Twin Peaks: un final que demuestra que nunca se puede volver a casa
Tras 18 episodios que no se parecieron a nada visto en la pantalla desde...la serie original, la ficción de David Lynch y Mark Frost se despidió ayer con un final fiel a su ADN, que seguramente será discutido, homenajeado y celebrado durante los próximos 25 años, y en el que Laura Palmer reclamó su lugar central en el imaginario televisivo (¡HAY SPOILERS!)
Tras 18 episodios, el lunes concluyó la tercera (y probablemente última) temporada deTwin Peaks , que esta vez agrega “El regreso” a su título. El apócope se refiere, claro, al regreso de David Lynch y del co-autor Mark Frost (y de los espectadores) al mundo que abandonaron hace 25 años. Y también al regreso del agente del FBI Dale Cooper ( Kyle MacLachlan quien, con su triple intepretación del personaje, es el centro de la serie), que pasó esos 25 años en la dimensión oscura llamada Black Lodge y aquí encuentra un modo de volver a casa.
Si la narrativa onírica de Twin Peaks tiene un tema es justamente ése, que da el sentido más completo a su subtítulo: la pregunta por si es realmente posible regresar, si se puede volver al hogar, recuperar el tiempo, deshacer lo vivido y vivir de nuevo. A la vez, este relato separado de los predecesores por el océano de dos décadas y media, habla sobre la temporalidad a la que estamos encadenados: con sus recurrentes flashbacks la serie confronta impiadosamente a casi todos sus protagonistas con sus avatares jóvenes, tal como lucían en las primeras temporadas, con la mitad de su edad. A los 71 años, Lynch construyó una elíptica reflexión sobre el paso del tiempo y la mortalidad, una en la que su obsesión con ese misterioso “otro lado” de casi todos sus relatos toma un sentido mucho más concreto y trágico.
En este policial, la muerte no sólo está presente como parte de la ficción sino como una realidad insoslayable: muchos de los intérpretes de las primeras temporadas fallecieron, e incluso algunos de ellos, como Miguel Ferrer o Catherine Coulston (Maggie, la mujer del tronco), fallecieron en el lapso del rodaje. “Recuerda que la muerte no es un final sino un cambio” dice Maggie en su última escena, a modo de despedida. Nadie experimenta esto más cruda e irónicamente que el agente Jeffries (interpretado por David Bowie en Fire Walk With Me) que, muerto en la vida y la ficción, aquí reencarna en una enorme tetera parlante.
A pesar de que, gracias a las demenciales reglas de este mundo, para muchos personajes la muerte no es un final, y que el episodio 17 cierra gran cantidad de líneas narrativas de modo satisfactorio y feliz, Lynch no nos permite quedarnos con el consuelo de que, al menos en la ficción, se puede reparar plenamente la vida. La idea de, literalmente, desandar la muerte es el leit motiv del último episodio (para quien aún no lo vio, vienen spoilers): en una escena tomada al pie de la letra del mito de Orfeo y Eurídice, el agente Cooper intenta salvar a Laura Palmer (Sheryl Lee, la joven asesinada que desencadena todo en la primera temporada) caminando con ella de la mano por un bosque negro; fiel al mito, la pierde cuando vuelve la mirada hacia ella. Acto seguido, cruza el océano del tiempo para reencontrarla 25 años después, pero vuelve a perderla en un final estremecedor que es, a la vez, una confirmación de su destino trágico. Cooper y Laura parecen haber entrado en un tiempo circular: “¿que año es este?” se pregunta el agente y la casa de Laura Palmer, el lugar donde habita el mal, se oscure repentinamente, indicando todo empieza de nuevo. Lo que ya fue hecho, concluye la serie, no puede deshacerse.
Esta idea del tiempo circular, que implica la imposibilidad de corregir las acciones y un destino trágico tambien es recurrente: “¿Es esto pasado o futuro?” se pregunta más de un vez uno de los personajes. En Twin Peaks se puede viajar entre dimensiones paralelas, se puede navegar por el tiempo, pero el mal nunca puede ser plenamente erradicado. Como otros relatos de Lynch, especialmente Carretera perdida, la serie nos dice que solo existe un escape, en el mundo de la fantasía, del sueño, de arte o la ficción, pero que esta fuga es temporaria porque los males de
nuestro mundo también encuentran su camino hacia ese otro mundo al que escapamos. Twin Peaks no sólo es la serie más anómala y osada de la televisión. También resultó ser la más oscura.
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