Sexo, amor & Goop Lab: cómo es el nuevo reality del multimillonario imperio wellness de Gwyneth Paltrow en Netflix
La plataforma de streaming estrenó una nueva serie que tiene a la actriz y a su negocio dedicado al bienestar como protagonistas
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Ya pasaron varios años y algunas controversias desde que Gwyneth Paltrow decidió convertir la madurez de su carrera como celebridad en la estrategia de promoción de un multimillonario negocio dedicado al bienestar, los productos de cuidado corporal, las terapias alternativas y los juguetes sexuales bajo el nombre de Goop. La marca se instaló también como sinónimo de una serie de realities producidos por Netflix que combinan la venta de productos y servicios con algo del juego de la “realidad televisada” y conspicuas sugerencias de bienestar a precios premium.
El primero de ellos fue The Goop Lab, estrenado el año pasado en la plataforma, concentrado en demasía en la promoción de la marca, sostenido en esta versión despreocupada y natural de millonaria chic que la actriz cultivó desde su virtual retiro del cine y consolidó en su rol de influencer de las grandes ligas. Ahora llega Sexo, amor & Goop Lab, un nuevo reality que intenta recoger el guante de la controversia sexual que persiguió a Paltrow por sus declaraciones sobre vaporizar úteros y defender las “vagina candles” para convertirlo en una ingeniosa exploración del placer sexual, los tabúes con el cuerpo y un nuevo acto de promoción menos concentrado en la marca que en los personajes que la encarnan.
Paltrow se ganó más de un enemigo en los medios y en la justicia –Goop tuvo que pagar multas civiles por “marketing engañoso” que ascendieron 194 mil dólares- luego de sus sugerencias sobre terapias sexuales con piedras de jade y tratamientos improvisados sin sostén profesional, que puede haberla llevado a reconsiderar sus objetivos. Convertida en celebridad en los 90, casi como eco de ese modelo de belleza hegemónica que instalaron las pasarelas y las top models en esa década, Paltrow fue siempre un eco distante de Grace Kelly, una princesa sin título sostenida en cierto desapego de las emociones más mundanas, cuyas vicisitudes amorosas eran seguidas con un ojo curioso pero consciente de que se espiaba una alcoba siempre inaccesible. Luego vino el Oscar, el casamiento con el líder de Coldplay, la vida hogareña y una carrera que languidecía para resurgir bajo el auspicio de la factoría Marvel y el noviazgo con Iron Man. ¿Qué quedaba después de eso?
El segundo acto de su condición de estrella fue entonces adherir su nombre a su propia franquicia, que vende ese imaginario del “wellness” a la generación que la vio aparecer en la pantalla grande, además de patentar un formato que asume el reality como paraguas, poniendo en escena productos y profesionales bajo la lógica de un relato que combina la cultura del bienestar, la venta descarada, el narcisismo de la celebrity y una pizca de los temas tabú de la sociedad contemporánea. Sexo, amor & Goop Lab asume ese disparador y nos plantea un interrogante: ¿qué es lo que tiene para decir Gwyneth Paltrow más allá de reciclar sus estrategias de promoción y guiñar un ojo a sus clientes que parecen querer verla en acción? El tema es entonces el sexo, territorio en el que la actriz entró a los tropiezos con sus sugerencias bizarras y que ahora actualiza con el decálogo del viejo manual de autoayuda pero con un poco más de onda.
Ambientada en una vidriada mansión en las montañas de Santa Mónica, Sexo, amor & Goop Lab nos presenta a nuestra anfitriona acompañada de sucesivos profesionales que hablarán de sexo, darán consejos y ensayarán terapias sobre orgasmos, placer y erotismo junto a seis parejas que funcionan como concursantes, todas prolijamente escalonadas en sexo, edad y orientación sexual. Ese aparente equilibrio es el que preside esta nueva aproximación de Paltrow al reality: amalgamar el entretenimiento y la información, esquivar el consejo médico directo y promover un espacio íntimo proyectado como permeable a la curiosidad del espectador. “¡Vamos a tener sexo! ¡Es un programa sobre sexo!” es su grito inicial, que funciona a modo de presentación, de guiño sobre el territorio parodiable en el que se adentra, y también como contraseña para su personaje, que cederá el protagonismo anterior de la marca y de su condición de influencer a las parejas que se reciben de protagonistas.
Cada episodio de los seis que integran la serie conjuga las experiencias de dos parejas en el terreno sexual, que pueden ir desde la imposibilidad de alcanzar el orgasmo, combinar el erotismo con la vida familiar, sentirse cómodo con el cuerpo y repensar la conexión entre lo amoroso y lo puramente genital. Más allá de la blancura estética del espacio, con sus fondos de paisajes de ensueño, sus secuencias de montaje de cuerpos desnudos y prolijamente recortados, las entrevistas amenas y sobrias, lo que consigue esta parada en el itinerario de Goop es asumir ese abordaje desde cierta empatía. Allí Paltrow se construye menos como consejera experta que como una invitada curiosa y algo comedida, que cuenta anécdotas de sus padres, hace chistes inocentes y baja algunos escalones de su pedestal patricio, para dejar a esa dinámica de “parejas normales” que desfilan por terapias, juegos de rol, bailes y llantos esporádicos la esencia de lo que el sexo representa en la vida cotidiana.
Quizás su apartado más inteligente sea pensar el placer en tensión con los imaginarios culturales, tanto surgidos del cine y la pornografía como nutridos por las desigualdades entre varones y mujeres que atraviesan razas y generaciones, usando ese territorio de ficción en el que la actriz parece sentirse más cómoda. Sin ahondar en dimensiones políticas ni profundizar en su arraigo estructural en la sociedad, Paltrow puede deslizar que la insatisfacción sexual tiene raíces que exceden la medicina y asumen su condición social, pese a que el tópico del consumismo y los consejos mágicos –de los que Goop es el mejor ejemplo- no deje de flotar en el ambiente.
La noción de “avant garde” de Goop, en términos de productos para el bienestar al igual que en relación a terapias sexuales, no deja de ser un mero aggiornamento de lo ya conocido, para sostener la pretendida “novedad” en la que insiste la marca. Eso que en The Goop Lab era algo recurrente y que dio pie para la burla de muchos que veían un truco de venta descarado, aquí se modera y se restringe a algunos neologismos como los “erotic blueprints” para denominar a la dinámica erótica de una pareja.
Los participantes –a los que insisten en llamar “valientes”, no sabemos si a consciencia o como gesto irónico- condensan esa idea de arco representativo en su calculada diversidad –una pareja de negros, una de adultos mayores, un matrimonio entre una alemana y un caribeño, una pareja de lesbianas de hogares conservadores- y cada episodio combina los detalles de sus vidas a partir de fotos, videos hogareños y entrevistas, con el diagnóstico de su “problema” y la puesta en marcha del tratamiento. Nada novedoso pero tampoco bizarro, todos los consejos juegan sobre lo previsto, sostenidos en una sobriedad que hace del tabú algo que pendula entre el abordaje “profesional” y el interés por espiar un poco la vida ajena. Paltrow esquiva finalmente el rol de gurú para convertirse en una anfitriona ocasional, sin la batería de ventas bajo el brazo y con un ojo puesto en el placer de sus invitados. Más de lo que se podía esperar.
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