The Gilded Age: como en Downton Abbey, aristócratas y nuevos ricos se disputan Nueva York
Tras una década de marchas y contramarchas, el lunes llega a HBO la nueva serie de Julian Fellowes, suerte de secuela espiritual del gran éxito británico, ahora ambientado en la Gran Manzana de 1880
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NUEVA YORK.- Christine Baranski todavía recuerda aquella fatídica velada de los premios Emmy 2012, cuando le tocó sentarse cerca de algunas de las estrellas de Downton Abbey, la celebrada serie dramática sobre los pormenores de la vida en una mansión rural británica en las primeras décadas del siglo XX.
Baranski estaba nominada como mejor actriz dramática de reparto por The Good Wife, pero esa noche se fue con las manos vacías: el premio se lo llevó una de las actrices de Downton, que tras seis temporadas, en marzo próximo estrenará su segunda película. “Me tocó competir con la inigualable Maggie Smith, así que no tenía la menor chance”, recuerda Baranski.
Pero más tarde aquella noche, la actriz coincidió en una fiesta con Julian Fellowes, el creador de Downton Abbey. Baranski había escuchado que Fellowes estaba trabajando en una secuela de la serie, y aprovechó la oportunidad para cubrirlo de elogios. “Siempre me pone verde de envidia ver a todos esos magníficos actores con ese magnífico vestuario haciendo esa serie de época -le dijo Baranski-. Me pregunto por qué los norteamericanos nunca tenemos oportunidades como ésas.”
Una década más tarde, a Baranski y un elenco de decenas de actores y actrices les llegó su oportunidad con The Gilded Age, la nueva serie dramática de época creada por Fellowes que se estrena este lunes, a las 23 por HBO (también estará disponible en HBO Max).
Aunque no es una secuela de Downton Abbey estrictamente hablando, The Gilded Age es otra superproducción histórica a todo lujo, ambientada en la Nueva York de la década de 1880, marcada por el choque de clases entre los ricos de siempre, descendientes de los colonos holandeses, y los nuevos ricos, industrialistas y manufactureros.
En su primer episodio, The Gilded Age sigue los pasos de Marian Brook (Louisa Jacobson) y su amiga Peggy Scott (Denée Benton) hasta la casa en Manhattan de las tías ricas de Marian, Agnes van Rhijn (Baranski) y Ada Brook (Cynthia Nixon, de Sex and the City).
Allí, las jóvenes son iniciadas en las glamorosas costumbres e impiadosos hábitos de la clase alta neoyorquina y en la rivalidad de sus tías con los prósperos arribistas George y Bertha Russell (Morgan Spector y Carrie Coon), quienes acaban de construirse una mansión imponente frente a la suya.
The Gilded Age tiene todo el boato y el lujo de producción al que nos tenía acostumbrados Downton: fastuosos escenarios, vestuario deslumbrante y un elenco multiestelar. A eso se suma la alcurnia de Fellowes, ganador de dos Emmy por Downton y del Oscar por Gosford Park.
Pero The Gilded Age llega al final de un camino extenuante, que implicó su pase de la cadena abierta NBC al streaming de HBO, y de un proceso de producción varias veces demorado por la pandemia. La serie tendrá que demostrar si los espectadores sintonizarán HBO para ver un drama de época y si de hecho Downton es un fenómeno capaz de ser emulado o simplemente un éxito irrepetible.
Fellowes, que escribió las seis temporadas de Downton Abbey (en un par de episodios tuvo coguionista) y sus dos secuelas fílmicas, sabe que la apuesta es difícil, aunque prefiere entenderlo como un reflejo del éxito arrollador de Downton Abbey. “La única forma de que la gente no espere nada de vos es que solamente hayas hecho fracasos -dice Fellowes-. Yo prefiero haber tenido un gran éxito y después ver si logro sobrevivirlo.”
Cuando estaba investigando y escribiendo Downton Abbey, Fellowes exploró el fenómeno de las así llamadas “princesas del dólar”: las ricas herederas norteamericanas de los siglos XIX y XX con las que se casaban los aristócratas europeos en bancarrota para intentar sostener su estilo de vida y sus propiedades (como lo es en esa ficción Cora, la condesa de Grantham, interpretada por la actriz norteamericana Elizabeth McGovern).
Así fue que Fellowes se interiorizó en la vida de las grandes dinastías norteamericanas, como los Vanderbilt, los Astoria y los Gould, y por el boom financiero ocurrido tras la Guerra Civil norteamericana. “Las fortunas no paraban de crecer, esos hombres se hacían cada vez más poderosos, y todo desbordaba”, explica Fellowes. No contentos ya con ajustarse al molde de la nobleza europea, los grandes capitalistas empezaron a gastar su dinero “a la norteamericana”, dice Fellowes. “Ya no se compraban casas de campo con 15.000 hectáreas de terreno: ahora se mandaban construir inmensos palacios uno al lado del otro en su propio país.”
Pero solo a los hombres se les permitía tener una carrera y participar en política. Como dice Fellowes, “las mujeres fuertes con imaginación e ingenio se las tuvieron que arreglar solas” ¿El resultado? Una alta sociedad con una jerarquía tan férrea como implícita.
