TV Retro: Jim West, la exitosa reinvención western de James Bond que cayó en desgracia luego de una serie de tragedias
En medio del furor que generaban las películas ambientadas en el Lejano Oeste, esta serie con toques de ciencia ficción se coronó como un clásico televisivo de mediados de los 60
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Década del 60. El western llevaba tiempo bien asentado en el cine, y Un tiro en la noche (The Man Who Shot Liberty Valance, 1962) era cosa de todos los días, como también cualquier situación que sucediera en El Dorado (1966). Hasta la pantalla chica se había hecho eco con Clint Eastwood y su Cuero crudo (Rawhide, 1959).
Sin embargo en ese universo múltiple que es la pantalla grande, desde 1962 habían comenzado a pisar fuerte los agentes secretos, gracias a las aventuras de un tal James Bond. Tanto así que hasta la televisión decidió parodiar el asunto con el Superagente 86 (Get Smart, 1965). Y alguien se preguntó: ¿Por qué no unir estos dos conceptos, tan populares como redituables, y hacer una serie que pueda abarcar ambos públicos? Esta podría haber sido la génesis de Jim West, el punto de partida de una serie, por varios motivos, icónica. Pero la historia no fue así.
El James Bond del lejano Oeste
O más o menos. Porque la prehistoria de Wild Wild West (su título original) sí tuvo que ver con James Bond, pero comenzó una década antes de su estreno. En 1954, los productores y amigos Michael Garrison y Gregory Ratoff se toparon con la primera novela de 007, publicada por Ian Fleming hacía menos de un año: Casino Royale. Ambos hombres enseguida entendieron que se trataba de una materia prima digna de ser llevada al cine y le pagaron 600 dólares al autor inglés por los derechos; un año después sumaron una cláusula de perpetuidad por 6 mil más.
Sin embargo, la muerte de Ratoff en 1960 llevó a su viuda a vender todas sus posesiones; entre ellas, los derechos de Casino Royale. Con anuencia de Garrison, Marie Ratoff concretó la operación con Charles K. Feldman, quien haría su sueño realidad con la parodia de 1967 protagonizada por David Niven, Peter Sellers y Orson Welles.
Aquellos 6.600 dólares invertidos por los socios se transformaron en 75 mil, pagados por Feldman. Con su parte, Marie pudo ponerse al día con las deudas que le había dejado su marido, y Michael soñar con la posibilidad de continuar con aquella idea pergeñada junto a su amigo. Ya no había personaje en el que basarse, así que fue necesario inventar uno nuevo.
¿Qué tendrá el petiso?
Ante la necesidad, la oportunidad. En la búsqueda de abultar su patrimonio Michael Garrison comenzó a idear a un seductor y efectivo agente secreto, pero que viviera sus aventuras a mediados del siglo XIX. Su trabajo era resolver exitosamente misiones encomendadas por el mismísimo presidente, Ulysses S. Grant.
Lógicamente situarlo temporalmente en esa época limitaba la posibilidad de tramas, y especialmente de artilugios (o gadgets), cada vez más prolíficos en el entorno del 007 desde el estreno de De Rusia con amor (From Russia With Love, 1963). La solución fue sencilla, obviar cualquier rigor histórico e introducir en los guiones elementos científicos completamente anacrónicos. El espíritu lúdico de la propuesta encajó a la perfección con la idea, y con el tiempo fue un ejemplo perfecto de lo que se dio a conocer como Steampunk.
Mientras Garrison colaboraba en los guiones, reafirmando su visión entre la acción y la comedia, en CBS comenzaron a buscar al protagonista perfecto. El primer impulso fue llamar a Rory Calhoun, cara conocida del cine y la televisión. Pero cuando el actor declinó la oferta por cuestiones de cachet, apareció en la nómina Robert Conrad, menos conocido que su colega pero más barato, y con el physique du rôle adecuado para lo que se esperaba de Jim West. Sin embargo, el problema fue la altura.
Como más adelante sucedería con Tom Cruise o Pablo Rago, resulta que Robert Conrad no era muy alto, apenas pasaba el metro setenta de estatura (1.72, para ser exactos). Y es bien sabido que un héroe de acción con currículum de seductor no solo tiene que ser imponente, sino también parecerlo. Las soluciones fueron dos: ponerle taco a las botas para ganar algunos centímetros y buscarle todas compañías femeninas que no superaran el metro sesenta y nueve. La magia de la tele, sumado a las habilidades de Conrad para las artes marciales, y luego el boxeo, hicieron el resto.
Si bien James Bond trabajaba solo, algunos colegas suyos como El agente de Cipol (The Man From U.N.C.L.E.) venían de a pares. Así fue como Jim West tuvo su compañero, y verdadero espíritu del grupo. Porque Artemius Gordon no solo era un científico e ingeniero avezado, también hablaba varios idiomas, era culto y un maestro del disfraz. Mientras Jim se resumía en seducción y golpes, Gordon era el cerebro del dúo.
Cuando el actor Ross Martin leyó por primera vez el guion quedó fascinado. Enseguida agarró un papel y se puso a dibujar su percepción de Artemius, pensó su vestimenta, su postura, su estilo, y hasta su corte de pelo. A partir de ese momento comenzó a trabajar codo a codo con el equipo de maquilladores para que lo acompañaran en la creación de esa esencia. Con muy pocos cambios, el personaje se mantuvo de acuerdo a la idea que el actor tuvo de él desde el inicio.
