Soy Georgina: la serie de Netflix que muestra cómo es la ostentosa vida de la argentina que enamoró a Cristiano Ronaldo
El día a día de la botinera con más seguidores en Instagram llegó a la plataforma de streaming en forma de documental
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“Soy Georgina Rodríguez, tengo 27 años, y hace cinco años mi vida cambió”. La frase con la que arranca Soy Georgina -el reality sobre la vida de la mujer de Cristiano Ronaldo, la primera botinera que logra llevar su vida a Netflix- marca un quiebre con el que la misma influencer y empresaria juega a lo largo de los capítulos. De vivir en un depósito a perderse en su propia casa, de ir al trabajo en colectivo a escaparse en el día a París en su propio avión privado o de vender carteras de Gucci a coleccionarlas: Georgina abre las puertas de su casa y muestra la versión oficial de su día a día como la compañera del delantero del Manchester United y uno de los jugadores mejores pagos del mundo.
Con casi 30 millones de seguidores en Instagram, Rodríguez logró lo que Wanda Nara quiso y no pudo: darle ritmo, movimiento y profundidad a la historia de su vida; pasar de contarla en las redes sociales a protagonizarla en una de las plataformas de streaming más visitadas del mundo; mostrar a la mujer que hay detrás de las portadas de revistas, las fotos, las historias de Instagram y los grandes titulares y revelar su costado más íntimo: la maternidad, la convivencia con los hijos de Ronaldo, su relación de pareja, sus viajes, sus casas y sus fiestas.
El reality se sucede entre una extensa entrevista en donde Georgina, vestida de negro y sentada en un sillón del living de su casa, cuenta su vida y las imágenes de esa misma vida que para la mayoría de los mortales -incluso para ella antes de enamorarse de un crack- parece inalcanzable. “Sé lo que es no tener nada y sé lo que es tenerlo todo”, dice, y explica que para ella las cosas no han sido fáciles. Sin embargo, el reality no busca ser una historia de superación, y de inmediato ese pasado difícil queda desvanecido entre autos de lujo, aviones privados y vestidos de diseñador.
Cambio de vida
El primer capítulo arranca con el comienzo de la historia de amor entre la vendedora y el cinco veces Balón de Oro, quien en ese momento era la figura del Real Madrid. Georgina trabajaba en la tienda de Gucci y tenía que irse temprano, pero un compañero le pidió que se quedara para atender a unos amigos. Uno de ellos era Cristiano Ronaldo. El flechazo fue inmediato y si bien la primera cita tardó en llegar, luego no se separaron más. “Él venía muchas veces de trabajar, yo salía a las diez de la noche, él venía algunas veces en Bugatti, y mis compañeros locos. Yo llegaba en autobús y me iba en Bugatti”, recuerda la influencer.
Luego, las cámaras la acompañan en un viaje a París para visitar el atelier de Jean Paul Gaultier, donde se probará alguno de sus vestidos icónicos para lucir luego una réplica. “El jet la verdad es que me facilita la vida. Y si tuviera que estar dos horas con Cristiano en un aeropuerto la verdad es que me volvería loca. No lo podría hacer. Prefiero no ir a ningún lado”, revela. También cuenta, y el reality hace especial hincapié en ello, que siempre que viaja trata de hacerlo con alguna amiga “para que ellas puedan vivir un poco lo que yo vivo”.
“La primera vez que vine a casa de Cristiano, bueno, me perdía”, cuenta después al tiempo que se suceden imágenes de la mansión madrileña del jugador. “De repente tardaba media hora en llegar al salón porque no sabía cómo volver. Yo, que estoy acostumbrada de pequeñita a vivir en apartamentos súper pequeños, después de medio año estando aquí ubiqué todos los salones”, revela. También habla de cómo vivía antes de conocer a Ronaldo cuando llegó de Murcia, la ciudad en la que se crió, a la capital española: “Mi llegada a Madrid fue tremenda. Estuve buscando un montón de departamentos baratos que costaban alrededor de unos 300 euros al mes y acabé en uno que había sido un depósito para guardar objetos en desuso. En invierno hacía mucho frío y en verano, un calor abrasador”.
Con el objetivo de remodelar la casa de Madrid para lograr un espacio más acorde a sus necesidades actuales, Georgina convoca a la interiorista de confianza de la familia. La excusa sirve para recorrer los distintos espacios de la mansión y conocer más a la modelo a través de sus pedidos. “Los muebles no pegan con la decoración que quiero poner”, le dice a la experta. “Quiero esta casa más homogénea”, le explica. “No muchas cosas para no limpiar mucho el polvo”. Otro de los motivos que la llevan a refaccionar, explica, son los niños: “Tapete, yo pondría otro color. Y baratito. Que no se desplume el cashmere”.
Amiga con superpoderes
La amistad es un tema recurrente, algo que queda claro en Mónaco, uno de los escenarios elegidos para el segundo episodio. Georgina y sus hijos llegan al yate privado que Ronaldo tiene allí arengados por el futbolista para ver una carrera de Fórmula Uno. Pero no lo hacen solos. “Mando un mensaje a la una de la mañana al grupo de Queridas: ‘Chicos, ¿tenéis ganas de hacer una locura?’. Fijate si tenían ganas ‘Las queridas’ que llegaron antes que yo”.
“Las queridas” es el nombre del grupo de WhatsApp que tiene con sus amigas. Así lo bautizaron por ella: le dice “querida” a todo el mundo. Una vez a bordo, “Las queridas” cuentan cómo es ser parte de la vida de la botinera más mirada del mundo. “Con ella hay que tener las maletas listas siempre”, dice Ivana, hermana de Georgina. “Si pestañeas te pierdes un plan”, dice su amiga Mamen Morales. “Para mí, ser amiga de Georgina es la bomba. Es tener una amiga normal porque sigue siendo tu amiga, pero con unas posibilidades que no tiene el resto de la gente. Una amiga con superpoderes”, cuenta después.
Un misterio llamado Georgina
Georgina Rodríguez nació en Buenos Aires, en 1994, un poco por casualidad. Su papá, que era jugador de fútbol de un equipo de Murcia y se había casado con una mujer española, decidió luego de su retiro pasar un tiempo en Argentina, su país natal. La pareja, que ya tenía a Ivana, volvió a España con una integrante más. Sin embargo, el regresó no fue lo que esperaban: Jorge Rodríguez se involucró en el negocio de las drogas, cayó preso, fue deportado y murió en 2019.
De Georgina se sabe lo que ella muestra en las redes y cuenta en las pocas entrevistas que da: que trabajó durante muchos años en tiendas de ropa, que pasó por el local de Gucci en Madrid, por Prada y por el Corte Inglés y que también trabajó como niñera. Que es madre de Alana y que cría a los hijos de Ronaldo como propios. Que está embarazada de mellizos, una nena y un varón, y que adora la moda. “Muchos conocen mi nombre. Pocos saben quién soy”, dice apenas comienza el reality, un misterio que puede empezar a revelarse con Soy Georgina. O no.
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