Secuestro aéreo: Idris Elba se aleja del héroe tradicional en un atrapante thriller que transcurre en tiempo real
A lo largo de siete episodios, la serie retrata una toma de rehenes durante un vuelo comercial y el rol clave que juega un experto en negociaciones entre empresas que se encuentra a bordo
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Secuestro aéreo (Inglaterra, Estado Unidos/2023) Dirección: Jim Field Smith. Guion: George Kay. Elenco: Idris Elba, Neil Maskell, Christine Adams y Ben Miles. Disponible en: Apple TV+. Nuestra opinión: buena.
Un viaje entre Dubái y Londres es el marco de esta ficción, que transcurre en un avión secuestrado por una célula terrorista. A pocos minutos de despegar, un grupo de hombres y mujeres armados anuncia que el vuelo es secuestrado y los pasajeros y pilotos deben obedecer sus órdenes. Como es de esperar, el pánico atraviesa a la gran mayoría de rehenes, que no saben si se trata de una misión suicida o si los terroristas los llevarán hacia algún destino incierto. Y la desesperación aumenta según avanzan los minutos, mientras los secuestradores procuran no revelar sus planes. En ese momento, surge la figura de Sam Nelson (Idris Elba), un viajante de primera clase, que toma por sorpresa tanto a los terroristas como a los pasajeros, al ensayar entre las partes una suerte de negociación.
La vida de Sam no pasa por un buen momento. Recientemente divorciado, el hombre decide viajar a Londres para reconstruir el vínculo con su exesposa, temeroso de confirmar sus sospechas de que ella ya está con alguien más. Pero dispuesto a no bajar los brazos, el protagonista se sube a ese avión, en el que tendrá un papel inesperado. El trabajo de Sam consiste en negociar fusiones empresariales, y debido a eso es que tiene un talento natural para persuadir a sus interlocutores y trazar planes que terminen por ubicar la situación a su favor. Por ese motivo, cuando el protagonista advierte que la situación con los rehenes puede llegar a salirse de control, no duda en posicionarse como un negociador que intentará llevar orden a una situación caótica en esencia. Y en el marco de esa misión autoimpuesta, Sam se preguntará a sí mismo cuál es su límite ético en el afán por cumplir su objetivo.
A Secuestro aéreo le alcanzan un par de minutos para construir un clima de tensión que resulta atrapante para el espectador, porque es fácil empatizar con una situación de naturaleza tan aterradora. Y por ello el personaje de Idris Elba resulta tan atractivo, porque es la pieza que intenta destrabar un conflicto que amenaza con terminar en tragedia. A través de su protagonista, Secuestro aéreo le encuentra un rasgo distintivo a una trama tan trillada como la de un avión secuestrado.
Eso tiene que ver con que Sam Nelson no es un héroe, no es un John McClane que con total nobleza intenta salvar vidas inocentes, nada de eso. Sam tiene un objetivo claro, que es reencontrarse con su exesposa para resolver su conflicto conyugal, y es posible que el destino de los otros pasajeros no sea necesariamente una de sus prioridades. En este personaje no hay una mirada altruista que impulse su interés por negociar con los terroristas, o dicho de otra manera, Sam no hace las cosas “porque es bueno”, aunque eso tampoco lo convierte necesariamente en un villano. De esa manera, Sam se revela como una criatura pragmática ante todo, una condición que lo lleva a enfrentar toda clase de pruebas éticas, al punto de equilibrar ocasionalmente la situación a favor de los terroristas.
Al margen de la frágil moral de su personaje central, la otra gran pata en la que se apoya Secuestro aéreo es en el proponer que la acción transcurra en tiempo real. Cada episodio de la miniserie tiene una hora de duración, y cuenta qué sucede a lo largo de cada una de las siete horas en las que se prolonga el vuelo. Desde luego que como toda ficción que echa mano de este recurso, el presunto tiempo real está levemente falseado para que la acción coincida con las agujas del reloj, pero eso no quita que el paso del tiempo sea un valioso ingrediente en el marco de un relato en el que cada minuto tiene un peso determinante.
Aunque no sea una historia similar, hay algunos elementos de Secuestro aéreo que remiten a 24. La idea de desarrollar un relato en tiempo real es lo primero que emparenta a ambas propuestas, pero más allá de eso, apoyar la trama sobre los hombros de un protagonista que se aleja del héroe tradicional y cuyos límites morales parecen correrse según la presión de las circunstancias, es un rasgo que hace de Sam Nelson un hijo televisivo de Jack Bauer. A través de esa filiación, Secuestro aéreo toma un elemento clave de una fórmula exitosa para presentar una atrapante historia.
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