Netflix: todo lo que tenés que saber sobre Marcella antes de su tercera temporada
El inicio de la primera temporada de Marcella es puro desconcierto. Una mujer confusa y ensangrentada despierta de un misterioso trance en la bañera. ¿Qué es lo que ha sucedido? ¿Es ella una víctima o una asesina? Ese es el juego que proponen los creadores Hans Rosenfeldt y Nicola Lader desde aquel comienzo en 2016.
Marcella (Anna Friel) ha sufrido un evento traumático en su pasado y desde ese momento experimenta bloqueos mentales que le quitan fragmentos de lo vivido. Agujeros negros en los que se escapa su memoria y solo queda el vacío. A eso se suma la angustia por el abandono de su marido y el regreso a su trabajo como detective luego de una década de ausencia. El caso de un brutal asesino serial que mata por asfixia se convierte en el extraño motor de su regreso a la profesión, lo único para lo que parecer ser apta en ese caos que resulta su presente.
Marcella recupera algunas de las claves de Bron/Broen, la exitosa serie escandinava creada por Rosenfeldt. Al igual que le ocurría a la detective Saga Norén, la inhabilidad de Marcella para forjar vínculos afectivos en su entorno le brinda una extraordinaria sagacidad para captar lo anómalo. Pero Marcella es algo más que una mujer absorbida por su trabajo, signada por una traumática separación y una maternidad conflictiva; es ese hueco persistente en su recuerdo el que la atormenta y también la salva de la locura, el que le permite seguir viviendo aún con sus bloqueos y lagunas justamente gracias al olvido. La primera temporada sigue la dinámica del thriller de asesino serial sobre los tópicos del género: rituales, posibles sospechosos, víctimas cercanas. Y la cercanía de Marcella al crimen se hace decisiva.
Una de las víctimas del asesino resulta ser la nueva pareja del ex marido de Marcella, lo cual coloca a la detective en una posición mucho más sospechosa que la rebeldía esperable de todo buen policía de la televisión contemporánea. A medida que avanza su investigación del caso y que los bloqueos se tornan un escape antes que una amenaza, Marcella comienza a perfilarse en toda su oscuridad. Ese es el atractivo que persigue Rosenfeldt: hasta qué punto puede involucrar a su espectador en la conducta de su protagonista, que deja de ser meramente disfuncional para rozar el delito. La lógica de la primera temporada se contiene en esos límites: exprimir el talento de Marcella para descubrir pistas allí donde nadie las ve, aprovechar su intuición y temeridad frente al peligro, su coqueteo con la culpabilidad hasta poder revelar su posible inocencia. Mientras tanto su familia se resquebraja, sus dos hijos ya camino a la adolescencia perciben el desequilibrio circundante y la persistencia del olvido como coartada comienza a agotarse.
La segunda temporada, estrenada en 2018, vuelve a colocar el pasado de Marcella en el centro de la escena, esta vez con más fuerza. Esta será la historia del descubrimiento de aquel trauma encerrado en su memoria, origen de su ira persistente y de la soledad existencial que nunca la abandona. Los crímenes vuelven a tocarla de cerca. El cadáver de un niño alojado en la pared de una vieja edificación convoca a Marcella como pieza clave de la investigación. La víctima resulta ser Leo, un compañero de escuela de su hijo menor desaparecido hace tiempo. Los indicios se dispersan en varias direcciones: una fundación destinada a la asistencia de menores sospechada de desfalco y complicidad, una enfermera desaparecida, la duda creciente sobre abusos en la escena musical de los 70. Cada uno de los cabos se anuda con paciencia hacia el final de la temporada, en el que Marcella se involucra decididamente en ese viaje hacia sus propios fantasmas.
Su entorno familiar se encuentra nuevamente amenazado. Su hija adolescente la rechaza por su adicción al trabajo, su hijo menor se encuentra afectado por la muerte de su amigo y los ecos del caso que lo circundan, la nueva mujer de su e marido les ofrece contención y una nueva vida en Singapur. Rosenfeldt recrudece la obsesión de Marcella con la verdad, la vuelve dependiente de su trabajo, escéptica de todos sus vínculos. La posibilidad de rastrear en la memoria de su hijo el rostro del asesino de Leo la conecta con la hipnosis a través de una terapeuta que resultará una pieza clave de su propia revelación. El peligro al que se ve expuesto su hijo, la amenaza de la muerte y el asedio de sus inquietantes olvidos la llevan en el último episodio a bucear en su pasado para recoger los fragmentos de ese suceso traumático que ha decidido esconder de su conciencia.
La segunda temporada también había empezado con una situación límite como la de la bañera. Esta vez Marcella se encontraba en la terraza del departamento de policía, dispuesta a saltar al vacío. Desencajada, sin control sobre sus actos, miraba hacia ese abismo. En el último episodio finalmente esa historia se cierra. Marcella descubre lo que sucedió el día de la muerte de su beba, un tiempo antes. Recorre esos últimos minutos en su memoria, el llanto, el intento de consolarla, la desesperación y el silencio. La revelación dispara su crisis hacia ese dolor insoportable, luego llega el intento de suicidio, la automutilación y la deriva por una Londres nocturna y sombría que se torna irremediablemente carcelaria. En esos últimos pasos de cordura de Marcella, un incendio feroz invade las pantallas de los televisores, las llamas lo destruyen todo, solo quedan las cenizas.
Han pasado nueve días y Marcella duerme bajo un puente junto a otros indigentes. Un hombre camina entre ellos, observa con detenimiento cada rostro, hasta que se detiene frente a ella. Se sienta en el cordón mientras se escucha el sonido de la lluvia que cae copiosamente. "Hubo un incendio hace nueve días. No sé si supiste". Marcella apenas se mueve bajo la campera que la protege. "Una casa abandonada en Woolworth. O que debía estar abandonada. Varios inmigrantes indocumentados y algunos indigentes estaban viviendo allí. Tres personas murieron". Hace una pausa y enciende un cigarrillo, al final del túnel algunos transeúntes deambulan bajos las farolas amarillentas. "Los cuerpos estaban tan quemados que usaron ADN para identificarlos. No identificaron a dos pero sí al tercero: Marcella Backland". Marcella se incorpora y mira de reojo mientras él sigue hablando de la confusión del ADN, hasta que le hace la oferta final: "A mi departamento le vendría bien una policía que trabaje encubierta. ¿Qué te parece?".
La tercera temporada, que se estrena este domingo en Netflix, revelará el nuevo destino de Marcella ahora que su pasado ha salido a la luz y su vida parece destruida. Probablemente Rosenfeldt traiga un nuevo caso, nuevas pistas, la misma sagacidad de su detective, la misma efectividad final. Pero el mundo de Marcella ha cambiado, ha renunciado a la tenencia de sus hijos, ha cortado los lazos con sus colegas, un documento oficial la declara muerta. Un nuevo nombre, un trabajo encubierto y la insistente pregunta sobre quiénes saben de su pasado es lo que parece flotar en el aire. ¿Qué es lo que le depara este nuevo presente? Eso es lo que pronto podremos averiguar.
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