Con motivo del relanzamiento de la serie, a partir de este lunes, por la pantalla de A&E, el creador de la ficción habló con LA NACION y compartió anécdotas y curiosidades del proceso de gestación de uno de los dramas televisivos más populares de la TV
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Cuando Vince Gilligan creó la serie, no supo la cantidad de aristas que iban a desprenderse de ella. Cuando la ficción se estrenó, el 20 de enero de 2008, tampoco sabía que Breaking Bad se convertiría en una producción de la que se desprendería una película, El camino (2019), y lo que difícilmente se le pueda llamar un spin-off, Better Call Saul, la verdadera serie madre de un universo que empezó cuando un profesor de química cruzó miradas con un exalumno mientras este era buscado por la policía. Esa colisión de mundos, el de Walter White (Bryan Cranston), un padre de familia modelo que es diagnosticado con cáncer poco antes de cumplir 50 años, con el de Jesse Pinkman (Aaron Paul), un joven dealer de drogas de Albuquerque que es echado de la casa de sus padres, es tan solo el puntapié de una historia imposible de circunscribir a un solo género.
Con cinco temporadas que se fueron perfeccionando, capítulos que marcaron de manera indefectible a la TV (con “Ozymandias” como punta de lanza), villanos que se fueron superando temporada a temporada (Hector Salamanca, Gus Fring), frases de culto (¡”Yo soy el peligro, yo soy el que golpea la puerta”, “Yeah, science!”), un elenco homogéneo y aceitado, y directores excepcionales que dejaron su impronta (Michelle MacLaren, Rian Johnson), Breaking Bad fue una topadora que tuvo al mejor maestro de ceremonias posible.
En diálogo con LA NACION en una conferencia de prensa por el reestreno de su serie en A&E, que la emitirá de lunes a viernes, a las 22 (con motivo de su decimoquinto aniversario), Vince Gilligan recordó lo complejo que fue desprenderse de su propia criatura, mencionó el personaje que más le costó escribir, y aludió a cómo impactó en su cotidianidad el éxito cosechado que, según sus palabras, fue fruto de la época en la que esa fascinante cruza de thriller, comedia negra, drama y neowestern alcanzó una masividad que atravesó a todo el equipo.
La fascinación por los antihéroes
Luego de su fructífero paso por The X Files como guionista y productor, Vince Gilligan empezó a testear el clima televisivo y, sobre todo, las figuras masculinas que comandaban la denominada “Prestige TV”, desde esa mirada final de Tony Soprano hasta el hermetismo de Don Draper y un pasado que empezaba a socavar su presente. En 2007, Los Soprano se despedía y, ese mismo año, Mad Men empezaba un recorrido extraordinario. Breaking Bad apareció, tímidamente, en 2008, con una primera temporada de siete episodios que sentó las bases de una narrativa que iría volviéndose más convulsionada. “No sabía si funcionaría”, se sinceró Gilligan en la charla de que la participó este medio.
“Tuve el coraje de mi ignorancia. Hace quince años nadie sabía quién era yo. No tenía nada que perder. Honestamente, no pensé que Breaking Bad sería un éxito, solo que sería una buena tarjeta de presentación, algo para sumar a mi currículum. Tal vez el primer episodio sería todo lo que haríamos”, declaró el showrunner respecto de su falta de confianza en su producto, inseguridad cuyo origen se podía rastrear, precisamente, en el abordaje Walter White/Heisenberg, un protagonista que el espectador debía respetar a pesar de su descenso a la oscuridad.
“Todo es mérito de Bryan Cranston: él logró que la audiencia sintiera empatía por Walter. No es mi caso. Al final de la serie a mí ya no me agradaba, pero sí a muchas personas, entre ellas, mi mamá, quien, a sus 87 años, me dijo: ‘Quiero ver cómo Walter se sale con la suya’, a lo que respondí: ‘¿Qué? Nunca dices esto en la vida real. En la vida real, querés que los malos sean castigados’. Por eso, todo el crédito es para Bryan. No sé cómo lo hizo”, manifestó Gilligan sobre ese antihéroe que muere en su hábitat natural, en un laboratorio donde cae solo, y por su propio plan.
Nadie mata a Walter. Es una bala de su ametralladora la que le quita la vida, una que ya que estaba entrando en el ocaso producto de su enfermedad. El deseo de la madre de Gilligan -y de millones de espectadores- se terminó cumpliendo. White acaba con todos sus antagonistas, libera a Jesse y ese plano cenital brillante nos recordaba, finalmente, que su familia no era el motor detrás de sus acciones. Era su ego.
“Trabajar en eso todos esos años como escritor fue difícil porque me costó ver el mundo a través de los ojos de Walter White”, rememoró Gilligan y compartió una anécdota al respecto. “Una noche volvía a casa después de haber estado un largo tiempo en la sala de guionistas y me detuve en un semáforo. De repente, tuve este miedo de que alguien saliera del auto que tenía a mi lado y me disparara, un miedo totalmente irracional. Era solo una mamá y sus hijos, pero estaba tan metido en la cabeza de Walter que momentos como ese me sucedían a menudo. Mi vida se puso muy oscura. Eso me pesó de tal modo que, cuando terminó la serie, estaba triste, aliviado. Fue como quitarme un peso de encima”, reconoció e hizo mención a los tópicos que lo impulsaban por seguir escribiendo.
“Pero la moral me fascinaba, estaba muy entusiasmado con la idea de tomar al bueno y convertirlo en el malo de la historia. La moral y el amor me atraían, me preguntaba cuál es el sentido de nuestras vidas. No puedo pensar en cosas mucho más interesantes sobre las que escribir que esas”.
