Separados pero juntos: Mulder y Scully reabrieron Los expedientes X
Con un primer episodio algo trabajoso por la necesidad de poner al día la historia pero con un segundo capítulo que demostró que la química entre sus protagonistas sigue intacta, la serie retornó a la pantalla chica para una minitemporada de seis capítulos
Era casi imposible que el regreso de Los expedientes X, anoche, cumpliera todas nuestras expectativas. En primer término, porque eran inmensas y segundo, porque no sólo refieren a la serie en sí, sino a nuestra relación personal con un programa que supo canalizar las ansiedades y miedos de toda una época que se siente tan lejana como próxima y moldearla en una ficción que era tan profunda y ridícula, emocionante y terrorífica, pretenciosa y pop, como la infinidad de combinaciones posibles para la relación de sus dos protagonistas.
Así que, dada la multiplicidad de sensaciones que provocaron los dos capítulos emitidos por Fox anoche para dar comienzo a esta décima minitemporada (o "evento", como suelen definirlos los canales ahora) de Los expedientes X, pasemos revista a lo que ahora sabemos y a lo que seguimos ignorando sobre la serie. Por supuesto, si prefiere ver la serie primero, antes de leer estos SPOILERS, bienvenido.
Sí, Mulder y Scully siguen siendo la pareja perfecta. Es testamento de la química entre David Duchovny y Gillian Anderson que hayan podido no sólo decir, sino inyectar algo de emoción real a sus diálogos en "My Struggle", el primero de estos nuevos envíos. Abrumado por la doble tarea de poner al día a quienes no vieron las nueve temporadas previas y las dos películas realizadas sobre la serie y rectificar algunos aspectos de la mitología de The X Files, el episodio fue algo tosco en su construcción y obtuso en los parlamentos, pero definitivamente efectivo para el operativo retorno. A su término, sabemos que Mulder y Scully se separaron personalmente –la depresión del primero, descubriremos luego, ha sido determinante pero no la única causa– pero deciden reunirse profesionalmente para investigar los méritos de una teoría de Tad O'Malley (Joel McHale), un comentarista televisivo que propone las múltiples abducciones de Sveta (Annet Mahendru de The Americans) como la llave para desentrañar un plan para conquistar al mundo.
La verdad sigue estando allá afuera. La conspiración alienígena que culminaría con una invasión en 2012 obviamente no ocurrió, por lo que este regreso de Los expedientes X introduce una corrección en la mitología original de la serie, que puede recorrerse sintéticamente aquí (en inglés). La realidad, entonces, es más prosaica pero también más cruel: ya no son los extraterrestres los que planean tomar el control de los recursos y la población de la Tierra, usando a sociedades conspirativas como El Sindicato como capataces terrícolas, sino un grupo de congéneres que han estado creando las condiciones necesarias para poder tomar el poder, primero en los Estados Unidos y luego en todo el mundo, usando las eficaces leyes del capitalismo, la instantaneidad de las redes sociales y la estimulación del consumo en todas sus formas. De los extraterrestres –aparentemente– sólo ha quedado su tecnología, replicada y adaptada por el ministerio de Defensa norteamericano y sus "contratistas" con ese propósito y otros subsidiarios que, por supuesto, se develarán con el pasar de los capítulos. Pero Mulder, que ya ha podido contemplar una réplica de una nave extraterrestre que usa "la energía del universo" para trasladarse y es capaz de desaparecer y aparecer a gusto y deseo de sus operarios humanos, tiene todos los datos que necesita para convencer a su compañera –Anderson recobra a la perfección el arqueamiento de sus cejas y su viejo resoplido resignado de "Ahí vamos de nuevo"– de que es hora de volver a la lucha y a sus viejas oficinas decoradas con lápices incrustados en el cielorraso de telgopor. Eso y el hecho de confirmar con la secuencia de su genoma que tanto la malograda Sveta como la propia Scully tienen ADN extraterrestre.
Los villanos también están de vuelta. El final de "My Struggle" es lo mejor del capítulo: el Hombre que Fuma (o CSM, por sus siglas en inglés) exhala el humo de su cigarrillo a través de su traqueotomía mientras habla por teléfono: "Tenemos un problema. Reabrieron los expedientes X", le avisa a un colega desconocido. Con él, el acomodaticio Sindicato vuelve a adquirir su función de antagonista eterno de Mulder y Scully (el Hombre que Fuma tiene una relación de sangre con el primero que no sabemos aún si seguirá siendo canónica en estos nuevos capítulos). En el segundo episodio, "Founder's Mutation", se abre la primera gran incógnita: los experimentos en mujeres, hombres y niños, que crearon híbridos alienígenas y desarrollan capacidades sobrehumanas en ellos como las que se ven en el interior del laboratorio que comanda Doug Savant (¡de Beverly Hills 90210!) fueron realizados por seres humanos, pero ¿con qué propósito? ¿Es el misterioso Fundador el nuevo villano? Y, sobre todo, ¿es William, hijo de Mulder y Scully, el resultado de uno de esos experimentos?
William es importante. Más allá de las revelaciones acerca de la mitología de la serie que ocuparon buena parte de estos nuevos dos capítulos, la segunda entrega vista anoche se destacó por dos secuencias ¿oníricas? en las que tanto Scully como Mulder se imaginaban llevando a su hijo al colegio o armando cohetes en el jardín con él, fantasías provocadas por la ausencia de éste y su propia culpa que invariablemente culminaban con el chico sucumbiendo a la conspiración de la que intentaron ocultarlo entregándolo en adopción. El hijo de ambos tendría ahora 15 años, se dice en la serie ¿Irán a buscarlo cuando se convenzan de que no está a salvo ni con la identidad que lo ha protegido hasta ahora?
La conspiración no lo es todo. Los fanáticos de los X Files se dividen entre los devotos de la mitología y los adeptos a los casos del "monstruo de la semana". Estos primeros dos episodios, a pesar de tener un enigma en su superficie (la verdad sobre las abducciones de Sveta, el horroroso suicidio del doctor Sanjay) se concentraron en plantar las semillas de la nueva conspiración y cómo esta encaja en la cosmogonía de la ficción, y lo hizo pasablemente bien, con algunos brillos en la interacción de sus protagonistas. Pero, dado que es en aquellos episodios en los que el asesinato tiene una explicación sobrenatural donde Los expedientes X suele alcanzar cimas díficiles de superar en términos de narración, ambición y estilo, la mayor apuesta para este regreso está en el tercer episodio, que se verá el lunes próximo, "Mulder and Scully Meet the Were-Monster". Después de todo, algunos de los mejores episodios de la historia de la serie son aquellos dedicados a los monstruos, como "Jose Chung From Outer Space", "Clyde Bruckman's Final Repose", "Home", "Tooms", "Memento Mori", "The Post-Modern Prometheus", "Triangle", "Small Potatoes", y "Bad Blood" (para otro buen ranking de sus episodios, también en inglés, visitar aquí; Fox está repitiendo algunos de ellos los fines de semana, un plan para no perderse). Allí, al parecer, Mulder y Scully volverán a hacer lo que les pedimos: mostrarnos el mundo de todos los días convertido en algo extraño, fuera de este mundo, con sólo mirarlo a través de sus ojos.