LA NACION visitó el set de grabación de la ficción y dialogó con las protagonistas y con la directora Ana Katz sobre lo que se verá en pantalla en 2023, en la segunda temporada de la serie
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Terapia Alternativa fue, en 2020, una de las apuestas de ficción argentina de Star+, la plataforma de streaming de Disney para el público adulto. La recepción fue muy buena y la productora decidió lanzar una segunda temporada que estará disponible para la Argentina y el resto de América Latina el año que viene. La comedia dramática fue concebida por Ana Katz (Una novia errante, Sueño Florianópolis) y contará con las actuaciones de Carla Peterson y Griselda Siciliani. LA NACION visitó el set de filmación de la serie y conversó con las protagonistas sobre la nueva propuesta.
Excéntrica, ocurrente, moralmente indescifrable. Selva, la terapeuta de parejas interpretada por Peterson, fue la que se llevó las miradas, los suspiros y alguna que otra reflexión incómoda de los espectadores de la primera temporada. No quiere tener amigos, no pretende caerle bien a nadie y esa impunidad es repulsiva e hipnótica en partes iguales. Ella sabe lo que genera y le gusta. Su paso firme y antipático hizo caer rendida a sus pies a una audiencia que no pudo más que sumergirse en el mundillo de terapias y herramientas de esa psicóloga tan particular. Entre otros, sus pacientes en la nueva entrega incluyen a Darío (Daniel Rovira), Serena (Griselda Siciliani) y Amadeo (Alfonso Tort), una trieja que oscila entre la separación y la pasión irrefrenable, y a Betty (Ana María Cores) y Raúl (Victor Laplace), un matrimonio de artistas reconocidos de la comedia musical que se lleva pésimo.
Narrados con el mismo tono de humor ácido y la mirada irónica que caracterizaron la primera temporada, los nuevos episodios presentan a Selva más polémica y disruptiva que nunca, al tiempo que introducen un puñado de personajes diversos, divertidos y contradictorios, cuyas historias abordan temas actuales como las relaciones poliamorosas, las nuevas formas de familia y la fidelidad. Según su creadora, Ana Katz, es una trama aparentemente sencilla que esconde preguntas profundas sobre el sentido de la vida y los vínculos: “Me interesa investigar en lo incomprensible de los vínculos humanos, en las preguntas que no se responden, en lo impredecible que tienen el mundo y las relaciones. La serie tiene la posibilidad de hacer esas preguntas desde una plataforma muy abierta, de mucho acceso”.
-¿Creés que la ficción habilita la fantasía?
Ana Katz: -Creo que la fantasía siempre está funcionando, burbujeante y en ebullición. La serie intenta dar un paso más en ese límite moral y preguntarse si está mal que esas fantasías que no dañan a nadie puedan existir. Creo que para mucha gente la represión puede ser muy dura. En este espacio se espejan las preguntas de muchas personas, lo digan o no lo digan. Tal vez en la intimidad del hogar -y en ese sentido, hay una diferencia entre una plataforma o ir al cine- vos podés dar un paso en cosas que no te atreverías a sostener en una reunión frente a otros.
-¿El humor sirve de herramienta para hablar temas “tabú”?
AK: -Voy a adoptar una frase que dijo Benjamín Vicuña en la primera temporada: “Esta serie es un lobo disfrazado de cordero”, y la verdad que sentí que estábamos siendo descubiertos, porque es así. Hay temas con los que no tengo humor y son los que tienen que ver con la violencia, con la crueldad que hace que en un sistema haya gente que no acceda al alimento, pero fuera de eso, por las preferencias afectivas y sexuales, hay mucho por abrir, incluir y dar espacio en la libertad. El humor es una herramienta que uso sin querer, a veces la necesito para indagar sobre zonas más íntimas y veladas por los mandatos sociales donde reside la posibilidad de una persona de conectarse con su propia felicidad y sus propias decisiones y deseos. Desde este lugar, mi granito de arena tiene que ver con la posibilidad de que una persona se pueda conectar consigo misma sin lastimar a nadie y pudiendo hacerse preguntas. En esta temporada va a haber más humor y más espacio para la figura de Selva.
El set respira un aire liviano y asertivo. Artistas y equipo de producción se enfocan para sumergirse en la estética y el ritmo de la ficción. Se mueven acorde a las circunstancias: puntuales y expectantes para iniciar las grabaciones del día, que son las últimas antes de esperar el estreno por Star+ el año que viene. “¿Es muy solemne el final? Nunca me recibí de nada, voy a recortar la escena y mandársela a mi mamá ¡Qué stress la facu, vamos a festejar a un bar de San Isidro ¡Aprobé!”, bromea Carla Peterson al terminar de grabar la primera escena del primer capítulo de la segunda temporada, y el equipo detrás de cámara se ríe sin dilucidar del todo si esas son palabras de Carla o de Selva. La nueva edición encuentra a Selva recibida finalmente de psicóloga y dispuesta a profundizar sus métodos terapéuticos.
