The Umbrella Academy: una buena idea que se pierde en el camino

The Umbrella Academy (Estados Unidos, 2019). Creadores: Steve Blackman y Jeremy Slater. Elenco: Ellen Page, Tom Hopper, David Castañeda, Robert Sheehan, Emmy Raver-Lampman, Aidan Gallagher, Mary J. Blige, Cameron Britton. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: regular

La premisa inicial es intrigante: un día de 1989, 43 mujeres dan a luz sin haber estado embarazadas, aparentemente, hasta el momento de parto. Un excéntrico multimillonario, Sir Reginald Hargreeves (Colm Feore), intenta adoptar a todos los recién nacidos pero finalmente consigue a siete de los bebés a los que lleva a su mansión/laboratorio para entrenarlos y utilizar sus habilidades para armar un liga que luche contra el crimen. Sin embargo, el proyecto entre maníaco y altruista resulta en un desastre. Al menos para la estabilidad mental y el bienestar de esos chicos especiales que, ya adultos, regresan al hogar familiar luego de la muerte de Hargreeves.

Es ahí cuando se pone en marcha la trama de la serie de diez episodios basada en el cómic de Gerard Way, y es ahí también cuando el fantasioso y divertido concepto se transforma en un pastiche visual y narrativo con un algunos momentos entretenidos y muchos otros que consiguen quitarle casi todo el interés a una idea que prometía.

Uno de los elementos más interesantes con los que cuenta The Umbrella Academy -más allá de su diseño de producción, que por momentos cruza a un Tim Burton perezoso con un Wes Anderson que se quedó sin ideas-, son sus personajes. Esos siete niños con poderes convertidos en adultos con problemas. Un material rico que, a medida que avanza la historia, deja de ser ventaja para convertirse en un pesado lastre que ni siquiera Pogo, el chimpancé que hace las veces de mayordomo y consejero del grupo (imaginen al Alfred de Batman pero bastante más peludo), puede revertir.

Ahí está Luther (Tom Hopper) o número uno, como prefería llamarlo su padre, el líder del grupo que, confinado a vivir en la luna, tiene buenas intenciones aunque una evidente falta de habilidad para comunicarse con el resto del mundo o siquiera entender que algo muy malo sucede con él. Quién se lo recuerda constantemente es Diego (David Castañeda), que parece tener más afinidad con los muchos cuchillos que porta en su cuerpo que con sus hermanos y está demasiado cerca de ser una caricatura de otros héroes del cómic oscuros al estilo de Daredevil. Y luego aparece Allison (Emmy Raver-Lampman), a la que el guión le reserva una ciclotimia que nunca justifica sus cambios de humor y de idea o por qué pasa de recibir con brazos abiertos a Vanya ( Ellen Page ) para después atacarla ante el primer obstáculo que se les presenta. Y de hecho, el personaje de Page -pensado como el cable a tierra en medio de tanto vuelo fantástico, un presencia sombría y excluída del resto- termina por caer en su propia trampa, tan aislada que ni el talento de la intérprete logra salvar del desinterés.

Tal vez el mayor problema de la serie de Netflix es que acumula referencias, perdiendo originalidad y sumando violencia en exceso con el correr de los episodios –generalmente a cargo de los asesinos que interpretan Mary J. Blige y Cameron Britton–, sea su falta de equilibrio narrativo. Lo que aparenta ser un relato coral repleto de personajes atractivos y excéntricos como el Five que interpreta el actor infantil Aidan Gallagher (lo mejor de la serie) o el insoportable Klaus a cargo de Robert Sheeran, resulta en realidad en una acumulación de líneas de relato que encierran misterios, secretos y hasta la posibilidad del fin del mundo apilados de tal modo que rápidamente dejan de crear suspenso y comienzan a agotar la paciencia del espectador.

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