Santiago Korovsky: cómo surgió División Palermo, por qué se ríe de la corrección política y cuáles son los límites del humor
El creador y protagonista de la exitosa serie de Netflix habla del origen y las referencias del proyecto y de los límites que prefiere no cruzar con la comedia
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Acaba de confirmarse que División Palermo tendrá segunda temporada. La serie de Netflix creada, protagonizada y dirigida por Santiago Korovsky es uno de los éxitos de este 2023. En las redes sociales, un termómetro social al que hoy resulta prácticamente imposible no prestarle atención, se viene hablando mucho de esta ficción que se toma en solfa al marketing político a través de las desventuras de una singular guardia urbana, inspirada en parte en el cuerpo civil creado en la Ciudad de Buenos Aires en 2004, cuando el Jefe de Gobierno era Aníbal Ibarra, y disuelto cuatro años más tarde, en 2008, cuando Mauricio Macri ocupaba el cargo ejecutivo. En el caso de esta ficción de ocho capítulos de menos de media hora cada uno, además, el equipo que trabaja en combinación con las fuerzas de seguridad fue reclutado a partir de los criterios inclusivos que marcan la agenda de la corrección política contemporánea, un asunto que Korovsky también aborda a partir de la sátira.
El propio autor de la serie ha podido palpar el interés que ha despertado: creció notoriamente su número de seguidores en redes, ha recibido cálidos mensajes de España, Perú, Uruguay, Ecuador, Chile y México y hasta un agente policial le ha pedido sacarse una foto con él. “Nos saludan colectiveros, agentes de tránsito, mucha gente distinta cuando caminamos por la calle. La verdad es que estoy muy contento con la recepción de la serie”, dice él.
Cuando terminó la escuela secundaria, Korovsky -que hoy tiene 38 años- no sabía muy bien a qué dedicarse. “Tenía muchos intereses distintos -explica-. Hice un curso de orientación vocacional en el Hospital Borda y el resultado fue que tenía que estudiar la carrera de Diseño de Imagen y Sonido. A mí siempre me gustó la actuación, pero también me interesaban el psicoanálisis y la sociología. Me interesa pensar al arte como una herramienta de transformación, en definitiva. Al final me terminé anotando en Comunicación Social, pero en paralelo hice cursos de clown, de teatro y de guión de cine. Tenía claro que me gustaba todo ese mundo, pero me costaba definir claramente si prefería escribir, dirigir o actuar. Y en un momento me di cuenta de que podía hacer las tres cosas, ya sea por separado o juntas, como en División Palermo”.
Finalmente, Santiago hizo también algunas materias de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido. Y filmó un documental que fue su tesis en Comunicación Social de la UBA. Se llama Salir a escena, se puede ver gratis en YouTube y tiene como protagonistas a dos mujeres cuyas experiencias con el teatro amateur son claves para recibir el alta de un neuropsiquiátrico. Una de ellas, Nilda Sindaco, tiene un papel hilarante en División Palermo: vale la pena verla en acción, moviéndose con mucha soltura en el contexto de un elenco con profesionales de mucho recorrido como Daniel Hendler, Pilar Gamboa, Marcelo Subiotto, Carlos Belloso, Martín Garabal, Agustín Rittano, Sergio Prina, Alan Sabbagh, Charo López, Fabián Arenillas, Alan Sabbagh, Iair Sair y Valeria Lois.
Uno de los modelos más evidentes de División Palermo es The Office, la venerada serie inglesa de Ricky Gervais que tuvo su versión norteamericana protagonizada por Steve Carell. “Gervais es un comediante que me marcó mucho -admite Korovsky-, tanto por The Office como por Extras. Después me he reído mucho leyendo a Fontanarrosa y a Quino. Les Luthiers marcaron mi infancia. Y también admiro el talento de artistas como Buster Keaton, Chaplin, Jacques Tati y Louis CK, entre otros, que escribieron, actuaron y dirigieron, y además supieron cómo hacer un humor atravesado por el drama”.
