Todo lo que hay que saber sobre Entrevista con el vampiro: en qué se diferencian la película y la serie
Adaptaciones de la primera novela de Anne Rice, y el inicio de su “universo inmortal”, reflejan dos momentos sociales separados por tres décadas de transformaciones
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Entrevista con el vampiro, el debut literario de Anne Rice, publicado en 1976, reinventó al célebre monstruo hematófago originado a principios del siglo XIX: lo sacó tanto del fango de la animalidad como del arcaísmo de la aristocracia europea y lo elevó a ícono de la subcultura gótica contemporánea. La autora -quien murió en 2021- recién llegó al cine en 1994 con la adaptación hecha por ella misma y el realizador Neil Jordan de esa primera novela. El gran éxito de la película probablemente haya sido la principal causa de la proliferación de vampiros en las pantallas durante las siguientes décadas y que recién se desaceleró un poco en los últimos tiempos: quizás, tras la pandemia, el público no quedó muy predispuesto a consumir relatos sobre transmisiones virales, ni siquiera de vampirismo.
La película tenía un elenco superlativo encabezado por Tom Cruise, Brad Pitt, Christian Slater, Antonio Banderas y Kirsten Dunst, quien se lleva la parte del león en la responsabilidad de su suceso, aunque no todos los roles fueron igualmente celebrados (Rice no quería a Cruise y Banderas, con exceso de maquillaje, parece más un transformista poco logrado que un vampiro lívido). Este seleccionado de estrellas podría haber sido mayor si River Phoenix no hubiera muerto sorpresivamente de sobredosis en la Noche de Brujas de 1993, dado que ya estaba fichado para interpretar el rol del entrevistador que luego recayó sobre Slater.
Inevitablemente, el film generó una secuela, basada en las siguientes novelas del ciclo de las “crónicas vampíricas” de Rice, titulada La reina de los condenados (2002), que quedó en el sepulcro del olvido y no hay riesgo de que se levante. La distancia entre ambas producciones queda bien ejemplificada por las diferencias entre sus elencos: en lugar de la figuras de clase A como Cruise y Pitt, la última cuenta con Stuart Townsend y Vincent Perez, figuras de la clase “me suenan de algún lado”, y también con la cantante Aaliyah, quien falleció en un accidente de aviación antes del estreno.
Los magros resultados comerciales de esta película, sumados a las muertes que, previsiblemente, generaron rumores de una maldición en las adaptaciones, hicieron que no se volviera a versionar otra novela de vampiros de Anne Rice por los siguientes 20 años, a pesar de que vendió millones de ejemplares y de la euforia por el rubro, debida, en gran parte, a sus propios textos.
La serie Entrevista con el vampiro -que, como la película, está disponible en Prime Video- rompió con esa racha y puede ser vista a la vez como una remake y una secuela de la película estrenada hace 30 años. En el film, el vampiro Louis de Pointe du Lac (Pitt) concede un largo reportaje al periodista Daniel Molloy (Slate) en el que le cuenta su vida y, en particular, su vínculo con el también vampiro Lestat de Lioncourt (Cruise) quien, unos 200 años antes, lo transformó en una criatura sobrenatural. La serie es una secuela porque cita esos encuentros y se propone como una continuación: su historia acontece décadas más tarde, en 2022, cuando Daniel (aquí Eric Bogosian) es ya un septuagenario e inicia una nueva entrevista con Louis (aquí Jacob Anderson, de Game of Thrones) que sigue en sus lozanos 20 y se mudó de su departamento en el barrio Castro de San Francisco (el antiguo barrio gay donde vivió Rice) a un penthouse palaciego situado en Dubai.
Al mismo tiempo, la serie es una remake porque vuelve a la misma historia: Louis afirma que quiere revisar su relato anterior para corregir errores o deliberadas falsedades. Con esto, el personaje nos revela que, en el pasado, fue un narrador poco fiable, cosa que también abre las sospechas sobre esta nueva versión. Esa excusa argumental para contar otra vez lo mismo es endeble, pero puede ser considerada la misión manifiesta de esta serie: enmendar todo lo que la película representó mal, al menos desde la perspectiva actual. En este sentido, más que una remake del film, la serie es una nueva versión de la novela, pero no necesariamente una más fiel a su letra.
Las mayores diferencias entre ambas adaptaciones provienen de la transformación en la serie de todo aquello que en la película quedó anclado a otra era. El crítico Raymond Williams llamó “estructura del sentimiento” a los rasgos característicos de un determinado período, algo así como -aunque no exactamente- el estado de ánimo de una sociedad o el espíritu de época, tal como quedan involuntariamente sedimentados en las obras de arte. Así, estas dos versiones de la novela de Rice reflejan la estructura del sentimiento de diferentes momentos y, en consecuencia, son muy distintas.
El sentir de nuestro presente está dejando su marca, más que en ninguna otra cosa, en la representación de la raza y de la sexualidad. Así como hasta los años 80 y la caída del bloque del Este, para la elite versada en el materialismo histórico las diferencias en la clase social explicaban todos los conflictos del mundo, en la actualidad -al menos en los Estados Unidos, la mayor fábrica de relatos populares de Occidente- ese lugar lo ocupa la opresión de las minorías raciales y sexuales.
