Taxi: un éxito marcado por las excentricidades de Andy Kaufman y un elenco imposible
En apenas cinco temporadas, el mundo de la sitcom atravesó una pequeña revolución de la mano de este título, que pronto se convirtió en cuna de grandes talentos
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Entre 1978 y 1982, se emitió una serie que demostró que el formato sitcom era susceptible de mostrar mundos que no eran los más frecuentes para esas ficciones. Taxi se convirtió en un proyecto atípico, que tuvo un éxito mucho mayor al esperado, y que se nutrió de un elenco de estrellas que curiosamente, no querían saber nada con formar parte de la televisión. Y en medio de peleas y conflictos internos, ese título se transformó en un fenómeno de la pantalla chica.
Un mundo inusual
Históricamente, las sitcom siempre transcurren en ámbitos muy similares. O núcleos familiares tradicionales, o lugares que reúnen a amigos son los lugares más transitados por las comedias en televisión. Pero los productores y guionistas James L. Brooks, Stan Daniels y David Davis comenzaron a trabajar una idea opuesta a eso.
“Una vez vi un artículo en New York Magazine sobre una compañía de taxis en la que todos sus empleados trabajaban el turno nocturno, porque querían marcar una diferencia con respecto a la competencia”, recordó en una entrevista Brooks, que luego agregó: “Ese grupo de empleados estaba persiguiendo sus sueños, en la medida en la que se encontraban atrapados en una realidad muy dura, que solo se hacía más llevadera gracias a los vínculos que establecían en ese ámbito”. Ese artículo, llamado “Night Shifting for de Hip Fleet”, apareció el 22 de septiembre de 1975, y disparó la creatividad de Brooks, David y Daniels.
El proyecto pronto llamó la atención de ABC, que dio luz verde para la producción de un piloto. El interés por esa idea se debió principalmente a las credenciales de James L. Brooks, que había escrito varios episodios de un éxito como el que fue El show de Mary Tyler Moore (y quien tiempo después se convertiría en uno de los principales impulsores detrás de Los Simpsons, y lograría también una sólida carrera en cine). Durante meses, los autores crearon a los protagonistas de esa historia, hombres y mujeres con realidades muy distintas que recurrían al oficio de taxista porque era un empleo que les dejaba dinero para subsistir mes a mes. Al ser todos personajes adultos, en un mundo netamente laboral, el abanico temático de Taxi era muy amplio, y sus personajes eran algo más cínicos que los habituales en las comedias familiares que tan de moda estaban (y aún están) en la pantalla chica. Eso le permitió a Brooks y a su equipo de guionistas darle a la serie una identidad propia, que pronto interesó al público.
Un elenco imposible
Con la estructura de la trama establecida, los primeros episodios escritos y la galería de personajes definida, el equipo de producción comenzó a buscar a los intérpretes ideales para ponerle cuerpo a ese grupo de taxistas. Y así como la premisa de la sitcom era atípica, más aún iban a ser los actores de esa ficción. De esa manera se estableció un elenco muy extravagante de personalidades que, en líneas generales, no se llevaban bien ni con la exposición, ni mucho menos, con las reglas habituales a la hora de filmar una serie de este tipo.
Una de las pocas certezas que tenía Brooks, era que quería a Judd Hirsch como protagonista. Hirsch era un hombre abocado al teatro, y el productor lo conoció cuando él actuó en dos episodios de Rhoda, una popular serie de la época de la que era guionista. Esa experiencia le bastó al actor para concluir que la televisión no era lo suyo. Por ese motivo, cuando su representante le comentó que querían convocarlo para Taxi, su interés fue más bien poco. Sin embargo, Hirsch leyó el piloto y comprendió que la serie iba a ser un éxito de no menos de tres temporadas. Sin ningún tipo de deseo por anclarse en lo que prometía ser un vínculo a largo plazo, Hirsch no quiso pecar de descortés y en vez de simplemente decirles que no, se le ocurrió exigir un sueldo absurdo solo para que lo rechazaran. Para su sorpresa, la producción aceptó sus honorarios, y en la piel de Alex Reiger, Hirsch estuvo 114 episodios, el total de lo que duró esa ficción.
Jeff Conway venía de participar en el film Grease, y su estilo lo convirtió en la opción ideal para interpretar a Bobby Wheeler, uno de los taxistas de la estación. Si bien era uno de los personajes más carismáticos y queridos por los televidentes, su problema de adicción a las drogas repercutió en su trabajo, y le significó varios problemas con sus compañeros. El punto final ocurrió al comienzo de la cuarta temporada, cuando en medio del rodaje lo encontraron desvanecido. Luego de eso, Conway fue despedido y su personaje eliminado.