En su canal de YouTube, Korovosky tiene un pequeño muestrario de su sagacidad para la comedia: varios videos de menos de tres minutos cuyo humor ácido anticipa al que despertó tanta adhesión en la serie de Netflix: en ficciones breves como Pornodrama, El hombre Lobby y Por qué los detectives no fuman marihuana, interpreta diferentes papeles que por lo general tienen en común esa facilidad para caer en el ridículo que también se detecta muy pronto en el timorato agente que encarna en División Palermo, parte del curioso team integrado por un líder que lleva un brazo ortopédico (el personaje de Daniel Hendler), una mujer en silla de ruedas (Pilar Gamboa), un joven que mide 1,36m de altura (Hernán Cuevas) y una mujer transgénero (el rol de Valeria Licciardi, actriz que también fue participante de una de las ediciones del popular reality Gran Hermano).
También es sencillo encontrar el corto El año pasado en Mardelplá que Korovsky dirigió con Celeste Contratti. Es un homenaje a un clásico del cine francés, El año pasado en Marienbad, de Alain Resnais, que no elude la parodia: usa el audio original de esa película en combinación con una historia marcada por el absurdo, un recurso que recuerda al sketch “El hombre del doblaje” que Eduardo D’Angelo creó para el ciclo televisivo Hiperhumor en los años 80.
-¿Creciste en un ambiente donde había estímulos para la creación artística?
-Mi tío, Ernesto Korovsky, es un guionista de televisión muy reconocido. Y mi abuela Myriam nos llevaba mucho a mi hermana y a mí a ver obras de teatro para chicos. Sobre todo las de Hugo Midón. Pero yo no tenía por entonces un impulso tan marcado hacia lo artístico, era “el chico estudioso”… Me acuerdo de que mi tío me llevó una vez a la grabación de Juana y sus hermanas para que actúe un papel chiquito porque él escribía para ese programa. Y creo que ese fue, en esa época, el único contacto con el mundo de la actuación que tuve. Mi hermana también se dedica a la actuación hace años.
-¿Cómo aparece la idea de División Palermo?
-Venía con ganas de dirigir una comedia hace rato. Hice unos sketches que fui subiendo a YouTube con un título que los reúne, Algo de Carlos, pero no lograba conseguir financiamiento para el desarrollo de algo más largo. Pero mientras lo que subía a las redes empezó a generar interés, gané un concurso del INCAA para realizar un teaser de una serie web que fue el germen de División Palermo. Era la idea de una serie que buscaba explotar la contradicción entre la imagen más común que tenemos de una fuerza de seguridad y el equipo tan poco ortodoxo que se forma. En general, los que fueron parte de las guardias urbanas sufrieron el bullying de los policías: eran civiles, sin armas, que podían labrar un acta pero no hacer una multa. La idea era mostrar que a partir de una estrategia de marketing político se buscaba una manera de cumplir con los mandatos actuales de inclusión y diversidad, y también lavarle la cara a una institución bastante cuestionada como la Policía.
-¿Y cómo llegás a Netflix?
-Les presentamos el proyecto a algunas productoras y plataformas de streaming. Yo quería hacer una serie con disparos, explosiones, lo más cinematográfica posible. Y tuve la suerte de que se acercara la gente de K&S, una de las productoras más grandes de América Latina, para ofrecerme desarrollar la serie. Trabajamos un año en el guion y ellos se la ofrecieron a Netflix. Ya sabiendo que íbamos a estrenar en esa plataforma, seguí trabajando en el guión un año más, con muchos colaboradores: Ignacio Sanchez Mestre, Florencia Percia, Martín Garabal, Mariana Wainstein, Nacho Gaggero, Martina López Robol…
-¿Siempre pensaste en actuar y dirigir?
