Tu cara me suena: tres personajes y los actores que los hacen inolvidables
Keri Russell, la mejor espía
Si la vida y, por extensión, la industria televisiva de Hollywood fueran justas, este año Keri Russell debería ser nominada al premio Emmy a mejor actriz dramática. Y, a diferencia de lo que sucedió en 2016 y 2017, esta vez debería ganarlo. Porque es la última oportunidad para que la Academia televisiva de Hollywood la reconozca por su interpretación de Elizabeth Jennings, la espía soviética infiltrada en la sociedad norteamericana y porque es lo que se merece por el trabajo que está haciendo en la última temporada deThe Americans , la serie que terminó anteanoche en los Estados Unidos y cuyo último episodio se verá el martes en la TV local. Uno de los méritos de la interpretación de Russell–y son muchos–, es que la actriz logró deshacerse de la pesada de carga de Felicity , aquel otro personaje que la había hecho famosa en la serie homónima. Nada de aquel drama universitario hacía suponer que ella era la indicada para el papel de la dogmática, fría y vulnerable Elizabeth y sin embargo, con la ayuda de unos guiones cada vez más profundos y detallados, Russell construyó un personaje fascinante, capaz de transmitir con una mirada que lleva el peso del mundo sobre sus hombros, un mundo que eventualmente, ella sabe, va a destruirla.
El ladrón de escenas
Puede ser el mejor imitador de Beyoncé , un nada espeluznante hombre lobo, el compositor de un clásico como "Pinot Noir" o simplemente el peor compañero de casa que se pueda imaginar. Sea lo que sea Titus Andromedon es uno de los mejores personajes de Unbreakable Kimmy Schmidt, la serie de Netflix repleta de ellos. La definición del ladrón de escenas Burgess, un cantante y actor formado en Broadway, aporta absurdo e irreverencia en cada plano en el que aparece. En la nueva temporada, decidido a recuperar a su ex novio Mickey, Titus se inventa una carrera exitosa como actor televisivo aprovechando la aparentemente infinita oferta de series, canales y plataformas dónde transmitirlas. En uno de los muchos guiños sobre la cultura popular actual que tiene el programa, el personaje simula ser el protagonista de la serie The Capist, la historia de un hombre que es diseñador de capas de día y superhéroe de noche. Una premisa tan ridícula que probablemente algún ejecutivo de Netflix ya esté pensado en el spin off. Que, como diría Titus seguramente tendrá a un actor blanco e inofensivo en el póster para evitar asustar a los espectadores.
Simplemente Jack
La apuesta de revivir una serie más de una década después que terminó siempre es riesgosa. Y más cuando el programa en cuestión había agotado su marcha en la primera vuelta. Con todo eso en contra, de todos modos, Will & Gracevolvió al ruedo y demostró no solo que todavía tenía mucho para contar sino también que la sitcom no estaba tan muerta y acabada como muchos suponían. Es que con la estructura tradicional de las comedias de media hora, la nueva Will & Grace crea algo novedoso, un hilarante y inesperadamente profundo alegato sobre la homosexualidad, la mediana edad y la amistad en los Estados Unidos de Trump. Y quien mejor personifica todos esos aspectos es Jack McFarland, el expresivo, malicioso y desopilante personaje que encarna Sean Hayes. Lo que en manos de otro actor podría ser apenas el estereotipo de hombre gay sin matices, en manos de Hayes los tiene todos. A diferencia de lo que sucedía en la primera vuelta de la serie, ahora Jack puede expresar cada uno de los aspectos que lo hacen quién es, inclusive sus vínculos románticos y sexuales y ese detalle de guion junto con la interpretación de Hayes hacen de una vieja sitcom el ciclo más moderno que se pueda encontrar.
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