Vuelve El Oso, con un mundo entero en conflicto alrededor de la cocina y un chef en busca de la perfección
Los protagonistas de una de las series más aplaudidas y premiadas de los últimos tiempos anticipan cómo será la temporada 3, disponible en forma completa desde este miércoles 17 en Disney+
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No nos alcanza un solo concepto para definir hacia dónde va El Oso (The Bear) en su tercera temporada. Este miércoles 17, con la llegada simultánea a Disney+ de los 10 episodios de la serie más esperada de los últimos tiempos, vuelve a abrirse la puerta de un relato que no para de crecer (de manera extraordinaria) desde que tímidamente instaló en su primera temporada ese verdadero mural de conflictos humanos alrededor de una cocina, o mejor dicho de los acomplejados sueños del genial cocinero Carmy Berzatto (Jeremy Allen White).
Allí, entre esas cuatro paredes, contemplamos el mundo. Reducido y adaptado en este caso a la escala de una familia disfuncional ampliada (parientes, amigos, relaciones con distintos márgenes de posibilidad) que no consigue nunca ponerse de acuerdo pero que, al mismo tiempo, sigue de manera asombrosa unida e integrada alrededor de un proyecto común.
En la presentación para la prensa internacional de esta tercera temporada, de la que participó LA NACION, el elenco principal de El Oso no se puso de acuerdo para identificar con una sola palabra el significado de esta crucial tercera temporada, aguardada por la creciente legión de fans de la serie a través de una vigilia que parecía no terminar nunca.
Lionel Boyce, quien personifica al pastelero Marcus, eligió el término “elevación”, que también podría entenderse como altura o encumbramiento. Abby Elliott (Natalie, la hermana de Carmy Berzatto, atravesando la fase final de su embarazo en esta nueva temporada) optó por “perfección”. White dijo “desafíos”, y Ayo Edebiri (la sous chef Sydney Adamu, cada vez más protagonista en la cocina y en la trama de la serie) quiso desde allí ir más lejos, con un juego basado en un único término. Dice que los personajes son personas desafiantes dispuestas a desafiar cada nuevo desafío.
El intercambio sigue hasta que White, dueño -como protagonista y estrella principal del programa- del privilegio de tener la última palabra, transformó en afirmación un concepto planteado como pregunta por Matty Matheson (Neil Fak), el único chef de verdad que tiene el elenco de El Oso en la vida real. Es “razzle dazzle”, una expresión en inglés que hemos conocido a través de una de las canciones más conocidas del musical Chicago y que puede traducirse como escándalo o alboroto.
Aquel viaje al pasado familiar
Sobran precisamente alborotos en la trama previa de El Oso. Y también en la continuidad de la historia, que está por llegar al streaming. Vale recordar cuál fue la cumbre de ese estado de cosas (y de ánimos): apareció, por supuesto, en el memorable episodio 6 de la segunda temporada, la crónica de aquél banquete familiar que ponía en suspenso durante una hora (el doble de duración de cada uno de los episodios restantes) toda la historia de la serie a través de un viaje al pasado.
Ya hemos visto cómo la serie va y viene en el tiempo, con viajes que sirven para configurar la identidad de los personajes principales, sobre todo en el caso de Carmy. Y no solo eso. Esas reminiscencias también nos ayudan a entender cada vez más el sentido de los lazos que unen a los personajes entre sí de varias maneras. Algunos forman pequeñas sociedades, otros parecen dispuestos a cortarse solos, están los que se mueven a través de la necesidad de afecto y otros que actúan bajo el impulso de la tensión y la ansiedad.
White dirá en un momento de la charla virtual con los medios internacionales que el sentimiento que más mueve e inspira a Carmy es la búsqueda de perfección. Desde que llegaron los premios (nada menos que 10 Emmy en 2023, entre ellos el de mejor serie de comedia) y una expectativa colosal por saber cómo será la temporada 3, la presión y la ansiedad adquirieron nuevas dimensiones. “Pero después de dos semanas de reencontrarme con todos estos grandes actores y este maravilloso equipo todo parece haber vuelto a su lugar. Y todos nos sentimos felices y de nuevo todo nos parece posible”, señala.
Poco después, en un breve diálogo mano a mano con LA NACION, Matheson agregará que los premios y toda la creciente ansiedad con la que se aguarda la llegada de esta tercera temporada no tiene por qué condicionar el trabajo diario del equipo creativo y técnico de la serie: “Christopher Storer, como líder, siempre creyó en la idea de que esta es la mejor historia para ser contada. Nosotros confiamos en él y mantenemos la misma mentalidad que teníamos en la temporada pasada. Tal vez se sienta algo de presión afuera, pero lo nuestro pasa por seguir adelante, ponernos las anteojeras y concentrarnos en lo que sabemos hacer”.
¿Hay una línea paralela entre el desarrollo de un plato, tal como lo vemos en la serie, y lo que ocurre con los personajes encargados de llevar adelante ese proceso? En ese mismo encuentro responde Ricky Staffieri, que personifica a Theodore Fak, el hermano de Neil: “En la cocina cada personaje siempre trata de encontrar y sacar algo nuevo. Y lo mismo pasa con nuestro trabajo como actores. Hay cosas valiosas y muy interesantes, por ejemplo, que no aparecen hasta que hacemos la última toma”.
