She-Ra y las princesas del poder reinventa con sensibilidad de género a un clásico de los ochenta
A mediados de los años 80, He-Man era no solo el amo del universo, sino también del corazón de los niños del mundo. Los patios de cualquier colegio eran el lugar en el que figuras de plástico retrataban la batalla del héroe contra Skeletor y sus mil secuaces. Cuando las aventuras del hercúleo personaje llegaron a su fin, el manto lo recibió She-Ra, su hermana gemela. Y a más de treinta años de esa serie, Netflix lanzó un reboot de la popular guerrera pero con un nuevo y atractivo enfoque, haciendo hincapié en la variedad de sus heroínas y en una sensiblidad de género que enriquece notablemente el panorama de las ficciones infantiles.
Princesas como sinónimo de guerreras
Como ocurría con su predecesora, la historia de She-Ra comienza con Adora, una joven que vive bajo el amparo de Lord Hordak, tirano de Eteria, cuyos verdaderos objetivos la protagonista desconoce. Pero cuando entra en contacto con una misteriosa espada y pronuncia la mítica frase "Por el honor de GreySkull", se convierte en She-Ra, una poderosa guerrera. Adora abandona su pasado y jura lealtad a la causa rebelde, cuyo objetivo es derrocar a Hordak.
En esta nueva versión, juegan un rol central las denominadas "princesas del poder". Muy a tono con los tiempos actuales, la serie propone reveer cuál es el rol de esas mujeres en los relatos fantásticos. Aquí ellas son luchadoras por definición, capaces de defender un reino tanto a través de la diplomacia de escritorio como desde el campo de batalla. Son líderes naturales y las únicas capaces de hacer temblar el opresor puño de Hordak. A lo largo de los episodios, She-Ra descubre distintos paisajes de Eteria y le devuelve una llama de esperanza a un pueblo oprimido, y a distintas princesas que no dudan en hacer causa común con la guerrera y unirse a la batalla.
Unas heroínas más cercana a las televidentes
Esta nueva versión de She-Ra –creada por Noelle Stevenson– es un excelente muestreo de lo mucho que cambió la animación infantil de los Estados Unidos. En la serie original, como era regla general en muchos dibujos de ese período, el eje eran los adultos, que se movían en un mundo de pura acción en el que los niños raramente se integraban a la aventura. G.I. Joe, los Halcones galácticos o MASK son buenos ejemplos de eso (mientras que Penny, la sobrina del Inspector Gadget o Rainbow Brite aún son recordadas con cariño por lo atípico de su propuesta). Paulatinamente, la industria comprendió que los protagonistas debían acercarse en edad a sus espectadores y los héroes y heroínas empezaron a alejarse de los treinta y pico. She-Ra presenta entonces una galería de personajes integrado mayoritariamente por preadolescentes, por niñas aventureras decididas a cambiar el mundo. Es una manera honesta de acortar la brecha entre ficción y realidad y mostrar un mundo en el que si bien hay aventuras fantásticas, también hay valores morales muy concretos como la importancia de la amistad y de mantenerse fiel a nuestros principios. En ese sentido, la historia de la amistad entre Adora y Catra es de las más interesantes.
Ambas son grandes amigas y compañeras en el ejército de Hordak, pero cuando la heroína cambia de bando e intenta convencer a Catra que la acompañe, ella le da la espalda y decide seguir fiel a los villanos. Entonces, las antiguas amigas se convierten en feroces rivales, y aunque sus destinos sean muy distintos, queda en las dos una inevitable tristeza ante ese vínculo que se rompió. Mientras tanto, Adora descubre otros valores a través de sus nuevos amigos, Glimmer y Bow (que aquí es un joven arquero, abandonando el aspecto casi cuarentón basado en Errol Flynn que el héroe tenía en los 80). Nuevas amistades, viejas peleas y la idea de una joven buscando su camino es una trama que resulta muy cercana para cualquier niña que no necesita defender Eteria para identificarse con los conflictos que enfrenta She-Ra.
