o cuatro especiales por año hasta el fallecimiento de Burr, en 1993.
Cada episodio de la serie comenzaba siempre de la misma manera ("El caso de…") y lo que atrapaba al público era el trabajo de Mason para demostrar en los tribunales la inocencia de su defendido. También el esquema de cada historia se mantenía más o menos fijo: Mason iba acumulando evidencias en favor de la persona que lo había contratado y que estaba acusado de algún crimen. Lo hacía con la ayuda de un socio llamado Paul Drake (William Hopper), encargado de las investigaciones y la tarea detectivesca, y el apoyo de su fiel secretaria Della Street (Hale). No tardábamos en saber que Mason y Street estaban enamorados, pero en la vieja serie todo se quedaba en insinuaciones.
Como dijimos, el juicio ocupa al menos la mitad de cada episodio. Y el desenlace también se repite. Mason salva a su cliente e identifica con astucia infalible la identidad del culpable en algún momento del desfile de testigos y jurados. Lo que siempre dejaba en ridículo al fiscal del distrito Hamilton Burger (William Talman), el gran archienemigo del lego, y alteraba los nervios de su principal colaborador, el oficial de policía Arthur Tragg (Ray Collins). Antes del cierre, Mason, Drake y Della Street se encuentran para unir los últimos cabos sueltos y cerrar cualquier duda que todavía tenga el espectador.
"La actitud de Perry Mason frente al crimen difiere mucho de la de los detectives clásicos. Indudablemente sigue develando enigmas, sigue –más que nunca– descubriendo cada vez la identidad del asesino, y sigue encajando las piezas de un rompecabezas, adaptando los indicio a la realidad", señala el estudioso español Salvador Vázquez de Parga en el libro Los mitos de la novela criminal. En ese ensayo describe a Gardner (1889-1970), creador del personaje, como exponente de un estilo híbrido. Su formación de abogado lo pone del lado de la meticulosidad y el componente más bien cerebral y deductivo de la novela policial de enigma. De hecho, Mason siempre se reserva la última palabra para cerrar el rompecabezas y convertirse en el único artífice de la exculpación de su cliente.
Pero al mismo tiempo, Parga recuerda que Gardner fue un activo colaborador de Black Mask, una de las cunas del estilo "pulp fiction" y de los relatos violentos, llenos de acción y de personajes de moral ambigua que identifican a la serie negra. Y bajo ese paraguas de identidad literaria, Mason se reconoce como investigador. Al principio parece desinteresado de la intencionalidad de sus clientes. Sólo quiere que ellos salgan libres de culpa y cargo en el juicio.
Pero con el tiempo se siente obligado a averiguar qué hay detrás de cada uno de ellos, que guardan y que esconden. Allí aparece un Perry Mason más cercano a la acción, no solo al ejercicio deductivo. Y se empieza a insinuar algo que en la serie aparece mucho más inadvertido de lo que promete la nueva versión: la pregunta sobre cuáles son los límites entre la legalidad y lo que nuestro héroe siente que hay que hacer. Una frontera cada vez más delgada.
El punto fuerte del Perry Mason que conocimos en la serie televisiva estrenada hace más de medio siglo siempre fue el de un abogado que jamás perdió un caso, como ocurría en la novela. Salvo en una oportunidad, cuando no logró que su cliente usara la evidencia que estaba en su poder y podría salvarlo. Gardner era abogado y supo sacar en sus novelas la máxima ventaja de ese conocimiento.
Pero el "nuevo" Perry Mason, el que veremos a partir del domingo en la nueva versión propuesta por los Downey y HBO, parece más cercano al detective de la serie negra, al hombre de acción, al observador participante de un mundo marcado además por la corrupción de la policía de Los Angeles a comienzos de la década de 1930. Junto a Rhys como Mason, este regreso recupera a dos de los personajes centrales de las novelas de Gardner, el detective Paul Drake (ahora interpretado por Chris Chalk) y Della Street (Juliet Rylance). También aparecen figuras nuevas como la del abogado personificado por John Lithgow.
En la comparación con el original, según se anticipa, habrá ahora más sexo, más violencia, más realismo y un solo caso desarrollado a lo largo de ocho episodios. Suficientes elementos para marcar diferencias, pero también para dejar en claro que Perry Mason también vuelve para honrar su historia y, por qué no, resolver unas cuantas causas pendientes. Todo un homenaje.
Perry Mason se estrena el domingo, a las 22, por HBO. También estará disponible en HBO Go.
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