La maldición de Jim West
En una mezcla de acción, western, humor absurdo y mucha impertinencia, Jim West debutó en Estados Unidos el 17 de septiembre de 1965. El entusiasmo de la platea fue alto desde el principio, y se mantuvo intacto a lo largo de los episodios. Puertas adentro, la sensación era la misma. Todo parecía indicar que se trataba de un show imbatible, con dos compañeros de una química excelente, guiones afilados, y una puesta en escena acorde a las pretensiones de la idea. Sin embargo, la alegría duró menos de lo esperado, y muy pronto Jim West se vio azotado por una serie de tragedias que fueron minando el espíritu de todo el elenco.
El entusiasmo de una segunda temporada en color -luego de 28 exitosos episodios en blanco y negro- se truncó con la inesperada muerte de su creador, Michael Garrison. A menos de un mes del lanzamiento de la serie, el productor se resbaló en la escalera de su casa, y en la caída se fracturó el cráneo. El fatal accidente fue muy duro para todos, menos para algunos ejecutivos de CBS que hacía rato querían dejar de tener trato con él. De todos modos la serie siguió adelante, con un episodio que le rindió homenaje.
Otro episodio maldito tuvo que ver directamente con su protagonista. Robert Conrad estaba acostumbrado a hacer sus propias escenas de riesgo. Tanto en los primeros planos como en las tomas panorámicas, se puede ver claramente la cara del actor en cada secuencia de acción. Por eso, incluso, más de una vez se quejó de que los pantalones tan ajustados que le obligaban a llevar terminaban abriéndose en más de una ocasión, dejándolo en paños menores en medio de las escenas.
Pero el apunte simpático, casi se vuelve tragedia durante una escena en la que tenía que saltar de una escalera a una araña colgada del techo, balancearse y caer sobre un criminal. Resultó que en el último segundo, el doble que tenía que amortiguar su caída se asustó y se corrió, dando el actor con la cabeza contra el piso. Tuvieron que internarlo de urgencia y, aunque con el tiempo se recuperó completamente, la cadena decidió unilateralmente prohibirle hacer cualquier toma de riesgo personalmente.
Ya en la última temporada, de las cuatro que duró Jim West, quien vio comprometida su vida fue Russ Gordon. El actor primero se rompió una pierna, y después sufrió un ataque cardíaco que lo llevó a estar varios meses fuera del programa, volviendo solamente para los dos últimos capítulos. Consultado a su regreso, el intérprete responsabilizó a la serie y al exigente esfuerzo físico que le llevaba hacerla.
Uno, dos, ultraviolento
Cuando parecía que Jim West tenía cuerda para rato, la CBS decidió cancelarla en el primer trimestre de 1969. ¿El motivo? La muerte de Bobby Kennedy llevó a una avanzada anti-violencia que, entre otros espacios artísticos, impactó particularmente fuerte en la televisión. Y aunque el programa tenía su cuota de humor y absurdo, no dejaba de ser un acción con peleas tan bien coreografiadas, que llegó a ser distinguida por una importante revista de Artes Marciales como “el show que mejor refleja la disciplina en televisión”.
El gusto amargo por la desaparición del personaje de la televisión después de 104 episodios se diluyó parcialmente con el estreno diez años después de The Wild Wild West Revisited (1979). Con idéntico equipo actoral, se trató de una película para televisión que capturó bastante bien la esencia del original. Un año más tarde llegó More Wild Wild West (1980), con idéntico suceso y un Jim West teñido y con bigote.
Cuando la buena recepción de ambos films llevó a soñar un salto a la pantalla grande, Russ Gordon tuvo un segundo infarto, esta vez fatal. El actor murió el 3 de julio de 1981, a los 61 años, mientras jugaba un partido de tenis. Paradójicamente, se trataba de una actividad que había adoptado para cuidar su salud. Robert Conrad siguió trabajando hasta el 2002, cuando se retiró de la profesión a los 67 años. Falleció en febrero de 2020, sin haber podido nunca reeditar el suceso que tuvo como West.
En cuanto al personaje, los dos films para televisión que marcaron su fugaz regreso, se habían convertido en un agradable epílogo de su derrotero. Pero no, porque en 1999 Barry Sonnenfeld y Will Smith creyeron que podían reinventar la rueda y juntos pergeñaron una de las peores remakes que se han hecho de una serie de televisión. Sin gracia, sin voluntad y con un tema cantado por Enrique Iglesias, Las aventuras de Jim West fue un desastre, que hizo tambalear la carrera del actor. “Esa película es una espina clavada”, declaró años después al mismo tiempo de mencionarla como la peor de su carrera. Y se quedó corto.
Aunque siempre hay que ver el vaso medio lleno, y pensar que por aceptar el papel del cowboy, Smith rechazó convertirse en Neo en la saga de Matrix. Así que, en resumidas cuentas, todo tiene su lado bueno, ¿no?
Jim West tuvo un éxito parejo en todos los países donde se estrenó, y desde 1969 canal 13 sumó a los argentinos a la lista de fieles seguidores. Y es que el programa supo abarcar una amplia franja de espectadores de todas las edades, desde aquellos que disfrutaban de un buen momento absurdo, hasta los que querían ver a un héroe de armas tomar, sea desde la cintura o saliendo de su manga con la precisión exacta para poder sortear cualquier peligro.
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