Respira: las siempre populares series de médicos prueban un nuevo tratamiento llegado de España
Este viernes llega a Netflix la ficción de ocho episodios creada por el equipo de Élite, con varias de sus estrellas juveniles ya crecidas y un elenco adulto en el que brillan Najwa Nimri, Aitana Sánchez Gijón y Blanca Suárez
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En el mundo de la ficción televisiva hay pocas certezas sobre cómo le irá a una nueva serie antes de que se estrene. Se sabe que la TV y el gusto de sus espectadores funciona por ciclos variantes cuyos cambios de dirección no son fáciles de predecir. Algunos hasta dirían que la suerte de un nuevo programa es imposible de pronosticar. Pero hay excepciones y Respira, la ficción española que estrena este viernes Netflix, será una de ellas. Porque el programa creado por Carlos Montero, el responsable de Elite, la exitosa serie juvenil de la plataforma, es un drama de médicos, ese subgénero que la pantalla chica lleva produciendo casi desde sus inicios con un nivel de suceso que se repite y desafía los cambios de paradigmas narrativos que afectan a muchos otros en la televisión.
La combinación del poder de promoción y atracción de Netflix y los elementos del género prácticamente garantizan que Respira vaya a ubicarse en los primeros puestos del ranking de la plataforma apenas estén disponibles los ocho episodios de su primera temporada. Aunque todavía no hay una segunda confirmada, parece poco probable que no la tenga, teniendo en cuenta el despliegue de presupuesto en sus episodios iniciales y el elenco reunido por los productores para garantizar que el programa atraiga el interés de la mayor cantidad de espectadores posibles.
La fórmula no es nueva. De hecho, la trama y el desarrollo de Respira son de todo menos originales, pero tal vez sus lugares comunes y clichés sean parte del atractivo tranquilizador de saber que el programa va a cumplir en entregar lo que se espera de él. La larga tradición del género indica que el público siempre está interesado en ver a gente bonita haciendo bien su trabajo, especialmente si se trata de profesiones en las que las apuestas son de vida y muerte, y salpicadas de los muchos conflictos personales que aquejan a los protagonistas. Y de esa combinación Respira tiene mucho, demasiado: la serie comienza como un alegato en defensa de la salud pública y deriva en una telenovela tan previsible como repetitiva.
La primera secuencia de la serie transcurre en un quirófano, con una paciente a punto de ser operada por un equipo de médicos que en medio del procedimiento para salvarle la vida discuten sobre la inminente huelga general planificada en el hospital Joaquín Sorolla de Valencia. La intriga se plantea rápido y sin ningún viso de realismo, un modus operandi de los guionistas que se extenderá al resto de las escenas y los episodios (y que a los televidentes habituales de Elite no sorprenderá).
La encrucijada de los doctores entre honrar el juramento hipocrático o hacer valer sus derechos como trabajadores recorrerá la trama que esa primera secuencia deja en suspenso para situarse dos meses atrás, en el momento en que el sanatorio está atravesado por el descontento de sus empleados y un accidente de tránsito hace que la responsable de muchos de sus males, la presidenta de la Comunidad de Valencia, Patricia Segura (Najwa Nimri), termine como paciente de la misma institución que busca desfinanciar.
El recurso narrativo de plantear un escenario extremo para luego retroceder y que el relato central se ocupe de acomodar los diferentes elementos del cuento para llegar hasta ese punto es uno de los mecanismos más utilizados en las series creadas en la era del streaming. Ante la sobreabundancia de opciones, la estrategia de muchos creadores es poner el carro delante de los caballos al plantear el nudo argumental en las primeras escenas para lograr despertar el interés de los espectadores antes de que hayan pasado diez minutos del capítulo.
El truco es tan efectivo como satisfactoria sea la resolución del conflicto planteado al inicio. Lo que suceda entre uno y otro extremo es, en el caso de Respira, un relleno compuesto de historias y modos de contarlas que recuerdan a series mucho mejores como New Ámsterdam, Grey’s Anatomy y E.R. Emergencias, verdaderos gigantes del género. De la primera, disponible en Disney+ y Prime Video, la serie española tomó prestadas las líneas argumentales alrededor del estado de la salud pública, de la segunda (también en Disney+, además de la señal Sony), los romances apasionados entre colegas y de la tercera (disponible en Max), la intensidad en la puesta en escena que cambió el modo de grabar dramas médicos.