La ausencia de He-Man es buena
En la serie original, She-Ra hizo su debut en el film El secreto de la espada, un largometraje que servía como puente entre la ficción de He-Man, que culminaba allí su historia, y las aventuras de su hermana. El largometraje presentaba al príncipe Adam y su viaje de Eternia a Eteria, solo para ser secuestrado por Hordak. En cautiverio conocía a Adora, su hermana gemela, protegida del villano. El héroe sabía que ella estaba destinada a luchar por la justicia, y de ese modo se expone a ser torturado solo para convencerla, cosa que obviamente sucede. Frente a esa trama, Noelle Stevenson renovó la leyenda desentendiéndose del rol de He-Man. Ese es uno de los logros de la serie y de la óptica con la que reinventó a la heroína, porque pudo rodearla de una historia totalmente nueva ignorando viejos paradigmas y creando con la misma materia prima un universo renovado de gran atractivo. La intención de Stevenson no fue la de caprichosamente excluir a los personajes masculinos, sino la de adaptar al mercado occidental una estructura nacida en Oriente.
Magical Girls es el nombre de un subgénero japonés que tiene dos grandes características: por un lado, una presencia dominante de mujeres en los roles centrales, y en segundo lugar, que esas jóvenes utilizan en su lucha contra el mal algún tipo de artefacto mágico que otorga poder extraordinario (como en Sailor Moon, sin ir más lejos). Y para hacer que su She-Ra no dependiera de He-Man, Stevenson tomó prestada esa estructura. En un panel de la Comic-Con de Nueva York, la autora explicó: "En esta versión no nos metemos con He-Man. Y ese fue un desafío muy emocionante. Acá llegaremos a conocer a She-Ra como una heroína por derecho propio antes de sumergirnos en su pasado, en su familia y en sus orígenes (....). Mucho de lo que sucede tiene que ver con entender la responsabilidad que trae aparejada el poder". Stevenson logra su cometido, y plantea un universo autosuficiente que no necesita hacer arqueología para revitalizar a una heroína con tres décadas de historia.
La ausencia de He Man… ¿es buena?
Pero una de las grandes virtudes, también tiene su lado flaco. A pesar de desentenderse de He-Man, hay restos de ese universo preexistente que invariablemente aparecen en la serie. Con el correr de los episodios, y a medida que debutan nuevos personajes, surgen reversiones aggiornadas de viejas caras conocidas. Desde algunas que tienen una gran participación como Catra, Glimmer o Shadow Weaver, hasta otras sorpresas como Sea Hawk, Madame Razz o el malvado Grizzlor, no deja de resultar atractivo el juego del Quién es quién para los viejos fanáticos de la ficción animada. Por ese motivo es que indefectiblemente se extraña un cameo de He-Man. La propia Stevenson sugirió que su aparición podría concretarse con el tiempo, y ahí reside el principal desafío: incluir al príncipe Adam sin negarle a Adora su rol de principal motor de la narración. Claro que el ningunear a esa figura es una declaración de principios sobre la importancia capital de las mujeres como impulsoras de la aventura.
Un gran reinicio
Es indudable que She-Ra representa la continuación temática de una nueva ola de dibujos animados inclusivos que derriba a fuerza de espadazos arcoiris oxidados estandartes de la TV infantil. La ficción es una digna sucesora de Steven Universe, esa bella épica de guerreras LGBTIQ de Cartoon Network. She-Ra plantea un universo de luchadoras, de princesas como Netossa y Spinnerella que son pareja, de un joven Bow que ve con ojos de enamorado a un carismático pirata y a dos examigas como Adora y Catra que comparten un vínculo de evidente tensión romántica. Stevenson habla en su ficción de la importancia de los vínculos afectivos, y resignifica a una vieja heroína que a pesar de ser niña logra una madurez poco habitual para los dibujos animados occidentales. Las valientes princesas de She-Ra buscan que una nueva generación comprenda la importancia de luchar por un mundo que les permita vivir en libertad.
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