Veep: la serie se despidió con la incorrección política como bandera
Cuando comenzó en 2012 la carta de presentación de Veep, la serie de HBO que anoche se despidió de la pantalla, era Julia Louis-Dreyfus . Y eso ya alcanzaba para que aun quienes tenían poco interés en el tipo de humor político y extremadamente sarcástico que era marca registrada de su creador, el británico Armando Iannucci, se acercaran a ver qué estaba haciendo Elaine de Seinfeld .
Algunos habrán salido espantados cuando se encontraron con Selina Meyer, la vicepresidenta de los Estados Unidos, una política cuyo pragmatismo y ambición la transformó en uno de los mejores personajes de los últimos años. Una astuta operadora menos inteligente de lo que ella misma creía pero tan narcisista como para conseguir todo lo que se proponía. Un estilo de vida que en esta última temporada y con el reflejo de la presidencia de Trump en el horizonte, el ciclo llevó mucho más allá del límite de la corrección política. No hubo tema que se salvara de la ironía de los guionistas y la interpretación de Dreyfus, brillante en cada segundo de cada escena. Especialmente en aquellas con Tony Hale, que interpretó a su fiel ladero Gary.
El terrorismo interno y externo, el matrimonio igualitario, los conflictos en Medio Oriente, el lugar de China en la política de los Estados Unidos, la ignorancia de los votantes y el racismo fueron el material de los chistes más satíricos y desalmados que alguna vez se hayan visto en una serie de primera línea. Un desfile de creativos insultos, improvisación y unos personajes tan miserables a los que, aunque suene raro, se extrañará mucho.
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