Tony Danza fue uno de los grandes hallazgos del equipo de producción. En los setenta, Danza era un boxeador amateur en ascenso, al que descubrió accidentalmente el productor Joel Silver, quien lo convocó para el film The Warriors. Cuando todo estaba listo para que Tony firmara su contrato, Brooks se adelantó y lo convenció para unirse a Taxi, en el rol de Tony Banta, un aspirante a boxeador que formaba parte de la tropa de taxistas. Otro de los actores que formó parte del elenco fue Danny DeVito, un nombre no tan conocido para el público, pero que gracias a esta serie dio sus primeros pasos firmes en la industria.
Taxi fue un verdadero semillero de talentos, de nombres que no tardaron en lograr una gran carrera en cine y televisión, como los ya mencionados Judd Hirsch, Tony Danza o Danny DeVito, junto a otros tan importantes como Christopher Lloyd, Rhea Perlman o Marilu Henner. Pero sin lugar a dudas, hablar de Taxi es invocar a uno de los comediantes más inclasificables que tuvo el mundo de la sitcom, el único e inigualable, Andy Kaufman.
El mundo de Andy
Andy Kaufman se dedicaba al stand up, y su particular estilo era seguido con fidelidad por el público habitué de ese mundo. Kaufman no solo era un humorista brillante, sino que su carisma y sus extravagantes presentaciones lo habían convertido en una figura de culto. Y los productores, muy atentos a su potencial, lo buscaron para sumarlo a Taxi. Pero una vez más, ellos se encontraron con alguien que no estaba interesado en trabajar en una sitcom, ni mucho menos en asumir el compromiso que eso significaba. Luego de algunas negociaciones, Andy aceptó aunque con algunas exigencias. Por contrato, él solo debía grabar dos veces por semana, y no más de catorce episodios por temporada. Por otra parte, Kaufman no iba a interpretar a un personaje nuevo, sino que iba a trasladar a una creación propia, al marco de esa ficción. De ese modo, uno de sus personajes llamado “el extranjero”, se adaptó para convertirse en Latka Gravas, el mecánico de la estación.
Otro de los requisitos del comediante, fue que la producción le hiciera un contrato aparte a uno de sus personajes, como si efectivamente se tratara de otra persona. Y por muy absurdo que resulte, la producción debió contratar a Tony Clifton, alter ego de Kaufman, como si fuera un actor aparte. Enfrascado en ese alter ego, Clifton era burdo y maltratador, y no tardó mucho en ser despedido cuando llegó al rodaje acompañado de dos prostitutas, y visiblemente ebrio. Aunque en ese día Clifton pasó a la historia, Kaufman siguió trabajando en Taxi con total normalidad. Justamente lo increíble de esa anécdota, revela la mirada única de ese artista, cuyo talento era capaz de ir contra las reglas de la industria y torcerlas a su antojo. Como era de esperar, las extravagancias de Kaufman no caían bien entre sus compañeros, con quienes nunca estableció un vínculo de ningún tipo. Sin lugar a dudas, Kaufman fue único en su especie, y su figura, hoy reivindicada como una verdadera leyenda de la comedia, fue incluso motivo de un film en el que Jim Carrey se puso en la piel del mítico humorista.
Dos veces cancelada
Taxi fue un éxito absoluto para ABC, y los galardones no tardaron en llegar. La serie ganó 18 premios Emmy, y en tres oportunidades ganó en la categoría de mejor comedia televisiva. Sin embargo, durante su tercera temporada recibió un duro golpe cuando sus principales guionistas, Glen Charles y Les Charles, se retiraron para crear otra sitcom llamada Cheers. Luego de su cuarto año, ABC finalmente la canceló. En ese momento, y luego de una puja con HBO, la NBC adquirió los derechos y produjo una quinta temporada, que esta vez sí fue la última.
El 15 de junio de 1983, se despidió de la pantalla chica una serie que dejó una profunda marca en la historia de la televisión. Lejos de las familias felices o las amistades edulcoradas, Taxi reflejó la vida de adultos disconformes (con sus trabajos, con sus futuros, con sus vidas) que sin embargo, en el humor le proponían al televidente un alivio ante tanta rutina gris. Por lo complejo de su propuesta, esta ficción dejó una huella sin descendencia, porque el mundo de las sitcom no quiso asumir el desafío de encontrar risas en lugares incómodos, sino que siguió adelante con las familias y los amigos. Y por ese motivo, Taxi aún hoy es recordada como una gema prácticamente única en su especie.
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