Siguiendo esta dinámica, no resulta sorprendente que la diferencia más evidente entre la película de 1994 y la serie iniciada en 2022 y que ya va por su segunda temporada sea que la mayoría de sus protagonistas son personas de color. En la novela de Rice como en el film de Jordan, aunque suceden mayormente en Nueva Orleans, donde el 52% de la población es negra, todos los protagonistas son blancos. Louis, inspirado originalmente por la figura de Alain Delon, es presentado a fines del siglo XVIII como un dueño de plantación y esclavista de buen corazón.
Ni la novela, ni la película están interesadas en el drama de la esclavitud. Los esclavos son un dispositivo narrativo, una herramienta secundaria del relato que, a través de una rebelión resuelta sin demasiadas complicaciones, desencadena el final de la historia. La serie, en cambio, se mete de lleno en la problemática racial: Louis, en este caso, es un proxeneta negro que regentea burdeles y casas de juego pero también, a pesar de su profesión, conserva un espíritu benévolo. Su biografía se mueve de 1790 a 1910, cuando tanto la esclavitud como las plantaciones son parte del pasado pero no así el racismo, que estaba perfectamente vigente en particular por la implementación en el sur de las llamadas “leyes de Jim Crow” de segregación racial.
Si bien esta transformación puede ser vista como otro ejemplo de la llamada “inclusión forzada”, es decir, cuando se altera radicalmente la historia de un personaje clásico para justificar un cambio de raza o de género que se ajuste a la normativa de representación políticamente correcta, en este caso se puede argumentar que hacer de Louis una persona de color no es enteramente arbitrario ya que permite explorar un aspecto de la historia original que estaba artificialmente silenciado. No es una licencia por completo impertinente de la adaptación mirar a la relación entre razas en un estado donde la mayoría de la población es negra desde un punto de vista más sensible a estas diferencias que el de un aristócrata francés y un terrateniente esclavista.
En el plano sexual, las alteraciones también obedecen al cambio de época que produjo la expansión de las identidades de género y las orientaciones sexuales. En las novelas de Rice los vampiros no tienen sexualidad porque su mayor fuente de placer físico consiste en beber la sangre de sus víctimas. Dicho esto, hay un manifiesto componente homoerótico en sus libros: la mayoría de los vampiros son hombres que se sienten atraídos por la belleza de otros hombres, aunque su vínculo es romántico más que sexual. Este aspecto está presente pero mitigado en la película. En la vida real, Tom Cruise solía ser señalado como un gay en closet, cuando semejante juicio todavía no era condenado como una invasión flagrante de la privacidad y podía llevar a la pérdida de contratos y popularidad. A pesar de esto, el actor se atreve a representar al decadente Lestat como sexualmente ambiguo, irremediablemente atraído por la belleza de Pitt/Louis. La película, sin embargo, se encarga en los diálogos de aclarar una y otra vez, como un representante receloso, que son solamente amigos.
Así como en el film la sexualidad está asordinada, en la serie está puesta a volumen 11. Lestat (Sam Reid) y Louis son abiertamente amantes y pansexuales omnívoros. A diferencia de la mitología vampírica establecida por Rice, aquí el acto de hincar los colmillos en el cuello de la víctima ya no es una metáfora de la penetración sino un complemento. La homofobia de la película se evapora en la serie con la proliferación de sexualidades que se despegan de la llamada heteronormatividad.
Esto no quiere decir que esta nueva versión sea siempre más liberal que la película de los 90 o la novela de los 70. Tal como nuestra época respecto del pasado, en algunos aspectos es más puritana. El trío de protagonistas se completa con Claudia, uno de los personajes que resultan más inquietantes en el libro porque fue convertida en inmortal a los 5 años, es decir, su cuerpo dejó de desarrollarse a esa edad mientras que su personalidad siguió evolucionando: Claudia es una mujer adulta en un cuerpo infantil. En la película, fue magistralmente representada por Kirsten Dunst cuando la actriz tenía 12 años. En la serie, sin embargo, ya es mayor de edad, cosa que le quita toda su tragedia. La sexualización de una niña era algo que en el pasado bien podía ser parte de la ficción, donde debería ser posible jugar con total libertad con lo peor de nosotros porque nadie real resulta lastimado. Sin embargo, tal como evidenciaron los ataques de parte del feminismo a Lolita, la obra maestra de Vladimir Nabokov, tal cosa ya no está permitida. Las ficciones nos demuestran que nuestra cultura no sigue una evolución lineal, sino que obedece a las caprichosas reglas que va creando la hegemonía de cada momento. Entrevista con el vampiro no es una excepción.
- AMC estrenará Entrevista con el vampiro en capítulos semanales desde el 30 de este mes, todos los domingos, a las 22. La película, como la primera temporada completa on demand, ya están disponibles en Prime Video (hay una segunda temporada confirmada).
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