-Sí, porque me divertía mucho la idea de actuar en esta serie, pero me di cuenta de que tenía que buscar colaboración para dirigir porque era mucho hacer todo yo solo. Llamé a Diego Núñez Irigoyen, que es uno de los grandes responsables de que la serie se vea tan elegante. Y él supo cómo aprovechar al máximo los recursos que teníamos.
-¿Trabajaron con referencias?
-Cuando escribimos el guion las teníamos, sí. Pero la serie es tan argentina que termina tomando distancia de esas referencias, me parece. La primera idea fue hacer algo que tuviera que ver con dos ficciones que me gustan mucho pero no tienen mucha relación entre sí: The Office y Los Intocables, la película de Brian de Palma, con esos tipos que se mueven fuera del sistema. De The Office me gustaban esos personajes que querés y odiás al mismo tiempo. También analizamos bastante Barry, la serie de HBO. Vi que comparan División Palermo con Brooklyn Nine-Nine, pero no hay tantos puntos de contacto: es una sitcom que de alguna manera se resetea en cada episodio, no hay tanta continuidad entre sus capítulos. Y creo que División Palermo es un poco más oscura.
-¿Tenías la expectativa de que a la serie le vaya tan bien?
-Soy un vaivén emocional cuando hago algo. Antes de estrenar, soñaba por momentos con que pase algo así. Y después tenía más dudas, me sentía un poco desilusionado, o más incrédulo. Pero ahora estoy feliz y sorprendido por la uniformidad de la respuesta y también por la transversalidad, porque yo pensaba que era algo que iba a disfrutar más la gente de mi generación. En las redes hay muy poco hate en torno a la serie. Eso, para esta época, es casi un milagro.
-La guardia urbana existió en la Ciudad de Buenos Aires. ¿Pensás que algún político puede ofenderse por el tono de la serie?
-La idea nunca fue meterse en la política partidaria. Eso haría que la serie envejezca muy rápido. Trabajamos la historia por fuera de las cuestiones partidarias. Nos reímos de la realidad que nos toca vivir y también de nosotros mismos. El marketing político es algo que se da en todo el mundo, no solo en Buenos Aires. Y también nos reímos de la corrección política porque notamos que conceptos como inclusión y diversidad están de moda, pero por lo general son utilizados como un cambio de maquillaje, un cambio de forma y no de fondo. Son ideas que se usan muchas veces con fines partidarios, para mejorar la imagen institucional, o para cumplir con un cupo, por ejemplo. Pero la inclusión no siempre es real. Hay que seguir profundizando en estos temas para que estos ideales con los que la mayoría estamos de acuerdo sean algo real, concreto. Hay mucho para aprender, y el humor también es un camino que puede ser útil. Vivimos una época de mucha autocensura, con la idea falsa de que no se puede hacer chistes sobre muchas cosas, pero para mí es cuestión de saber dónde estar parado para hacer esos chistes.
-La pregunta de siempre en relación con el humor: ¿Se puede hacer chistes sobre todas las cosas?
-Yo creo que el humor es una herramienta de reflexión y que está bueno reírse de las cosas que nos hacen sufrir. Con la gente del elenco coincidíamos en que era fundamental no caer en la solemnidad ni en la victimización, sobre todo cuando tocamos temas como las problemáticas que atraviesan las minorías o las personas con discapacidad. Es una serie que se ríe primero de nosotros mismos y después del mundo que nos rodea. A veces nos reímos para no llorar. En una película de Woody Allen se dice que la comedia es tragedia más tiempo. Y me parece que es así. Hay que saber con qué se puede hacer humor en cada momento. No podés reírte todo el tiempo de todo porque quizás estés hiriendo susceptibilidades sin darte cuenta. Es bueno tener claro un abordaje y cuál es el objeto del chiste, saber de qué te estás riendo, evitar los golpes bajos y las bromas sobre alguien que está en una situación que no eligió o de vulnerabilidad.
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