Sueño bendito: un final de temporada muy acertado para una serie determinada a obviar los lugares menos luminosos de Diego Maradona
Amazon Prime Video adelantó un día el último episodio de la ficción dedicada a la vida del exjugador para hacerlo coincidir con el primer aniversario de su muerte
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Dos momentos fundamentales en la vida de Diego Armando Maradona: su paso a la inmortalidad luego de levantar la Copa del Mundo en México 86, y su despedida del fútbol el 10 de noviembre de 2001 en La Bombonera. El último capítulo de Sueño bendito eligió estos episodios para coronar la primera temporada de la serie sobre el astro mundial, una producción que generó polémicas desde su misma concepción.
Así, la serie de Amazon Prime Video finalmente reveló todas sus cartas para aquellos que la miraban de reojo y con recelo cuando apenas era el título de un proyecto misterioso. Ni la glorificación del ídolo ni la demonización de Claudia Villafañe, Sueño Bendito transitó por carriles políticamente correctos, alejándose de la opinión pública y de sus miles de puntos de vistas sobre la figura de Maradona.
De factura técnica correcta hasta por ahí nomás, actuaciones impecables y recreación imponente, esta última entrega no difirió de sus predecesoras, aunque sí llamaron la atención una serie de decisiones argumentales de cara a una inevitable continuación.
La más importante tiene que ver con el personaje de Claudia (excelentemente interpretada por Julieta Cardinali), quien por primera vez se muestra explícitamente distanciada de su marido. Pasado el drama de Punta del Este -que es la apertura y uno de los ejes fundamentales de este primer tramo de la serie- se desprenden las consecuencias. Villafañe siente que hasta ahí llegó y por primera vez decide tomar las riendas de la situación y de su vida. Hay referencias a los celos de Diego, a una posible nueva relación y a su condición de protectora de camisetas, trofeos y otros artículos del jugador. “Algún día quiero hacer con todo esto un museo”, le dice el personaje a sus hijas, en un claro guiño de lo que será el ojo del huracán que llegó años después.
Por otro lado, este décimo capítulo es el que incorporó la mayor cantidad de imágenes de archivo sobre Diego. Estando las instancias del Mundial 86 perpetuadas de manera inalterable en la memoria y el corazón de millones de fanáticos, los responsables de Sueño Bendito decidieron “contaminar” lo menos posible esos recuerdos. De esta manera, solo aparecen los inserts de los actores cuando es necesario. El resto son aquellos mismos momentos que vimos una y mil veces, y que apuntan directo al corazón. Vale aclarar que a pesar de ello, cuando le toca a Nazareno Casero ponerse en la piel de “El 10″ demuestra lo excelente actor que es, y la fantástica caracterización que logró, a la par de la de Nicolás Goldschmidt, quien lo interpreta en los capítulos previos.
El recurso de mezclar archivo con ficción se repite en el discurso de Maradona en la cancha de Boca, aquel del “la pelota no se mancha”, pero en esta oportunidad la decisión de los realizadores fue desacertada. Juan Palomino no es Maradona (ni tampoco lo es Casero), por lo que la contraposición de imágenes reales y filmadas terminan conspirando contra la emoción del momento. Si se hubiera prescindido de la recreación, el momento habría estado mucho mejor logrado.
También, y en la necesidad de encontrarle un destino a todos los caminos que fueron abriéndose en capítulos anteriores, a lo largo de los 70 minutos que duró el desenlace aparecieron a salpicones subtramas como la que involucra a Cristiana Sinagra (Tea Falco), Diego Jr, Guillermo Coppola (en dos caracterizaciones muy diferentes pero certeras de Leo Sbaraglia y Jean Pierre Noher) y Carlos Ferro Viera (Gerardo Romano). Algunas con potencial para retornar en el futuro, otras que solo fueron parte de un guion que intentó contar demasiado para el tiempo que le quedaba.
Otra escena que resalta en esta despedida es la charla entre “Chitoro” y Doña Tota (Claudio Rissi y Rita Cortese) cuando están por salir hacia el partido final de su hijo: “¿Sabés lo que hubiera sido si no se hubiera drogado? Hubiera jugado diez años más, habría sido campeón tres, cuatro, cinco veces. Tengo miedo Chitoro, él ahora va a ser un exjugador. Y Dios sabe lo que puede ser ese chico si no tiene una pelota”. Una maravilla.
El balance de la primera temporada de Sueño bendito fue muy positivo. Desde el vamos había quedado claro que se trataba de una “biografía oficial” de Diego Maradona, por lo que era natural que la historia obviara los lugares menos luminosos de su vida. E incluso a pesar de eso, el guion fue honesto en mostrar a un hombre que fue hijo de una pasión, pero también de una sucesión de grandes contradicciones. De la misma manera que buscó lo imposible dentro de la cancha a convicción y gambeta, fuera de ella siguió corriendo hacia adelante sin medir consecuencias. Es en esa condición que se basó la serie para intentar una aproximación a su estampa de Dios de pies en el barro. Y lo logró.
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