Tan influyentes y perdurables son esas series que encontrar nuevas historias y modos de contarlas implica un esfuerzo que no muchos están a la altura de intentar. De hecho, esta semana los herederos de Michael Crichton, creador de E.R., iniciaron una demanda contra los estudios Warner, Noah Wyle, protagonista de aquella premiada serie, y sus productores por copiar la premisa del programa para su nueva serie de médicos The Pitt, que se estrenará en 2025.
En el caso de Montero y su equipo, la búsqueda no parece ser el innovar en el género sino aplicar la vieja receta a un cuento que, más allá de sus intenciones de partida, rápidamente cae en los mismos recursos que utilizaban ad infinitum en Élite: personajes que viven en un mundo paralelo, tan alejado de la realidad que roza la fantasía o el panfleto. “Hay veces que es más fácil superar un cáncer que aceptar a tu familia”, dice Biel, el joven e idealista residente que funciona como guía de los espectadores en el complicado laberinto del hospital valenciano. Semejantes parlamentos exigen al máximo la capacidad interpretativa de Manu Ríos, el actor al que le toca encarnar al joven médico, que de todos modos logró una notable mejoría interpretativa desde sus tiempos en Élite. No se puede decir lo mismo del resto de los jóvenes del elenco, que pelean y pierden la batalla contra la vacuidad de sus personajes.
Los que sí logran superar al mediocre y muchas veces incoherente material de los guiones son sus actores más experimentados, como la siempre excepcional Najwa Nimri, encargada de interpretar a la que en principio parece ser la villana del cuento, la jefa de gobierno valenciana, cínica y manipuladora, y de pronto enfrentada a su propia mortalidad. Aitana Sánchez Gijón y Blanca Suárez también aportan su considerable oficio para darle vida a dos personajes construidos como una acumulación de clichés, que ellas logran transforman en seres plenos de contradicciones.
Más que la suma de sus partes
“Tengo 51 años y estoy tratando de hacer otro tipo de series. Siempre amé los dramas hospitalarios y creo que llegó el momento indicado de crear uno”, explicó Montero en una entrevista con Variety. Reconocido por su trabajo en ciclos juveniles de corte melodramático y sensacionalista, el guionista explicaba en la charla con la publicación norteamericana que el elemento que siempre le faltó al género médico en la producción española eran los recursos que Hollywood suele asignarle a ese tipo de ficciones. Y sí, Respira cuenta con un presupuesto lo suficientemente grande para que las escenas dedicadas a los procedimientos médicos sean impactantes y creíbles, pero cuando se trata de sus guiones es que resulta evidente que los dólares o euros invertidos no pueden hacer mucho por el programa: la historia avanza sostenida entre perezosas cadenas de casualidades y personajes estereotipados.
Y aun así, bajo la tonelada de inconsistencias y giros absurdos de la trama -en los primeros episodios tres médicos distintos rompen las reglas, y esencialmente la ley, para “ayudar” a sus pacientes-, el género es lo suficientemente fuerte para que el público pueda aceptar hasta sus versiones más endebles. La curiosidad y el morbo por conocer el detrás de escena de esos espacios que todos los espectadores visitarán tarde o temprano, en las mejores o peores circunstancias, puede más que el criterio de calidad de la propuesta.
La mirada sobre la vida profesional y personal de los médicos, por más fantasiosa que sea, atrae al público desde hace décadas. Una variación de las series policiales que se ocupan del crimen de la semana, los dramas hospitalarios con sus casos médicos funcionaron cuando reinaban en la televisión de aire y lo siguen haciendo ahora que dejaron atrás los modos del consumo tradicional para acomodarse a las exigencias de las plataformas de streaming. Así, Respira, aun con sus suturas desprolijas y sus operaciones fallidas, está destinada al éxito global.
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