The wire: un periodista, un expolicía y la serie de culto que retrató una ciudad condenada
David Simon y Ed Burns volcaron su conocimiento de las redes delictivas y las instituciones de Baltimore en esta ficción hiperrealista exenta de clichés televisivos
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En un cubículo del departamento de policía de Baltimore, una agente de la división de narcóticos completa con dificultad el informe de un arresto reciente en su máquina de escribir. Frustrada por la ausencia de computadoras en el recinto, corrige las torpezas administrativas de dos de sus compañeros, que bromean y se jactan de su trabajo en la calle y los abusos que cometen al detener a dealers de poca monta.
-Su heroísmo me mata. Librando la guerra contra las drogas... un caso de brutalidad a la vez, comenta la agente en tono sarcástico.
-No podés ni siquiera llamarla una guerra, contesta uno de sus colegas.
-¿Por qué no?, interviene el otro.
-Las guerras terminan, remata el primero.
Esa escena del piloto de The Wire (2002-2008) insinúa el espíritu de la serie en el primer cuarto de hora. A partir de la creación de una unidad especial para desmantelar una banda de narcotraficantes mediante escuchas judiciales -a las que alude el título-, la trama avanza a la par de las investigaciones de la policía de Baltimore. Pero a medida que se entrelazan las historias de los criminales con las de los detectives, se difuminan las líneas divisorias entre héroes y villanos. Ambos bandos protagonizan esta producción de HBO que retrata una ciudad atrapada en la inercia de un engranaje institucional que perpetúa su decadencia.
El creador de la serie, David Simon, explicó que se inspiró en las tragedias griegas, en que “protagonistas condenados se confrontan a un sistema al que le son indiferentes su heroísmo, su individualidad y su moralidad”. Cada temporada de The Wire se introduce en distintos ámbitos donde se expresa ese antagonismo entre los personajes y los medios en que se desenvuelven. La primera muestra la consolidación del narcotráfico y su control sobre los vecindarios pobres. En las siguientes cuatro se pueden ver como un sindicato de trabajadores portuarios se involucra en el contrabando ante el decaimiento de su industria; un político declina su idealismo y recae en la demagogia para ser electo alcalde; dos policías retirados ingresan a un sistema de educación pública incapaz de igualar oportunidades, y una redacción de periodistas busca sobrevivir en el medio de los recortes presupuestarios y las presiones editoriales.
Antecedentes
Previo a su reconversión como guionista y showrunner, Simon trabajó como periodista de policiales para el diario The Baltimore Sun entre 1982 y 1995. En ese período publicó el libro de no ficción Homicide (1991), una crónica de sus experiencias junto a los detectives de la división de homicidios del departamento de policía de Baltimore, a quienes acompañó durante un año en todas sus tareas de investigación. El éxito de la publicación daría lugar a una serie del mismo nombre (1993-1999) y una película (2000).
Una vez consolidado como escritor, Simon retomó el contacto con el exdetective Ed Burns, a quien había conocido en su etapa como reportero y juntos se sumergieron durante un año en los barrios bajos de la zona oeste de Baltimore, una investigación que luego se convertiría en el libro The Corner (1997) y la miniserie de HBO del mismo nombre (2000). De esta sociedad entre ambos y de la síntesis de los dos proyectos anteriores nacería The Wire. Burns, que contaba con 20 años de experiencia persiguiendo a narcotraficantes, tuvo un rol decisivo en el desarrollo de la historia, como reconoció el propio Simon: “Realizó muchas investigaciones extensas de ese tipo [...] La serie se basó en gran medida en sus experiencias y sus frustraciones en el Departamento”.
Para potenciar aún más el staff de guionistas y crear un policial matizado, impermeable a los clichés televisivos, Simon convocó a tres reconocidos novelistas del género. Con la expansión de la serie hacia otras temáticas a partir de la segunda temporada, se incorporaron nuevas voces especializadas en cada materia. Fue el caso de Rafael Alvarez y William F. Zorzi, dos periodistas locales que aportaron su conocimiento del puerto de Baltimore y el entramado político de esa ciudad para las temporadas 2 y 3, respectivamente. En la cuarta, Burns volcó su experiencia como profesor de secundario -su primer empleo tras retirarse de la policía-, mientras que Simon expresó su descontento con el devenir de la prensa escrita en la quinta y última entrega. Durante todo el proceso, el equipo indagó exhaustivamente sobre cada detalle de la trama y realizó cientos de entrevistas. El objetivo no era solo recolectar información, sino también capturar la jerga de los entrevistados, hasta alcanzar el grado de realismo al que aspiraba el creador de la serie, que aún conservaba su alma de cronista.
Personajes
Las experiencias de Simon y Burns también se vieron reflejadas en la construcción de los personajes de la serie, muchos de los cuales estuvieron basados en criminales, policías y otros nativos de Baltimore que conocían, e incluso algunos de ellos hasta conformaron el elenco.