La temporada 3 empieza exactamente en el momento en que se pone en marcha El Oso, un restaurante de categoría en Chicago al que Carmy quiere volcar todo su obsesivo perfeccionismo. Es un proyecto a la altura de las ambiciones de su carrera como chef al que se va a sumar todo un equipo que lo acompaña desde la experiencia previa haciendo los mejores sándwiches de carne de Chicago con la antigua marca familiar.
El tenso episodio final de la temporada 2, que transcurre en la mayor parte del tiempo con Carmy encerrado dentro de la cámara frigorífica del restaurante a punto de ser inaugurado, parece haber dejado huellas en el camino que el personaje emprende a partir de ahora. Lo vemos poniéndose al frente de un proyecto en el que confluyen todas las sensaciones que vivió durante su formación.
“Lo que hace Carmy después de salir de ese encierro tan frío es volver a sepultarse en su trabajo y desafiarse a sí mismo. Al hacerlo, desafía al mismo tiempo a todos los que se mueven alrededor suyo. Todo a su alrededor multiplica ese desafío personal”, explica White.
El anticipo de la temporada que viene circulando desde hace varios días mostró, entre otras cosas, una suerte de “contrato de asociación” entre Carmy y Sydney. Ese acuerdo también determinará el tipo de relación que ambos establecerán de aquí en más. “Creo que es mucho más caótico de lo que ella imaginó o idealizó antes de empezar ese trabajo compartido”, explica Edebiri.
De paso, por si había alguna duda, White y Edebiri responden con un “no” rotundo a una pregunta acerca de un posible acercamiento entre ambos con alguna implicancia romántica. La inquietud surgió sobre todo porque el final de la temporada 2 deja varias incógnitas al respecto en torno de la relación entre Carmy y Claire (Molly Gordon). Al respecto, el tráiler deja a la vista una frase incómoda del chef: “No puedo perder el tiempo con ella”. Estamos ante una nueva incógnita que queda abierta y expuesta en estos diez nuevos episodios disponibles desde este miércoles 17.
Este regreso promete también mucha tirantez entre Carmy y Richie (Ebon Moss-Bachrach), su primo y enemigo íntimo. “La temporada 3 comienza no muy lejos de donde termina la segunda –dice el actor- y Richie se instala en un lugar en el que queda expuesto a una suerte de evolución personal en la que empieza a vislumbrar un camino de crecimiento personal. Pero una cosa es verlo y otra es caminarlo. No hay allí una sola dirección visible. Es un ida y vuelta permanente en el que no todo resulta claro”.
Ese juego de ir y venir en el tiempo será, de acuerdo a todos los anticipos, una de las constantes de esta tercera temporada. Todavía hay muchas cuestiones por resolver alrededor de uno de los disparadores fundamentales de la trama, el recuerdo de la tragedia personal de Mikey (Jon Bernthal), el hermano de Carmy y primer mentor de todos los proyectos culinarios familiares.
Habrá también muchas más escenas dominadas por los primeros planos, como si el equipo creativo encabezado por Christopher Storer (creador y showrunner) se propusiera hacer de esa manera una indagación más profunda en la personalidad y los sentimientos de cada uno de los personajes.
El micromundo
La expectativa por descubrir y conocer la nueva temporada de El Oso no se agota en la dimensión humana. Detrás de los sueños de Carmy y del fascinante micromundo que gira alrededor suyo hay aquí un concepto visual y narrativo que en más de un punto se distingue de los demás.
Esa originalidad aparece, por ejemplo, en el modo en que los personajes viajan al pasado a través de cortes abruptos e inesperados de la línea temporal o bien mediante breves reminiscencias. También en el modo en el que se expresan los estados de ánimo más profundos de cada personaje, con la cámara fija y muy cercana detenida en sus rostros. Allí, con el mínimo énfasis debe surgir la máxima expresividad. O a través de la música (popular o clásica) y de un montaje que explica tal vez mejor que cualquier otro programa (de ficción o extraído de la realidad) cómo se relacionan las personas que trabajan en una cocina y las creaciones (los platos) que surgen de su imaginación.
Pero a veces la inspiración es algo que escapa a nuestro control. Así parece creerlo Ebon Moss-Bachrach frente a LA NACION cuando dice que hay que tomar el ejemplo de los chefs: “Lo que vale es seguir buscando. Si no estamos constantemente abiertos al cambio, terminamos por repetirnos. La inspiración puede aparecer en cualquier momento, pero quedarnos solamente en ese impulso no sirve, porque se nos va de las manos en un instante. El cambio de verdad aparece cada vez que insistimos y perseveramos en hacer cosas nuevas. Cuando nos permitimos cambiar”. Tal vez el secreto de El Oso pase por esa búsqueda constante de nuevos ejes y ángulos diferentes para seguir hablando de los sueños de Carmy Berzatto y de quienes lo acompañan en ese mundo autosuficiente, que cabe en las cuatro paredes de una cocina.
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