Esa es el fundamento y telón de fondo histórico de The Gilded Age, que la NBC le encargó a Fellowes en 2012, cuando Downton Abbey ya era un fenómeno mundial. Pasaron seis años hasta que la NBC anunció que había programado el estreno para 2019. Pero cuando esa fecha llegó, en vez del estreno, la cadena anunció el pase del proyecto a HBO. Fellowes dice estar contento de que The Gilded Age aterrizara en la cadena premium y se reconoce un fanático de sus programas más emblemáticos, como Succession.
Cuando comenzó el casting, Baranski y Nixon fueron contratadas para interpretar a un par de tías peleadoras con ideas contradictorias sobre la vida en sociedad. Según la descripción que hace Nixon, “Agnes es de esas personas que creen que la ley es absoluta. Ada cree que el espíritu de la ley no siempre es correcto, y la esquiva cada vez que puede”. En cuanto su personaje, Baranski dice que es “una esnob maravillosa, ¿y quién no querría interpretar a una esnob escrita por Julian Fellowes?”
Los decorados se construyeron en estudios de sonido de Long Island, incluidas las innumerables habitaciones de la mansión Russell, decoradas con telas y estampados propios de la época, fabricadas por algunas de las empresas europeas originales que las hacían en el siglo XIX. Cerca del Museo de Armamento de Estados Unidos, en Old Bethpage, Nueva York, construyeron un set de rodaje en exteriores con la fachada de imponentes edificios y opulentos interiores que en su conjunto recrean un tramo del East Side de Manhattan hacia fines del siglo XIX (el programa también utiliza locaciones en Troy, Nueva York, y en Newport, Rhode Island)
Bob Shaw, diseñador de producción del programa, dice que en comparación con series anteriores de HBO en las que ha trabajado —como Los Soprano y Boardwalk Empire—, “Esta es la producción más grande que he manejado. Nosotros no parábamos de dibujar y proyectar, y a todo nos decían que sí”, cuenta Shaw. “Cuando pedís que construyan una inmensa escalinata, estás esperando que te pregunten cuántas veces pensás usarla a ver si se justifica semejante gasto. En The Gilded Age eso jamás nos pasó.”
Para prepararse para el rodaje, los miembros del elenco leyeron las grandes novelas de Edith Wharton y Henry James, y recibieron clases sobre la historia, etiqueta, dicción y costumbres sociales de esa “edad dorada” norteamericana. “La cultura de las tarjetas de visita era intrincada y sensible”, dice Jacobson, quien es la hija menor de Meryl Streep. “Si ibas a la ópera y conocías a una dama de la sociedad con la que querías entablar relación, dejabas tu tarjeta de visita en su casa, como quien dice: Me gustaría conocerte más, quiero gustarte”. “Era como el Instagram de la época”, agregó.
Pero en marzo de 2020, cuando el rodaje estaba a punto de comenzar, se desató la pandemia y retrasó todo durante meses. “Fue como estar a punto de botar al mar un transatlántico y que de pronto te hagan volver al muelle”, dice Baranski. “Fue un momento difícil.”
Debido a ese retraso The Gilded Age perdió a una de sus protagonistas, Amanda Peet, que tuvo que renunciar al proyecto por problemas de agenda. Fue reemplazada por Carrie Coon, quien asumió el papel de Bertha Russell, un personaje con reminiscencias de Alva Vanderbilt, que descubre que el dinero de su familia no le sirve para hacerse un lugar en la jerarquía social de Nueva York.
Según Coon, el desaire que sufre Bertha al menos sirve para que su agresivo personaje adquiera una dimensión con la que podemos simpatizar. “Y esa simpatía que despierta Bertha proviene del sentido de justicia que todos tenemos”, dice Coon. “Preferimos el mito de la meritocracia que una regla arbitraria de exclusión”. Y hablando desde la perspectiva de personaje que encarna, dice: “El mundo no es justo, OK, pero uno al menos tendría que poder pagarse su lugar, ¿o no? Eso sí me parecería bastante justo.”
La larga pausa y el gradual reinicio de la producción también fueron aprovechados por los miembros del reparto, como Benton, para mejorar su comprensión del personaje que les había tocado y de su función en la historia. Benton dice que le sugirió al equipo creativo de The Gilded Age que buscara otras formas de mostrar que había personas negras como su personaje, Peggy, que vivían en sus propias comunidades ricas y bien educadas.
“El corazón y las motivaciones de Peggy no se modificaron, pero me pareció que era una buena oportunidad”, dijo Benton, cuyo personaje es una aspirante a escritora. “¿Por qué Peggy tenía que trabajar para una editorial blanca, si en ese entonces había increíbles periódicos negros? ¿A nadie se le había ocurrido?”
Benton dice que a partir de ese momento se inició un proceso de trabajo en colaboración que condujo a cambios en los personajes y modificaciones en la línea argumental, “aunque no fue en un abrir y cerrar de ojos”. Y agrega: “Estoy segura de que más de uno masticó bronca y se agarró la cabeza, pero lo logramos.”
(Traducción de Jaime Arrambide)
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