Stranger Things 3: algo de terror y mucha diversión en el despertar adolescente
"Ya no somos chicos. ¿Creías que íbamos a pasar el resto de nuestras vidas sentados en mi sótano jugando?", le pregunta Mike (Finn Wolfhard) a Will (Noah Schnapp). La pregunta también podría estar dirigida a los espectadores de Stranger Things , algo así como una declaración de principios y advertencia de los hermanos Duffer, los creadores de la exitosa serie de Netflix que hoy estrena su tercera temporada.
Todo cambia, parece ser la premisa de los ocho episodios que además de ocuparse de los nuevos villanos –humanos y sobrenaturales– que acechan al pueblo de Hawkins, se centran en los vínculos entre los personajes principales y el modo en que la adolescencia los transforma definitivamente. Un monstruo tan impredecible para los chicos y tan temible para los adultos como cualquiera de los que se escaparon del oscuro universo paralelo en las temporadas anteriores. Es que al menos en aquellos enfrentamientos, la separación entre el bien y el mal era mucha más clara que cuando se trata de conseguir que Mike y El (Millie Bobby Brown) dejen entreabierta la puerta de la habitación o se den tiempo para respirar entre beso y beso mientras Hopper mira un episodio de Magnum y refunfuña en su sillón.
Con todos los elementos que hicieron del nostálgico pastiche uno de los fenómenos globales del streaming , los nuevos episodios consiguen repetir el encanto del viaje al pasado que en el verano de 1985 se llenó de luces de neón y un vestuario igual de resplandeciente. Stranger Things, esa atrapante máquina del tiempo, está de regreso. A continuación, todo lo necesario para disfrutar de estos nuevos episodios.
¿Dónde nos quedamos?
Al final de la temporada dos, El había conseguido cerrar el portal entre los mundos, lo que resultó en la clausura del laboratorio que dio origen a todo el desastre y en una paz más aparente que sostenida que le permitía a los protagonistas asistir al baile de invierno mientras, del otro lado, el peligro seguía acechándolos.
Un nuevo principio
Cuando comienza la nueva temporada, todo parece estar bien en Hawkins. Mike y El están de novios, Lucas (Caleb McLaughlin) y Max (Sadie Sink) también, y Dustin (Gaten Matarazzo), recién llegado del campamento, anuncia que finalmente encontró el amor. Es verano, y para combatir el calor nada mejor que la pileta pública donde Billy (Dacre Montgomery) reina como el guardavidas favorito de las mamás, y el centro comercial Starcourt.
El shopping es el nuevo punto de encuentro y atracción para toda la comunidad. Allí Steve (Joe Keery) trabaja como heladero. La inauguración del mall dejó vacío el pueblo y el supermercado en el que Joyce (Winona Ryder) se entretiene dándole lecciones sobre la crianza de adolescentes a un desconcertado Hopper (David Harbour) que aprovecha cada oportunidad para intentar convertir su amistad en algo más.
Lo que hay que saber
Como ya sucedió antes, la receta de Stranger Things incluye muchas referencias y guiños a la cultura popular de los años ochenta y una considerable cantidad de giros de la trama que hacen sonar la alarma de spoiler bastante seguido. En este caso, hasta el hecho de que el estreno se haya pasado del viernes –día tradicional de los lanzamientos más destacados de Netflix– a hoy da pistas sobre el contenido de los episodios. Otra señal a tener en cuenta en esta temporada es la leyenda que indica que la serie es apta "para mayores de 16 años". Si desde el comienzo el programa tiene esa calificación en estos nuevos episodios, la advertencia responde a las escenas en que los creadores homenajean al cine de terror gore que vieron en su infancia. Además, para los que se quejaron porque esta temporada tiene un capítulo menos que la anterior, una buena noticia: con una duración de 77 minutos, el último episodio es el más largo de la saga.
El universo se expande
Más allá del grupo central de protagonistas y su carisma siempre en aumento –Brown, Ryder y Harbour encantan de principio a fin–, los nuevos integrantes del mundo Stranger Things, cada uno a su modo, contribuyen a construir el nuevo conflicto. Por un lado está Robin (Maya Hawke, hija de Uma Thurman y Ethan Hawke), la compañera de trabajo de Steve que se dedica a burlarse de los intentos fallidos de conquista de su colega, empeñado en seguir siendo el más popular del colegio, aunque ya se haya graduado sin honores. "Es el sombrero, oculta mi mejor rasgo", se queja el joven, que se pasa toda la temporada vistiendo un uniforme de marinerito que incluye la gorra que tapa su reputada melena.
La dinámica entre ambos aporta grandes momentos cómicos y tiernos a la trama que también lidia con aspectos más desagradables como la desigualdad entre los géneros y el machismo que exhiben los compañeros de Nancy (Natalia Dyer) y Jonathan (Charlie Heaton) en la redacción del diario de Hawkins, donde la pareja está haciendo una pasantía. Y entre los nuevos villanos se destaca el alcalde Kline (Cary Elwes), un ambicioso político más interesado en su conveniencia que en la de sus conciudadanos.
Las nuevas alianzas
Desde el comienzo, uno de los atractivos de Stranger Things fue el grupo de amigos en el centro del relato. Esa unidad formada por Mike, Dustin, Lucas y Will a la que luego se sumó El(even) y más tarde Max, en la nueva temporada está disgregada y en constante mutación. Así, el relato se irá abriendo y ramificando según lo hagan los personajes. Si primero Mike y El parecen inseparables, más adelante las chicas del grupo –Max y El– harán causa común y disfrutarán de un idílico día de compras, mientras Mike y Lucas intentan descifrar el mayor misterio de todos: la mente femenina.
En el caso de Dustin, su alianza con Steve, tan rendidora en la segunda temporada, ahora evoluciona en un dúo cómico tan gracioso como tierno al que la adición de Robin y Erica (Priah Ferguson), la insolente hermana menor de Lucas, solo consigue mejorar.
La pareja más esperada es la que los fanáticos bautizaron como Jopper. Es decir Jim Hopper y Joyce Byers, que en los nuevos episodios por aclamación popular pasan casi todo su tiempo juntos. Los personajes de Ryder y Harbour emprenden su propia aventura llena de peligros, sobresaltos y discusiones que apenas disimulan la tensión sexual entre ellos. Ese mágico material del que están hechas las relaciones de otras parejas de series ochentosas memorables como Remington Steele, Moonlighting y Cheers, la comedia que Joyce se queda viendo cuando rechaza una de las invitaciones de Jim Hopper, el héroe romántico inesperado más esperado.
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