Star Wars: The Acolyte: talentos desperdiciados y sensación de déja vu para un policial detectivesco con sabor a poco
A mitad de camino entre Frozen y Kill Bill, con referencias a David Bowie y el cine asiático de artes marciales, la producción de Disney+ explora el concepto de dualidad en el pasado del universo creado por George Lucas
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Star Wars: The Acolyte (Estados Unidos/2024). Creadora: Leslye Headland, basada en Star Wars de George Lucas. Dirección: Leslye Headland, Kogonada, Alex García López, Hanelle Culpepper. Fotografía: Chris Teague y James Friend. Música: Michael Abels. Elenco: Amandla Stenberg, Lee Jung-jae, Carrie-Anne Moss, Manny Jacinto, Dafne Keen, Charlie Barnett, Jodie Turner-Smith, Rebecca Henderson, Dean-Charles Chapman y Joonas Suotamo. Disponible en: Disney+. Estreno: primeros dos episodios el 4 de junio, todos los martes se incorpora uno nuevo. Duración: ocho capítulos de entre 30 y 45 minutos. Nuestra opinión: regular.
Un siglo antes de los sucesos narrados en Star Wars Episodio 1: La amenaza fantasma, un grupo de jedis es asesinado. No se sabe quién está detrás de estos crímenes, ni el motivo que lo lleva a aniquilar a estos caballeros de la luz y el orden. Sin embargo, todo parece guardar relación con Osha Aniseya, joven y talentosa padawan (aprendiz de jedi) que hace años abandonó la academia para transformarse en mecánica espacial. Un hecho traumático de su pasado, encadenado al veterano Sol, su ex Maestro Jedi, podría guardar la llave que destrabe el misterio y explique si Osha es una asesina desalmada, la doble exacta del criminal más buscado por la Orden Jedi o la víctima de un plan maquiavélico orquestado por las fuerzas de la oscuridad y el caos. O todo ello junto.
Para su debut en el universo creado por George Lucas, la dramaturga, guionista y directora Leslye Headland, eligió una trama deudora del policial detectivesco, registro que ya había visitado (y con notable éxito) en la serie Muñeca rusa. El punto de partida es sumamente atractivo, con tono y ritmo de novela negra que le sienta muy bien al espectro fantacientífico de la saga. Un enigma base que, por momentos, coquetea con el thriller político y el drama psicológico, perfilándose como una propuesta superadora de la acción coreográfica y el desfile de sables láser.
Lamentablemente, a partir del segundo capítulo, Star Wars: The Acolyte se dedica a dilapidar el crédito obtenido con el primer episodio. De manera sobradamente lineal, bastante ramplona y algo discursiva, Headland y su equipo de guionistas despejan las dudas a toda velocidad, dejando como gran interrogante la desconocida identidad del entrenador del o la asesina. Visto la pobreza argumental de la primera mitad de la serie estrenada el 4 de junio por Disney+, la sorpresa final debería ocultar una bomba a escala Skywalker para que el impacto levante retroactivamente el interés cualitativo del programa.
Los fanáticos, sin embargo, podrán deleitarse con el abordaje del periodo temporal conocido como Alta República, explorado en detalle en novelas y cómics pero nunca antes de manera audiovisual. Se trata de la mayor era de equilibrio y progreso intergaláctico patrocinado por la vigilancia jedi, que en The Acolyte empieza a mostrar sus primeros signos de decadencia y declive, permitiendo el surgimiento del Lado Oscuro de la Fuerza. Sobre este escenario, la serie busca su identidad conceptual en el conflicto de la dualidad: bien y mal, luz y sombra, maestro y aprendiz, padres e hijos, hermanos y hermanas, intelecto y espíritu, destino y libre albedrío, individuo e institución, lo viejo y lo nuevo. Por ello cobra preponderancia la presentación de un disruptivo aquelarre de brujas con la capacidad de manejar el poder metafísico y vincular de la Fuerza, sin necesitar la mediación jedi.
Uno de los grandes problemas de la serie es su permanente sensación de déja vu. Personajes, roles y dinámicas relacionales van replicando, con respeto casi religioso, los parámetros impuestos por la trilogía original. Contra esa comparación, nada pueden hacer los protagonistas con sus nuevos personajes: Amandla Stenberg (Osha) y Lee Jung-jae (Sol), llegados a la franquicia desde Los juegos del hambre y El juego del calamar respectivamente; Joonas Suotamo (Kelnacca, primer jedi wookie en acción real), Rebecca Henderson (Vernestra Rwoh, icono de la serie de libros infanto-juveniles Star Wars: la Alta República) y Carrie-Anne Moss (Indara), completamente desperdiciada en el rol de una Maestra Jedi demasiado reminiscente a su Trinity de Matrix.
Entre Frozen y Kill Bill, con referencias al Aladdin Sane de David Bowie y el cine de artes marciales al estilo El tigre y el dragón, la cucarda más importante que puede exhibir The Acolyte es la factura de un nuevo estilo de pelea, el “Fuerza fu” o “Kung Fuerza”, sistema energético de defensa y ataque que integra los movimientos del kung fu con el poder de los jedi. El resto, sin abandonar la zona de confort claramente resguardada por la franquicia, va a lo seguro y apunta al corazón de los feligreses que buscan ratificar sus preferencias. Que la Fuerza los acompañe.
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