Avon Barksdale
El personaje que lidera la banda narco que controla la zona oeste de Baltimore, interpretado por Wood Harris, comparte apellido con el narcotraficante Nathan “Bodie” Barksdale, pero se inspiró en mayor medida en Melvin Williams. Apodado “el zar de la heroína”, Williams revolucionó el tráfico de estupefacientes en esa zona de la ciudad en la década del ‘60 y dominó la escena -incluso desde la cárcel- hasta un tercer arresto en 1987 por un cargo de mayor envergadura. Burns tuvo un rol destacado en la investigación, al descifrar un código que “Little Melvin” había creado para interactuar con los dealers que respondían a él. En tanto, Simon relató su captura en el Baltimore Sun.
Reformado en prisión, Williams cambió la delincuencia por la fe, se volvió un colaborador de lujo para el staff de The Wire e incluso tuvo un papel secundario en las últimas tres temporadas. Con la noticia de su muerte en 2015, Simon le dedicó una sentida despedida: “Little Melvin, 73, me hizo repensar la guerra contra las drogas. La terminaste en libertad, hermano”.
RIP to Melvin "Little Melvin" Williams, 73, who made me begin to rethink the drug war. You ended it free, brother. pic.twitter.com/UjtshQAmzz
— David Simon (@AoDespair) December 3, 2015
Omar Little
El ladrón con “códigos” que solo asalta a narcos, uno de los personajes más populares de la serie, fue concebido como una síntesis de distintos criminales de Baltimore. Donnie Andrews fue uno de ellos. Durante sus años de servicio, Burns notó que este tipo de delincuentes eran lobos solitarios que seguían sus propios códigos éticos y aportaban información valiosa.
En 1986, tras asesinar a dos narcotraficantes por dinero y arrepentirse del hecho, Andrews se entregó a Burns y accedió a cooperar en el arresto del coautor del homicidio y del gangster que había dado la orden. Una vez en la cárcel, le proveyó información sobre delitos a Simon para sus notas periodísticas. Años más tarde sería acreditado como consultor de The Wire.
Reginald “Bubbles” Cousins
Cuando trabajaba para The Baltimore Sun, Simon conoció a “Possum”, un informante de la policía adicto a la heroína que poseía una excelente memoria visual. No llegó a entrevistarlo antes de su muerte a causa del sida, pero le dedicó un obituario y una década más tarde volcó sus recuerdos de él en el personaje de “Bubbles”, que sería interpretado por Andre Royo.
La transformación del actor fue tan convincente que el personal de seguridad lo expulsó una vez del set creyendo que era un indigente que se había infiltrado en el predio. En otra oportunidad, cuando estaba a punto de filmar una escena en la calle, un verdadero adicto le quiso convidar heroína al leer en su lenguaje corporal que estaba desesperado por una dosis.
Felicia “Snoop” Pearson
El suyo es un caso particular. Ella misma interpretó al personaje que lleva su nombre y apodo reales y está basado en su historia de vida. Hija de dos adictos al crack, ambos presos, se crió en un hogar sustituto y empezó a trabajar como dealer en la adolescencia. A los 14, un altercado con una chica de su edad condujo a la muerte a esta última y aunque se determinó en juicio que había disparado sin intenciones de matar, Felicia debió cumplir seis años y medio de prisión.
Su participación en The Wire le valió el elogio de Stephen King, que la describió como “quizás la villana femenina más aterradora en aparecer en una serie de TV”. En una entrevista de radio, la actriz comparó la serie con un reality show y dijo: “Mi vida es como The Wire”. En 2011, fue arrestada nuevamente por participar de una red de tráfico de drogas.
Policías
Entre los policías, varios personajes se inspiraron en exmiembros de la división de Burns. Él mismo dibujó características propias en Jimmy McNulty y Roland Pryzvylewski (este último tiene un talento especial para descifrar códigos y se dedica a la docencia tras abandonar el Departamento). Sin embargo, el caso más curioso es el de su excolega Jay Landsman, que actúa en la serie, pero no en el rol del detective que lleva su nombre -interpretado por Delaney Williams-, sino en el del teniente Dennis Mello, basado en el jefe de la unidad que integraron él y Burns, quien también conservó el nombre original.
Actualidad
A pesar de que la pandemia de coronavirus repercutió en una disminución de sus índices delictivos, Baltimore registró por sexto año consecutivo al menos 300 homicidios -fueron 335 en el último período, apenas 13 menos que el récord histórico del año anterior- y más de mil tiroteos en 2020, según estadísticas oficiales. Si se extiende el análisis a la totalidad del área metropolitana, la ciudad posee la tasa de homicidios más alta del país por cada 100.000 habitantes.
Este difícil presente y el hecho de que hayan persistido los episodios de violencia pese al aislamiento recuerdan una frase icónica de The Wire, pronunciada por el jefe del departamento de policía en la tercera temporada: “Esto es Baltimore caballeros, los dioses no los salvarán”.
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