Un éxito de su tiempo, con situaciones “fuera de control”
Para Gilligan, desligarse en ocasiones de ciertos componentes de la serie contribuyó a ese éxito paulatino. “Ceder el control fue lo mejor que me pudo pasar”, expresó en diálogo con LA NACION. En gran medida, fue como arrojar un dado y confiar, desde en los intérpretes elegidos en el casting hasta el desarrollo de una historia que, como Walter, se fue ampliando. “Tuvimos actores maravillosos y era el momento adecuado para estrenarla, ya que era un poco diferente a lo que había a su alrededor. Ojalá supiera cómo repetir un éxito semejante. Siento que es hora de hacer algo diferente a Breaking Bad y a Better Call Saul, no porque no ame a esas series, sino porque quiero ver si puedo hacer algo nuevo y que la gente lo acompañe”.
Al ser consultado acerca de si Breaking Bad se hubiese convertido en un fenómeno en 2023, Gilligan lo duda. “No, no estoy seguro. Creo que todo tiene su tiempo. Su momento perfecto. Es difícil encontrar una audiencia porque, especialmente hoy en día, hay muchas películas y series, y eso es una espada de doble filo. Es bueno porque significa que más personas tienen la oportunidad de contar sus historias pero, por otro lado, se vuelve cada vez más infrecuente que una serie explote. Y no sé si eso hubiese pasado con Breaking Bad en 2023. Por eso el tiempo es todo, y el tener algo de suerte”, manifestó Gilligan sobre la ficción que, en sus palabras, alcanzó la popularidad por ese “ingrediente secreto” que fue la química entre Water y Jesse y entre los actores que los interpretaron, grandes amigos en la actualidad y socios.
Skyler White, el “personaje más difícil”
Cuando LA NACION le preguntó sobre el personaje que más tiempo de trabajo le llevó en el momento de trazar el guion, Gilligan mencionó un solo nombre: Skyler White. La esposa del protagonista, personificada por una descomunal Anna Gunn, tiene una metamorfosis interesante porque el showrunner le da autonomía, poder de decisión, la convierte en el arma secreta que Walter encuentra cuando ella, paradójicamente, descubre lo que está haciendo él.
Sin embargo, los fanáticos de la ficción fueron muy duros con Skyler, un reflejo del machismo de quienes no podían tolerar que una mujer se interpusiera en los planes de su antihéroe favorito, lo que terminó decepcionando a Gilligan.
“Siempre me entristece que el personaje no esté entre los favoritos de los fanáticos de la serie y cómo se lo hicieron saber a Anna, una de las mejores actrices con las que he trabajado. Es tan inteligente, tiene tanto talento y tuvo un papel muy, muy difícil que desempeñar, un papel muy poco apreciado. Fue difícil para ella interpretar a Skyler, y fue difícil para nosotros escribirla”, explicó el creador de Breaking Bad. “Es un personaje tan inteligente, y por eso nos costó mucho tiempo decidir por cuánto tiempo más ella podía no saber lo que estaba haciendo su marido, porque Skyler es intuitiva”, expresó.
"Ojalá supiera cómo repetir un éxito semejante. Siento que es hora de hacer algo diferente a Breaking Bad y a Better Call Saul, no porque no ame a esas series, sino porque quiero ver si puedo hacer algo nuevo y que la gente lo acompañe"
Vince Gilligan
En una de las tantas reuniones con el equipo de guionistas, se precisó el rumbo. “Finalmente dijimos: ‘Listo, que descubra a Walter’, pero tampoco queríamos que ella se convirtiera de repente en una mala persona. Entonces, después surgió otro interrogante: ¿Cómo equilibra su amor por su familia y su temor de que su esposo vaya a la cárcel por el hecho de que él está destruyendo a su familia? Fue un papel muy, muy duro, y se valoró muy poco el asombroso trabajo de Anna”, apuntó Gilligan en relación con uno de los debates más acalorados sobre la serie que cumplió su ciclo con esa original forma de revisitarla en Better Call Saul, que no hizo más que añadirle otra capa al relato general. Para su creador, ahora es necesario despedirse de la ficción.
“Estoy tan orgulloso del final de Breaking Bad, que esa es la razón por la que me resisto a volver a ella. Ya siento que nos arriesgamos mucho con Better Call Saul. Y Breaking Bad terminó bien. Terminó como debía. La gente parece estar contenta con el final. No nos aprovechamos del éxito. ¿Viste cuando vas a una fiesta y te quedás más de lo debido y todos se dan cuenta? Bueno, intentamos evitar eso”, remarcó Gilligan, quien espera que, con el reestreno en A&E, su ficción llegue a una nueva audiencia. “Mi deseo es que aparezcan otros fans que no la vieron en su momento. Y a las personas que ya son fanáticos, les quiero agradecer por haberme cambiado la vida”, expresó y se animó a mencionar su capítulo favorito de los 62 que tuvo la ficción.
“No puedo evitar pensar en ‘Better Call Saul’, el episodio que presenta a Saul Goodman y que marcó el comienzo de mi relación con Bob Odenkirk, aunque también tuve la suerte de dirigir el último capítulo”, añade Vince sobre el perfecto “Felina”. Sin embargo, al recordar todas las temporadas, menciona también el impacto de “Ozymandias”, una hora televisiva intensa, adrenalínica, memorable. Como todos los fanáticos de la serie que este año festeja un nuevo aniversario, su creador también tiene secuencias marcadas a fuego. Y en ese capítulo 60 no sobra una. Todo funciona como un relojito. Breaking Bad es precisión, es atención al detalle, es respeto por el espectador. Es inoxidable.
Breaking Bad se reestrena por la pantalla de A&E a partir de este lunes 29; y se emitirá de lunes a viernes a las 22.
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