Series: un año repleto de fantasía, crímenes verdaderos y que inauguró un nuevo camino para la TV local
Con las consecuencias generadas por la pandemia, en estos doce meses las plataformas de streaming intentaron volver a la vieja normalidad
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Cuando se trata de hacer un balance comprehensivo de la ficción televisiva el mayor desafío pasa por identificar los puntos más relevantes de una industria que produce con una intensidad y a un volumen que muchas veces se percibe como inconmensurable. La catarata de estrenos, regresos, relanzamientos y reversiones que pelearon por la atención de los espectadores y el dinero de los suscriptores durante 2022 fue tan frondosa que una vez más dio la impresión de que las series existen en un estado de fenómeno permanente. Una contradicción evidente que al mismo tiempo los ambiciosos planes de las plataformas de streaming apuntan a sostener. Y que los obligados resúmenes de fin de año intentan dilucidar. El regreso triunfal de las épicas de fantasía, las visibles consecuencias de la pandemia, el esperanzador camino que se abrió para la producción argentina y la fascinación por las historias de crímenes verdaderos pasados por el filtro de la ficción, fueron algunas de las tendencias más destacables de un año en el que la TV demostró ser más global que nunca antes. Así y todo la evaluación de lo mejor, lo peor y lo que pasó desapercibido durante un año no es-ni pretende ser-, una ciencia exacta sino una aproximación a ese universo en constante estado de expansión que es la ficción televisiva en serie.
El camino de la producción argentina. Durante muchos tiempo, especialmente desde que La casa de papel elevó el perfil de las ficciones españolas hasta inéditas alturas, la incógnita era qué necesitaba la producción argentina para ingresar en ese podio de popularidad que prometen los servicios de streaming. Más allá de algunos fenómenos nacidos en la TV abierta como el relanzamiento de Okupas en 2021 y la saga de El marginal, disponibles en Netflix, a la ficción local le faltaba encontrar los ingredientes que le consiguieran un lugar propio en las plataformas. Las primeras aproximaciones más claras para lograr ese objetivo aparecieron este año con las miniseries Iosi, el espía arrepentido (Amazon Prime Video) y Santa Evita (Star+), dos propuestas apoyadas en historias reales pasadas por el tamiz de la literatura. Ambas se sumaron a la tendencia global de explorar la realidad en busca de narrativas atrapantes pero lo hicieron con un sello local inconfundible: las particularidades del pasado político, social y cultural nacional fueron punto de partida para el nuevo camino. A él se sumaron en los últimos meses del año, El encargado (Star+) y El fin del amor (Amazon Prime Video), dos ficciones que mostraron que hay creadores locales ya en sintonía con las necesidades y exigencias de las plataformas de streaming que al mismo tiempo pueden lograr que el público que se vea reflejado en ellas en sus historias, no importa desde dónde las esté viendo.
El primer año del resto de nuestras vidas. En la pandemia el mundo se unió en el padecimiento compartido. Más tarde o más temprano el aislamiento, las noticias sobre la fabricación de vacunas o la apertura de nuevos centros de testeos formaban parte de la agenda pública global. Pero más allá de las preocupaciones sanitarias generalizadas otra de las cosas que unió a buena parte de la humanidad fue la necesidad de entretenimiento a partir de los relatos de consumo serial y hogareño. Durante la pandemia los sistemas de streaming aportaron la necesaria distracción hasta agotar su stock. Se sabía que las consecuencias de tener paralizada la producción audiovisual durante tanto tiempo tarde o temprano empezarían a notarse en pantalla. Así, en 2022 hubo ausencias notables como la de Succession, cuya tercera temporada se vio a finales de 2021 y que recién regresará al ruedo en 2023, un intervalo de más de dos años entre la tercera y la cuarta temporada de Stranger Things y la esperada Euphoria tuvo complicaciones para cumplir sus plazos de estreno. En términos de contenido, si en 2021 Ted Lasso representó la necesidad de optimismo y esperanza en medio de la crisis sanitaria global, en 2022 la sitcom Abbott Elementary se candidateó como su merecida continuación espiritual. Mientras tanto los relatos apocalípticos, más allá de su calidad, tuvieron que conformarse con el segundo plano. Así lo demostró la anémica repercusión de series notables como Estación Once (HBO Max) y Halo (Paramount+), que sufrieron por las pocas ganas que tenía el público de ver el fin del mundo en pantalla después de pasar por lo peor de la pandemia fuera de ella.
Fantasía modelo 2022. Todos los años hay al menos una serie que el público espera con mayor ansiedad. Ya sea un retorno o una promocionada novedad hay ficciones que son eventos especiales, polos de atracción aún para los más escépticos. En 2022 hubo dos relatos que despertaron ese interés y ambos renovaron con fuerza el vínculo entre las series y la fantasía. Luego del final de Game of Thrones en 2019 parecía dudoso que el género pudiera volver a generar ese nivel de atención y sin embargo tanto su continuación, House of the Dragon, como El señor de los anillos: los anillos del poder lograron atrapar a los espectadores por sus propios méritos. En el caso de la precuela de la saga creada por George R.R. Martin si bien las comparaciones fueron inevitables y no especialmente halagadoras para la nueva ficción, lo cierto es que con el correr de los episodios el público rellenó el agujero que dejó en sus corazones el dúo de Daenerys y Jon Snow por el que formaron los platinados Daemon y Rhaenyra. Por el lado de El señor de los anillos, el proyecto de gran presupuesto de Amazon Prime Video, el logro tuvo doble mérito: la serie demostró que había más historias del mundo creado por R.R. Tolkien para contar y que alguien más que Peter Jackson y su equipo tenían la capacidad de contarlas. La llegada de la continuación de Willow (Disney+) al filo del final de año demuestra que en la pantalla chica la fantasía tiene aventuras para rato.
Historias verdaderas. Si hay un tipo de relato que resume la marcha de la narración televisiva de 2022 se trata de esas miniseries que tomaron documentados crímenes de la vida real y los transformaron en ficciones de finales conocidos y desarrollos fascinantes. Entre las propuestas más destacadas estuvieron The Dropout, Candy y Pam & Tommy de Star+, The Starcaise de HBO Max e Inventando a Anna y Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer de Netflix. La lista continúa e incluye a un ejemplo local, María Martha, el crimen del country (HBO Max), además de otros cuentos reales tan extraños-un nuevo integrante del grupo es la bizarra Bienvenidos al Chippendale (Star+)-que ya son parte de las pesadillas favoritas de sus espectadores. La fascinación por jugar a ser detectives desde el sillón y por volver a escuchar los detalles de los casos que tapizaban las tapas de los diarios en los tiempos en que fueron descubiertos se transformó en un pasatiempo mundial que promete seguir en marcha en 2023.
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