Tina Fey, de jefa en la televisión a exitosa debutante en Broadway
"La mayoría de las veces, ser un buen jefe supone contratar a gente talentosa y dejarlos hacer lo suyo. Al contrario de lo que pensaba cuando era una nena ser el jefe casi nunca implica marchar por la oficina, sacudiendo los brazos y gritar: «¡Soy el jefe, soy el jefe!». Una verdad y una broma autodirigida como para evitar parecer demasiado solemne. Esa parece ser la marca registrada y enormemente exitosa de Tina Fey , guionista, comediante, dramaturga, actriz, escritora y conductora excepcional. Una mujer orquesta brillante y una líder indiscutida en una industria que – más allá de las recientes iniciativas por la igualdad– suele discutirlas todo el tiempo. Algo que Fey discute con iguales dosis de seriedad y humor en su libro de memorias Bossypants, en las entrevistas y, sobre todo, a través de sus guiones.
Así sucedía cuando comandaba al numeroso y eminentemente masculino equipo de guionistas de Saturday Night Live, la primera mujer en tener esa responsabilidad en cuarenta años de programa, cuando escribía y protagonizaba la maravillosa 30 Rock y también ahora en Unbreakable Kimmy Schmidt, la comedia de Netflix que hoy estrena la primera parte de su cuarta y última temporada.
Desde sus tiempos en Saturday Night Live y durante la época de 30 Rock –ganadora de 15 premios Emmy– está claro que el medio por excelencia de Fey es la televisión y no sólo como medio de difusión sino también como tema a explorar en sus historias. Sus relatos funcionan muchas veces como una reflexión sobre la cultura popular, un metadiscurso que vuelve a aparecer en Unbreakable Kimmy Schmidt, Y aun así, el más reciente suceso de la guionista que condujo tres veces los premios Globo de Oro junto a su mejor amiga, la brillante comediante Amy Poehler, no tiene nada que ver con la TV y mucho que ver con el cine y el teatro.
Es que en 2004, ya establecida como guionista principal e integrante fundamental del elenco de SNL, Fey decidió adaptar para la pantalla grande el libro de autoayuda para adolescentes Queen Bees and Wannabes de Rosalind Wiseman y transformarla en una comedia de secundaria tan graciosa como relevante para exponer la cultura del bullying estudiantil. Protagonizada por Lindsay Lohan Chicas pesadas –título local de Mean Girls –, se transformó en un éxito inesperado y un fenómeno cultural que estableció a Fey como una de las voces más destacadas de su generación.
Y como tal, según la peculiar lógica de Hollywood lo que se esperaba de ella es que repitiera la fórmula, que escribiera algo similar a Chicas pesadas o, al menos, una continuación. Algo que siempre esquivó hacer hasta que la tendencia de llevar películas modernas a Broadway–sucedió con Legalmente rubia, Waitress, Once y ahora es el turno de Mujer bonita–, empezó a pisarle los talones. "Si alguien iba a hacerlo, mejor que lo intentara yo", dijo Fey en las muchas entrevistas que dio hace pocas semanas cuando, sorpresa de sorpresas, su nueva adaptación del libro que la inspiró a principios de 2000 se transformó en el musical más nominado para los premios Tony. Doce menciones que incluyen las categorías principales: mejor musical, libro y música (a cargo de Jeff Richmond, el marido de Fey).
Claro que más allá del desvío por Broadway, lo cierto es que su rara combinación de talento para la escritura, la actuación cómica y la filosa mirada sobre la cultura y la política de su país encajan a la perfección con el actual escenario de la comedia en los Estados Unidos. Esa particular habilidad que la convirtió en 2010 en la persona más joven en recibir el premio Mark Twain a la comedia norteamericana, el galardón más prestigioso de su profesión –del que conversó hace pocas semanas en el programa de David Letterman, otro galardonado – hasta ahora se refleja más y mejor en la televisión.
Tal vez por eso, apenas dejó Saturday Night Live Fey se puso a trabajar en 30 Rock, donde interpretaba a Liz Lemon, la productora de un programa similar a SNL, una especie de alter ego deforme, gloriosamente nerd y profesionalmente brillante. Un paquete completo y complejo que nadie más que ella podría haber concebido.
Luego llegaría la despedida de ese programa, algunas películas fallidas (Hermanas, Reporteras en guerra) y la creación de otra historia repleta de guiños y huellas culturales con una premisa que, sin planearlo, la volvió a convertir en pionera.
Es que cuando la cadena NBC–la misma de SNL y 30 Rock – decidió que Unbreakable Kimmy Schmidt, la historia de una joven mujer que era liberada después de haber estado secuestrada quince años en un bunker, no encajaba con el resto de su programación, Fey y su socio creativo, Robert Carlock optaron por ofrecerle el material a Netflix. Una solución que ahora parece obvia pero que no lo era en 2015, cuando el gigante del streaming figuraba en un lejano segundo puesto detrás de los canales de aire y las señales premium, que ahora supera con contundencia, en la lista de posibles plataformas para los creadores con mayor influencia en Hollywood.
Así, la decisión de Fey no sólo salvó a la serie del purgatorio televisivo sino que funcionó como una especie de guía práctica para futuros productores decididos a defender sus ficciones y llevarlas a la pantalla en sus propios términos. Algo que Fey y su equipo consiguieron reflejar encada una de las temporadas de Unbreakable Kimmy Schmidt, que se fue alejando paulatinamente de las restricciones impuestas por la TV de aire, y profundizó su intención inicial de hacer comedia de temas tan poco risibles como el stress postraumático, la inmigración, las abismales diferencias sociales y económicas en los Estados Unidos y la desigualdad de géneros. Y, como si todo eso fuera poco, también crearon la primera presentación en Netflix que es imposible omitir.
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