La serie de Peter Morgan regresó este miércoles a Netflix con su nueva entrega que explora la escandalosa separación entre Lady Di y el actual rey británico; atención: esta nota tiene spoilers
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“Había tres personas en ese matrimonio, estaba un poco abarrotado”, le manifestó la princesa Diana de Gales al periodista de la BBC Martin Bashir para el ciclo Panorama en la entrevista emitida el 20 noviembre de 1995. Lady Di se estaba refiriendo, con esa explosiva frase, al colapso de su matrimonio con el príncipe Carlos y a la relación extramatrimonial de él con Camilla Parker Bowles, tan solo la punta del ovillo de su descargo que fue visto por 20 millones de televidentes.
The Crown, que desembarcó este miércoles en Netflix con su quinta temporada, le dedica dos episodios a la ahora infame entrevista que implicó un cataclismo para la corona británica, pero que también fue revisitada años más tarde bajo el prisma de un trabajo periodístico “sucio” de Bashir sobre el que Peter Morgan, showrunner de la prestigiosa ficción, aborda con una necesaria minuciosidad que traslada al resto de las viñetas sobre Carlos (Dominic West, reemplazando a Josh O’Connor), Diana (la australiana Elizabeth Debicki, quien toma la batuta de Emma Corrin) y ese final inevitable.
Por otro lado, The Crown regresa para hacer foco en los hitos que sacudieron a la familia real (hay un capítulo apropiadamente titulado “Annus Horribilis”, tal como fue denominado lo que significó 1992 para la difunta Reina Isabel II), pero el deterioro progresivo del matrimonio entre el actual rey y “la princesa de corazones” es, como podía preverse, el eje sobre el que se mueven los demás actantes, el reflejo más evidente de esa época en ruinas.
Una vida supeditada a los flashes
Si bien la quinta temporada no concluye con la muerte de Diana, su trágico accidente en París en el túnel del puente del Alma sobrevuela los 10 episodios a través de la constante presencia de los paparazzi en situaciones claves de su vida. El primer capítulo, “Britannia”, no solo es una parábola sobre cómo en 1991 la reina había perdido peso en ciertas encuestas por su perspectiva conservadora sobre determinados tópicos (el yate de Estado se resquebraja en consecuencia) sino también sobre cómo Carlos utilizaba a la prensa para instalarse paulatinamente como el futuro de la corona. El uso de los medios es retratado sin paliativos en The Crown y nos va conduciendo hacia la figura de Diana como una mujer que eventualmente también necesitó del periodismo para poder defenderse de persecuciones y difamaciones.
Aunque no se trate de un secreto, Morgan se adentra en las minucias de la cotidianidad del matrimonio en el que Diana seguía buscando la contención de su esposo, quien a último momento cancelaba viajes o bien llevaba amigos para evitar permanecer a solas con la princesa. El no querer estar a su lado sin intermediarios se registra de manera devastadora y, a diferencia de la temporada previa, con mayor atención de los paparazzi.
La imagen de Diana sonriendo para mantener las apariencias ante esos flashes que la llevaron a su muerte el 31 de agosto de 1997 resulta inquietante, y Debicki personifica esa dualidad en la que la princesa debía moverse tomando modismos de Corrin (la transición es perfecta por esa misma razón), pero aportando más capas que denotan el desgaste de Diana en ese mundo donde priman las apariencias y el deber ser.
Las charlas privadas de Carlos y Camilla, al descubierto
En una temporada que debió barajar numerosos escándalos, quizá uno de los más reveladores sea el llamado “Tampongate”, el momento en el que se hizo pública una conversación de alto voltaje entre Carlos y Camilla, cuando una llamada del entonces príncipe fue interceptada accidentalmente y vendida a la prensa. En la misma se podía escuchar al hijo de la reina diciéndole a su amante cómo “quería vivir dentro de su pantalón”, entre otras expresiones que fueron citadas en las tapas de los diarios de la época. En este punto, Morgan juega con las líneas temporales y muestra primero este suceso y luego el anuncio de la separación de Diana y Carlos. Esa decisión es recurrente en esta temporada de la serie que, para fines dramáticos, juega con la cronología y las imprecisiones, algo que no siempre funciona a favor de la ficción. En efecto, la cinta de seis minutos de charla, grabada por un aficionado a la radio, se publicó en 1993, cuando la prensa sintió que la pareja real no estaba en jaque ya que la separación era un hecho.
