Seinfeld: una serie que nadie quería, un piloto acartonado y un Kramer diferente
El 5 de junio de 1989, la señal NBC ponía al aire The Seinfeld Chronicles, un piloto centrado en el día a día de un comediante. Era una propuesta demasiado común y para los ejecutivos de la señal el fracaso era cantado, pero la perseverancia de unos pocos, que realmente creían en el potencial de esta serie, le dio tiempo al proyecto a madurar, a tal punto que luego resignificó el universo de las sitcoms.
Esta es la historia de un éxito impensado de dos humoristas atípicos, creadores de una ficción más atípica aún, que dejó una huella imborrable en la televisión.
El Seinfeld prehistórico
Jerry Seinfeld era una figura de mucha convocatoria en el circuito de los clubes stand-up de Nueva York. A comienzos de los ochenta debutó en el programa Tonight Show de Johnny Carson, uno de los ciclos de medianoche norteamericano más populares de la época. Con el tiempo fue un un habitué de ese ciclo y del conducido por David Letterman. Sin embargo, la televisión no era tanto de su interés, mientras que los clubes sí eran el reino del que quería ser amo y señor. Su representante, un experimentado agente llamado George Shapiro, le mandaba videos de su cliente a distintos ejecutivos de grandes señales. Eventualmente logró una reunión con la cúpula de la NBC y allí, Jerry solo dijo que hiciera lo que hiciera lo único que quería era interpretarse a sí mismo. Desde el canal el escepticismo era enorme, pero le dijeron que presentara una idea para un especial. Él estaba solo, no tenía experiencia en el rubro y no sabía sobre qué podía tratar su serie. Y así como John Lennon tuvo su Paul McCartney, Jerry tuvo su David.
Un dúo que no quería (ni sabía) hacer tele
En los ochenta solía decirse que Larry David era "el comediante de comediantes", un artista valorado solo por los dueños de un paladar demasiado fino. "Lo que significa que lo mío era un desastre", solía decir él ante ese elogio. David era famoso por su mal humor y por los stand-up en los que arrojaba el micrófono diciéndole a la platea que no estaba a la altura de su ingenio. En el cumpleaños de Carol Leifer, una de las pocas humoristas de la movida neoyorquina, David le regaló un monólogo. Como estaba muy borracho, la mujer le dio el material a Seinfeld para que lo leyera. Jerry encontró que los gags eran brillantes, mientras que Larry se partía de risa viendo cómo su compañero le ponía voz a ese monólogo. Ambos percibieron una alquimia poco habitual y cuando Seinfeld recibió la oferta del piloto, llamó a su colega.
Reunidos una medianoche en una cafetería, rápidamente se les prendió la lamparita: harían un especial sobre el proceso creativo de un comediante y cómo tomaba ideas de distintos lados para escribir un monólogo. No era una premisa rupturista, pero le permitía a Seinfeld hacer de él mismo en una ficción tipo documental. Claro que un especial de noventa minutos resultaba difícil de escribir y pronto la dupla creativa se enamoraba de una idea mucho más sencilla, "la de dos tipos hablando", como contaría Seinfeld un tiempo después.
En la NBC estaban encantados con Jerry y su carisma, mientras que los hoscos modos de David no terminaban de entusiasmarlos, pero era claro que ambos se complementaban a la perfección. De esta manera, se firmó un contrato inicial de un piloto y para comienzos de 1989, todo estaba listo para grabar The Seinfeld Chronicles.
La crónicas de Seinfeld
En la ficción, Seinfeld es un humorista que vive en Nueva York, tiene un vecino extravagante y un amigo que es su confidente. La trama gira sobre una mujer que va de visita al departamento del protagonista y éste debe decodificar si ella tiene intenciones sexuales o no. Con el libreto listo, comenzó entonces el proceso de elegir a los actores. El primer desafío fue encontrar a George, el gran amigo de Jerry. En la lista de nombres tentativos figuraron Danny de Vito, Steve Buscemi, y Nathan Lane, pero el rol lo obtuvo Jason Alexander, un actor de Broadway que contaba con un premio Tony.
David había basado el personaje del vecino extravagante, en uno de sus vecinos con el que tenía una curiosa relación en la cual ambos mantenían las puertas (del departamento y de las heladeras) a disposición mutua. Para el papel contrataron a Michael Richards, un excepcional comediante, que tenía una destreza física comparada con Buster Keaton. Con el elenco definido, comenzó la filmación de un piloto que estaría muy lejos de cubrir las mínimas aspiraciones de la NBC. La historia de Seinfeld en la tele, parecía llegar a su final antes de dar el primer paso.
Un piloto fallido
Mientras grababan el piloto, Larry David se acercó a Jason Alexander y le dijo: "Dígame señor experiencia, ¿cómo ves todo esto?". Al actor le gustaba mucho el guion, pero su respuesta fue contundente: "No hay forma que funcione. En este momento el programa número uno es Alf, ¿quién puede mirar esto entonces? El único público posible para una sitcom así es alguien como yo y yo no soy de los que miran tele". Las palabras eran tan lapidarias como ciertas.
El piloto de Seinfeld es un gigantesco paso en falso y los personajes están años luz de tener las características que más tarde los llevarían al panteón televisivo. George entiende de mujeres, Kramer es bastante educado, los diálogos no terminan de fluir y los gags se perciben acartonados. Como se veía venir, el piloto del que nadie esperaba nada, finalmente nada logró. Contra todos los pronósticos, la señal le pidió cuatro capítulos más, pero con algunas modificaciones innegociables.
