Antes de las dos películas fallidas que devaluaron la marca; antes del final que no estuvo a la altura de la audacia de la serie; antes de todo eso hubo un primer episodio de Sex and the City. Si cuesta recordar lo que significó ver en pantalla a cuatro mujeres de 30 y pico vivir una amistad intensa y expresar con honestidad brutal sus ideas sobre el sexo y el amor es porque pasaron más de veinte años desde el estreno de la serie. Y muchísima agua bajo el puente.
El 6 de junio de 1998 se emitió en los Estados Unidos el piloto de Sex and the City, por HBO. Darren Starr, productor ejecutivo y guionista de series como Beverly Hills 90210 y Melrose Place, era fanático de la columna que escribía Candance Bushnell sobre sexo y su vida en Manhattan en el diario The New York Observer. Después de conocer a la autora y hacerse amigo de ella, Starr comenzó a pensar en adaptarla a la TV porque le interesaba "la idea de una mujer de 30 y pico que escribe sobre relaciones y usa su columna como una herramienta para conocer mejor su propia vida".
La columna de Bushnell, que tenía como protagonista a su álter ego Carrie Bradshaw, fue publicada en forma de libro en 1996 y esa compilación ayudó a Starr a formarse una idea de quiénes serían los personajes principales de la serie: Carrie y sus amigas Miranda Hobbes, Samantha Jones y Charlotte Ross, cuyo apellido fue cambiado a York para la serie. Mr Big, el huidizo gran amor de Carrie, también era un personaje presente en lo que había escrito Bushnell y aparecería en el primer episodio como el necesario gancho romántico.
Se ha escrito y hablado mucho sobre lo revolucionaria que fue Sex and the City para la televisión en términos de contenido pero también lo fue en su formato. Starr quiso hacer una comedia, pero filmada como un drama o una película. Es decir, que no tuviera los elementos de las sitcom clásicas, que fuera filmada con una sola cámara, sin público presente en el set que se riera de los chistes. De hecho, la serie tendría a las calles, museos, tiendas y restaurantes de Nueva York como privilegiado set urbano. La ciudad fue tan importante para la serie como sus personajes y las historias que contaba.
Como sucede con los zapatos Manolo Blahnik, aunque Sex and the City no inventó el formato de "comedia de una sola cámara" sí fue uno de los principales responsables de popularizarlo. A punto tal que dejó agonizando a la sitcom, un género televisivo clásico que en los 90 tuvo éxitos enormes como Friends y Seinfeld pero sería menospreciado en la década siguiente, mientras se multiplicaba este nuevo tipo de comedias (30 Rock, Arrested Development, The Office, entre otras).
El personaje principal de la serie, la ciudad de Nueva York, ya estaba elegido desde un principio. Conseguir a la Carrie Bradshaw perfecta fue un poco más complicado. Starr puso el ojo en Sarah Jessica Parker, quien desde chica actuaba en cine (Las chicas sólo quieren divertirse) y teatro. A la actriz no le interesaba hacer televisión pero el guion le gustó tanto que decidió reunirse con Starr. El consejo de su marido, el actor Matthew Broderick, y también el de su hermano director terminó de decidirla a interpretar a la columnista amante de la moda, aunque sus dudas continuaron hasta después de haber grabado el piloto.
El resto del elenco principal se completó con actrices con experiencias diversas. Cynthia Nixon, quien interpretó a Miranda, también actuaba profesionalmente en cine y teatro desde chica; Kristen Davis, la elegida para ser Charlotte, había trabajado con Starr en la delirante telenovela Melrose Place; y Kim Cattrall, que se quedó con el papel de Samantha, había sido una sex symbol en películas de los 80 como Mannequin, Porky’s, Locademia de policía y Rescate en el Barrio Chino, entre otras.