A través de ese caso, Morgan también alude a cómo Carlos es víctima del mismo sistema que empleó cuando a él le resultó conveniente y registra la reacción de Diana al leer esos intercambios que cobran más fuerza en tinta. “Si miro hacia atrás y pienso en cómo fue interpretarlo, soy consciente de que la culpa no era de estas dos personas que estaban teniendo una conversación privada. Lo que está [claro] es cuán invasiva y repugnante fue la atención de la prensa que publicó palabra por palabra”, expresó West, en diálogo con Entertainment Weekly, sobre la forma en la que Carlos y Camilla fueron el centro de atención por lo que sucedía puertas adentro. Asimismo, The Crown alude al impiadoso “sistema” real, y a cómo el príncipe debió obedecer órdenes de sus padres por lo que fue una mancha más a la reputación de la corona.
Diana, el libro y la infame entrevista
Entre los aspectos más reveladores de The Crown en relación al matrimonio de Diana y Carlos, nos encontramos con la previa a dos sucesos que fueron una verdadera bomba para la familia real: el libro editado en 1992, Diana: una historia real, de Andrew Morton con el relato en primera persona de la princesa, y la entrevista que ella brindó a la BBC. Como a Morgan le agradan los simbolismos, para este último escándalo opta por un montaje paralelo un tanto burdo, oscilando entre la entrevista que brindó Diana a Panorama y el festejo del 5 de noviembre que recuerda el intento fallido de Guy Hawkes de destruir el Palacio de Westminster. El mensaje no tan subyacente de que Spencer dinamitó a la corona desde su propia residencia no necesitaba de analogías, pero en la serie se tornan cada vez más explícitas. Lo mismo sucede con el libro de Morton que contó con la colaboración de la princesa, colaboración que se gesta en medio de un clima de paranoia que no cesa (más bien recrudece) cuando llega el momento de hablar a cámara.
A diferencia de otras temporadas en las que el impacto de determinados hechos clave para la corona son mostrados con contundencia, uno de los puntos más débiles de esta entrega es su obsesión por el entramado de diversas acciones y su desestimación de las consecuencias, lo que genera que la serie se torne un tanto anticlimática. En este sentido, que el capítulo que Diana brinda a la BBC se titule “Pólvora” es un mero engaño: vemos la recreación de la entrevista en la que la princesa cuenta cómo fue destratada por la corona y las infidelidades de Carlos (entre otros episodios que padecido), pero luego el estruendo no se escucha. En “Pareja 31″, el capítulo que le sucede, se abordan las dificultades para arribar a un acuerdo de divorcio, pero apenas se hace mención a lo resonante que fue en el Reino Unido la charla entre Spencer y Bashir.
En cuanto a la polémica con la familia real y las quejas ante el tratamiento que hace The Crown sobre la misma, se debió aclarar que la serie es una ficción y, en algunos tramos, se toma varias licencias que no encontrábamos en temporadas previas. Una de ellas, podemos inferir, es una larga secuencia en la que Diana y Carlos finalmente arriban a un acuerdo (fruto de la mediación del exprimer ministro, John Major) para que ambos puedan vivir tranquilos por separado, y luego cenan juntos rememorando el inicio de su relación y lo que pudo haber sido. Los reproches se producen con un tono que bordea lo jocoso, otra decisión extraña. Si bien la inclusión de una escena de tregua entre ambos no es reprochable per se, sí resulta disonante con el período que abarca esta quinta temporada, una mucho más lúgubre y tormentosa. Se trata no solo de una seguidilla de años convulsionados para la realeza sino también para Diana como mujer sin lugar de pertenencia, a quien describen como una foránea problemática.
El hecho de que su inminente muerte circunde el último capítulo de la serie tampoco contribuye a que ese tête à tête funcione. Por otro lado, el espacio que se le da a su relación con el cirujano Hasnat Khan es muy reducido, y era una arista más que interesante sobre la que The Crown pudo haber arrojado mayores revelaciones.
La quinta temporada de The Crown ya está disponible en Netflix.
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