-¿Cuál es el punto de partida de Selva esta segunda temporada, después de todo lo que atravesó en la primera?
Carla Peterson: -La serie habla de vínculos, de los comportamientos sociales, de los planteos sobre las nuevas formas de relacionarse y los nuevos modelos de familia. Habla de poliamor con los consultantes que van a verla, que se sienten identificados con Selva y creen que es la única que puede ayudarlos por lo transgresora que es. Es muy divertida, sigue siendo disruptiva y en una búsqueda personal y en estas ganas de cambiar y de tomar nuevos rumbos, pero otra vez se ve atrapada por esto que la apasiona, que es el contacto con otras personas.
-Selva genera polémica, odio y también fanatismo, algunos la juzgan o no la entienden, y otros valoran su trabajo... ¿Pensás que pasa lo mismo con los espectadores de la serie?
CP: -Yo creo que los espectadores encuentran en ella un personaje diferente y muy enigmático que abre muchas preguntas. Cualquiera que mire la serie se puede sentir reflejado y puede cuestionarse sobre un cambio de rumbo en sus acciones. Eso al espectador le interesa, le gusta y además se genera una complicidad: hay cosas que tal vez uno no se permite y ella en la ficción lo pone en práctica. La serie propone buenas preguntas ¿Cuáles son los límites? ¿Hasta dónde nos animamos? Es un personaje que puede chocar bastante, no la querés de entrada porque sabés que es capaz de cualquier cosa, y eso también la vuelve atractiva.
La producción local logró tener buena repercusión también a nivel internacional: “Me habló gente de Europa, de Italia, de Brasil, de Estados Unidos, gente de todos lados me escribía por Instagram. A veces ni saben que la serie es argentina porque te ven en otro idioma, pero demostró tratar temas universales”, cuenta Peterson sonriente. Se la ve entusiasmada con los guiones, y también que entre el elenco de esta temporada figure el nombre de su amiga Griselda Siciliani no es algo menor: ambas trabajaron juntas en televisión (Educando a Nina, Sos mi vida) y en teatro (Corazón idiota).
“Estoy muy contenta de volver a trabajar con Carla que es mi amiga íntima, siempre vernos es un encuentro muy emocionante”, detalla Siciliani a LA NACION. La actriz interpreta a una de las nuevas pacientes de Selva que convive con dos hombres, con los que conforma una “trieja”. “Ella vive una historia de amor de a tres, en este caso son dos que son abandonados por uno y sufren juntos”, adelanta.
-¿Tuvieron que romper algún prejuicio para encarar sus personajes?
Griselda Siciliani: -No, está muy bien escrito. Siempre cuando a una le toca interpretar cosas que no tiene tan cercanas puede imaginar cómo sería eso, y eso es lo más lindo del oficio del actor.
CP: -Yo trato que en la actuación nunca haya un prejuicio previo y, en todo caso, liberar todo para que este personaje pueda hacer cualquier cosa. Mi gran duda con el personaje tenía que ver con el hecho de que si tiene muchos fans, no puede ser alguien que no tenga feeling. Tiene que tener algún encanto, sino sería falso que esta persona fuera tan famosa... Pero siempre trato de despejar todo, de poner todas las preguntas sobre la mesa. Acá tenemos la suerte de tener a dos de los autores trabajando in situ con vos en cada escena, entonces me siento con la libertad de preguntar cómo hacer ciertas cosas. En general son cosas simples, pero como las personas tenemos muchos moldes, sé que tengo que sacar todos los moldes de Carla y poner unos nuevos. Es un trabajo a mano.
-La segunda temporada indagará sobre distintas formas de amor, que no dejan de ser historias de amor...
CP: -Sí, habla de sentimientos, de pasiones, de todo lo que te impulsa a sentirte vivo. El amor es lo que nos mueve y más allá de los personajes, Selva se relaciona con muchas personas y tiene relaciones fuera de lo común con hombres, con mujeres, con su familia, empleados, amigos. Es un mundito que se va armando de a poco, la realidad de Selva tiene sus propios códigos y es muy interesante entrar en ese mundo.
GS: -No importa el formato ni el tipo de vínculo, lo que se cuenta acá es una historia de amor. También se habla del vínculo sexual, pero no es eso lo que se cuenta en primer plano. El foco está puesto en la historia de amor y en otras cosas. Va a haber mucho de enredo y mucho del género de comedia y también partes tristes, un poco de todo.
-¿La trama destapa preguntas que a veces se esconden bajo la alfombra?
CP: -Sí. Selva aborda cosas muy íntimas y privadas; es lo que le permite el consultorio con su secreto profesional, que son algunas de las reglas que se rompen en la primera temporada. Fue una idea muy original aunque al principio no parecía, porque el psicoanálisis en la Argentina está muy trabajado en la ficción, pero esto se aborda desde otro punto de partida. No es psicoanálisis y tiene la lente del planeta Katz. Más allá de la terapia y del análisis, se habla de problemas que son de todos.
GS: -Con un poco de humor, la serie esconde reflexiones fuertes de los seres humanos. Va a estar buena.
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