La más importante era la incorporación de un personaje femenino fuerte. David volvió a recurrir a su propia biografía y basó a Elaine en Monica Yates, una expareja que se convirtió en su gran amiga. Para ese personaje, la elegida fue la enormeJulia Louis Dreyfus , comediante ex Saturday Night Live que apenas llegó al casting con botas vaqueras, Richards la vio y dijo: "Claro que sí, esa será nuestra chica".
A pesar de ahogarse en la presión de tener que escribir cuatro guiones más, David sacó adelante un puñado de episodios que mostraron un crecimiento notable, apostando por los sinsabores de la rutina, a medida que cada uno de los intérpretes empezaba a tomarle el tiempo a sus personajes. Alexander comprendió que Geroge era el propio David, y así enfocó su actuación en las mil neurosis que dominaban al guionista. Kramer poco a poco comenzaba a hacer gala de las conductas absurdas del Kramer real, y Elaine sostenía una dinámica de cierta tensión sexual que le daba un valor agregado a la comedia. Y en el centro de esos personajes, Seinfeld era el hilo conductor y la estrella que a pesar de ser el menos talentoso de los actores, manejaba un carisma que lo hacía de gran atractivo.
Sin grandes resultados en materia de rating, y con muchos ejecutivos desconfiados, la NBC volvió a dar un voto de confianza solo por orgullo cuando un ejecutivo de FOX, llamado Joe Davola, quiso comprarles el show. Celosos de su producto, los directivos de la señal volvieron a apostar por el programa y dieron luz verde a una segunda temporada que se estrenó el 23 de enero de 1991.
Nada de abrazos ni enseñanzas
Larry tenía un mantra muy sencillo: "No hugging, no learning". El guionista entendía que mientras todas las comedias se centraban en familias tradicionales y amistades solidarias, Seinfeld trataría sobre un grupo de adultos que ante todo preservaba su propio confort.
David dijo sobre ellos una vez: "Mucha gente no entiende que este es un show realmente oscuro. Si mirás bien las historias, siempre le pasan cosas malas a la gente de la serie. Pierden sus trabajos, se animan a romper una relación con un tipo que sufrió un infarto, o le dicen a alguien que mejor se haga una rinoplastia. En fin, esa es mi sensibilidad".
Finalmente hubo un episodio en el que David encontró la fórmula de la pólvora, y ese fue "The Busboy", el último de la segunda temporada. Ahí las tramas se entrecruzaban en el final y todos los conflictos de cada uno de los personajes, convergían en un gran caos. A partir de allí, el guionista impuso una máxima y era que cada personaje debía tener su propia historia dentro del episodio y que, sobre el final, esos conflictos individuales debían eclosionar en un big bang gigantesco. Con el estreno de la tercera temporada, en septiembre de 1991, y mostrando un mecanismo plenamente aceitado, Seinfeld se instaló como uno de los éxitos crecientes de la NBC, y pronto la crítica la aclamó como la gran comedia del momento.
El legado seinfeldiano
Hay una anécdota que retrata de forma concreta el espíritu de David y su equipo. En 1994, cuando el show atravesaba su quinta temporada y ya estaba instalado como un éxito, el programa compartía día y canal con Friends, Mad About You y Madmen of the People. Teniendo en cuenta que las cuatro se situaban en Nueva York, un ejecutivo de la NBC pensó que podría unificarlas a través de una trama en común, y les pidieron a los coordinadores de esas sitcoms que en una fecha determinada, todos los capítulos transcurrieran durante un apagón. Desde Friends, Mad About You y Madmen of the People se pusieron manos a la obra. Peter Mehlman, guionista principal de Seinfeld, se limitó a responder: "Claro. Quizá traigamos al personaje de Ross de Friends, ¡y podríamos matarlo! Deberíamos considerar esa opción". David se divirtió mucha con esa idea pero su posición fue clara: en su show no habría ningún apagón ni iba a tolerar que un empresario les dijera qué hacer con su programa.
En los años siguientes, y hasta su final en 1998, Seinfeld evolucionó constantemente. Larry David hizo de las anécdotas su sello autoral, y constantemente le pedía a sus guionistas historias personales que pudieran trasladar a la pantalla. Por otra parte, la serie podía hablar sobre matrimonio igualitario, discutir si la pizza era pizza cuando estaba en el horno o cuando salía de él (en una ingeniosa postura a favor de la legalización del aborto), hacer comedia con enfermedades terminales (¡hasta matar a un personaje como gag!) e incluso divertirse a costas del asesinato de John Fitzgerald Kennedy o el robo de tierras a nativos americanos. Una y otra vez, Larry David y su equipo demostraban que podían hacer humor con todo.
El 14 de mayo de 1998, luego de nueve temporadas, llegó el último episodio. Hay testimonios que indican que en Nueva York la transmisión se vivió como un mundial, y fue un evento que detuvo el movimiento de la ciudad más activa del mundo. En Argentina, el canal Sony emitió el final en simultáneo sin subtítulos, aunque en este país la popularidad de Seinfeld estaba lejos de explotar (ElTrece, en 1997, había arriesgado una emisión nocturna doblada que pasó sin pena ni gloria).
A más de veinte años de su final, la seguidilla de latiguillos, de personajes secundarios y de gags recurrentes despertó en el público un amor por Jerry y sus amigos que superó el daño que "los cuatro de Nueva York" les habían causado a todos aquellos con quienes se cruzaron. En Nueva York hay tours temáticos vinculados a la serie, y una fotografía en la fachada del Tom´s Restaurant, el bar en el que se reúnen los protagonistas dentro de la ficción, para un turista seinfeldiano es tan o más importantes que una postal de Abbey Road para un fan de los Beatles. El triunfo de Larry David y Jerry fue absoluto, y los años hicieron de Seinfeld una sitcom única e irrepetible.
¿Dónde verla ? Seinfeld se encuentra completa en Amazon Prime.
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