Un gallo para Esculapio: así empezó la segunda temporada
Finalmente y luego de un año, comenzó otra temporada de Un gallo para Esculapio . TNT, Flow y Underground volvieron a unir fuerzas para llevar a cabo nuevos episodios de una de las grandes series nacionales de los últimos años, que, por derecho propio, juega de igual a igual en el competitivo mapa de ficciones internacionales. En su primera entrega, el director Bruno Stagnaro junto al guionista Ariel Staltari habían demostrado que todavía había muchísima tela para cortar, y que en el oeste estaba el agite que llevaría a Nelson ( Peter Lanzani ) hacia nuevos derroteros.
Yiyo, un padrino de mesa de saldo
La asociación, directa o indirectamente, es inevitable. Un plano corto toma el rostro de un hombre con expresión angustiada, en un momento de sometimiento en el que debe pedir un favor para lidiar con un problema que le queda grande. Lo hizo Bonasera en 1972 cuando Coppola eligió esa imagen para abrir El padrino, y al parecer Stagnaro (como ya lo había hecho Szifrón en Los Simuladores) jugó con esa referencia para mostrar que el nuevo capo del lugar es Yiyo ( Luis Luque ). Luego de fusilar a su jefe Esculapio (Luis Brandoni), su hombre de confianza decide alzarse con el poder y convertirse en el mandamás de la zona. Y en esa escena inaugural, un pobre hombre se sienta frente a Yiyo para aceptar una situación que lo deja desfavorecido. Pero allí donde Vito Corleone se mostraba benévolo y atento al pedido de quienes lo rodeaban, Yiyo se muestra verdugo, no duda en abusar de su poder y somete a aquellos que no pueden hacerle frente. "Chelo nunca me hubiera venido con algo así" le dice el hombre que debe dar el brazo a torcer y aceptar con Yiyo una sociedad que puede llevarlo a la cárcel. El nuevo líder le dice que confíe, y le guiña el ojo en un gesto que remite a un Judas que revela sus cartas demasiado pronto.
Esa escena alcanza para que Stagnaro y Staltari muestren sus primeras cartas y dejen en claro cuál será el corazón de la temporada: la ausencia de Esculapio y qué harán los protagonistas a partir de esa muerte. Y el rol de Yiyo, como ya se vio, será el más complicado de todos.
Un baño de envidia
El primer episodio muestra entonces la doble batalla de Yiyo; por un lado imponiéndose ante aquellos que dudan de su capacidad de liderazgo, y por el otro procurando convencerse a sí mismo de su capacidad por estar a la altura del legado de Esculapio. Pero Yiyo es un rey bastardo, es el kingslayer del Oeste y sabe que ese lugar no lo ganó por derecho propio, sino que lo arrebató. De esa manera el capítulo se centra exclusivamente en el nuevo jefe del lugar, y cómo debe poner en orden sus negocios turbios con el fin de afirmar su mandato. Pero esa tarea le cuesta, y mucho. Otros delincuentes del lugar lo enfrentan, sus súbditos no lo ven con la entereza necesaria y muchos de sus pares lo cuestionan. Esa situación lo angustia, y lo lleva a realizarse un baño de ruda para obtener buenas energías y alejar la envidia ajena. En esa escena, Yiyo está sentado desnudo en la bañera mientras su esposa le dice que debe creer mas en él, porque "talento le sobra". Se trata de un momento que condensa a la perfección lo desarmado que se encuentra ese hombre ante un destino que no sabe dominar, y la diferencia infranqueable que lo separa de Esculapio. Y allí, solo y desnudo, no puede evitar una comparación en la que se reconoce inútil para el cargo que quiere ocupar: "El viejo era como Ringo Bonavena. Te cruzaba de manos y te dormía".
Nancy, una nueva Carmela
Nancy ( Julieta Ortega ), la viuda de Esculapio, fue en la primera temporada una suerte de carmelita descalza. Se entiende, esa expresión tiene que ver con el sufrimiento de una mujer presa de una situación frente a la que no puede revelarse. Si bien sabía la verdad de su marido, sentía la culpa de disfrutar de una vida sustentada por el delito, y la necesidad que ella tenía por ayudar en cuanta causa social hubiera dando vueltas, le permitía lavar esas culpas que la atormentaban. En ese sentido, Nancy es también una ingeniosa relectura de otra Carmela, la esposa de Tony Soprano de la serie Los Soprano. Como le sucedía a la esposa de aquel mafioso, Nancy también deberá evolucionar hacia un lugar mucho más activo del que tuvo en el primer año de la ficción.
En este primer capítulo, ella se encuentra rodeada de buitres que buscan sacar partido de la ausencia de Chelo. Nancy es la dueña legal de galpones que otros delincuentes necesitan para hacer sus negocios, y también es la propietaria del lavadero que Esculapio usaba como tapadera, y que ahora esconde otro negocio muy alejado de las riñas de gallo. Ante esa perspectiva, y al igual que le sucede a muchos personajes de la serie, Nancy deberá estar a la altura de las circunstancias y demostrar que puede honrar la memoria de Chelo, poniéndole límites firmes a quienes la toman como una indefensa viuda. De ese modo, el enfrentamiento que tiene con Vanesa (Andrea Rincón) es el primer paso que da en su camino hacia su propia revolución. Su abogado le recrimina esa discusión ("te pedí una sola cosa", le dice), pero esa desobediencia es señal de una mujer que ya no permitirá que ningún hombre le diga qué hacer.
Nelson, el otro fantasma
La gran deuda pendiente que deja "El antichorro", el nombre episodio, es el poco tiempo de pantalla que tiene Nelson, quien vuelve a la acción luego de fugarse de una trampa para encarcelarlo (o matarlo). Pero su casi total ausencia en el capítulo, se debe a cuestiones narrativas, porque antes era primordial mostrar en qué lugar estaba parado Yiyol, y cuál era el nuevo status quo de la banda.
Seguramente uno de los grandes desafíos de esta temporada, sea el de elegir qué tipo de historia mostrarán los nuevos episodios. En el primer año, y bajo el paraguas de un policial ambientado en el conurbano, Stagnaro y Staltari contaron la saga de dos hombres que en ambos extremos de la vida, elegían adoptarse mutuamente y desarrollar una relación filial. De esa manera la trama estaba atravesada por un vínculo directo y el conflicto surgía a partir del entorno que rodeaba a Nelson y Chelo. Pero en la segunda temporada, y con el padre muerto, esa dinámica de gran riqueza deja paso a un mundo de hijos bastardos que pelean por demostrar quién es el más digno de la corona. Como una obra shakesperiana, esos hermanos putativos se mostrarán los colmillos y lucharán no necesariamente por el poder (esa es obsesión exclusiva de Yiyo), sino por honrar la memoria de un muerto que en vida eligió a Nelson como el único digno de su legado. Yiyo y Loquillo no lo saben, pero ya perdieron.
"El antichorro" culmina con Yiyo instalado en un lugar de poder que le resultaba esquivo. Tendiéndole una emboscada a galleros rivales, sellando un negocio con el comisario más importante de la zona y con los codiciados galpones del mercado central casi en su poder, el delincuente se siente pleno en su lugar, claro que solo le falta eliminar a Nelson del mapa. De ese modo Un gallo para Esculapio logra un inmejorable comienzo de temporada, y apuesta nuevamente a un inteligente relato de personajes en constante cambio, que no podrán evitar la sombra de un Chelo que desde la tumba estará más vivo que nunca.
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