"¿Pueden las mujeres tener sexo como los hombres?", se preguntaba Carrie en ese primer episodio de Sex and the City, que tiene algunas diferencias con el resto de la serie. Por ejemplo, los personajes rompían la cuarta pared y le hablaban directo al espectador, algo que no se repitió luego. Pero más allá de algunos detalles que cambiarían, como personajes que luego no tendrían la importancia que parecía que iban a tener o incluso el color de pelo de Sarah Jessica Parker (que era más castaño claro que rubio), las principales características de la serie ya estaban establecidas. La voz en off de Carrie escribiendo su columna y haciendo una pregunta que daría el puntapié al conflicto que intentaría responderlo en cada episodio; las personalidades definidas y diferentes de las cuatro protagonistas; la charla abierta entre mujeres sobre sexo como nunca se había visto en una comedia televisiva; todo eso está marcado desde el principio.
El final del episodio abría el juego para la relación amorosa principal de Carrie en la serie. Mr Big (Chris Noth) se presenta como un hombre poderoso, seguro de sí mismo y lo suficientemente misterioso como para llamar la atención de la protagonista. A través de las seis temporadas que duró la serie, esta relación enfrentaría obstáculos internos de ambos personajes y llegaría a un final feliz que no convence demasiado, incluso después de haber visto todo lo que ha pasado esa pareja.
Las dos películas que siguieron con la historia, dirigidas por Michael Patrick King (productor ejecutivo de la serie), terminaron de arruinar por completo las ideas más revolucionarias del original televisivo. Hoy existen varios artículos dedicados a señalar que Carrie no es el ícono feminista que parecía ser, con puntos muy válidos pero cierta falta de perspectiva de lo que significó la irrupción en la televisión de fines de los 90 de ese personaje y la serie. Tampoco tiene mucho sentido creer que una serie que suponía que una columnista de un diario ganaba lo suficiente para tener decenas de pares de zapatos de Manolo Blahnik y Jimmy Choo tuviera un profundo compromiso con la realidad de las mujeres.
Pero esa es otra parte de la historia de Sex and the City. Mucho antes de que sucediera todo eso, se emitió aquel primer episodio y las respuestas fueron diversas. El crítico de The Hollywood Reporter Irv Letofsky en su reseña del piloto escribió que "sus personajes son demasiado desagradables como para ser graciosos". En cambio, la crítica del New York Times Caryn James describió a ese primer episodio como una "media hora fresca y graciosa" y destacó el trabajo de Parker interpretando a "una mujer inteligente que siempre está buscando respuestas y nunca está segura de haberlas encontrado".
Más allá de la opinión de la crítica el público respondió al menos con curiosidad inicial y pronto se convirtió en un éxito televisivo que invadió la cultura pop con sus frases, su vestuario y hasta su trago insignia (el Cosmopolitan).
Veinte años después, el proyecto de una tercera película se cancelaba porque Kim Cattrall se negaba a volver a interpretar a Samantha y hasta ha declarado que nunca fue amiga de sus compañeras de elenco, dedicándole algunos dardos envenenados a la estrella de la serie. Mientras tanto, Cynthia Nixon estuvo muy ocupada haciendo campaña para ser elegida como gobernadora del estado de Nueva York. Teniendo en cuenta que las dos películas anteriores no ofrecieron más que la cáscara superficial de la serie y se olvidaron de incluir sus aspectos más poderosos y revolucionarios, probablemente haya que agradecerle a Catrall por haberse negado a hacer una tercera película y a Nixon por dedicarse a la política.
Sin embargo, el tiempo daría revancha: tentadas por HBO Max, Parker, Nixon y Davis aceptaron retomar sus personajes para una nueva temporada, que entrará en producción en las próximas semanas y se estrenará en la plataforma de streaming. Así lo dieron a conocer ellas mismas en sus redes sociales, entre imágenes de Nueva York y la pregunta del millón: "¿Dónde están ellas ahora?".
Cattrall, por supuesto, no será de la partida. "Nunca más. Es un 'no' de mi parte", le decía la actriz al Daily Mail en 2019, cuando los rumores de una tercera película volvían al ruedo. "Aprendés lecciones de la vida, y mi lección es que tengo que trabajar con buenas personas y tratar de que el trabajo sea divertido", cerraba, dejando en claro que para ella Sex and the City era definitivamente parte del pasado.
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