Remington Steele: la furia de Pierce Brosnan y los celos incontrolables de Stephanie Zimbalist que crearon un clima intolerable en el set
La serie, que fue punto de partida para un subgénero dentro de las ficciones policiales, tuvo un buen comienzo pero terminó con una pelea en muy malos términos entre sus protagonistas
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Antes de los títulos, antes de la música, antes de los nombres de los actores se daba la gran revelación. La voz en off de Laura Holt (Stephanie Zimbalist) confesaba: “Les voy a revelar un terrible secreto: el gran detective Remington Steele no existe, yo lo inventé. Fue así: me encantan las emociones fuertes, estudié y practiqué y puse mi nombre en una oficina, pero los clientes brillaron por su ausencia. Una investigadora privada les parecía demasiado femenina, por eso inventé a un superior, alguien decididamente masculino. Y de pronto comenzaron a llegar casos por docenas. Funcionó como por encanto hasta el día en que apareció él, con sus ojos azules y su pasado misterioso. Cuando me di cuenta, él había asumido la identidad de Remington Steele. Ahora yo hago el trabajo, y a él le hacen los honores”.
Corría 1982, y detrás de una comedia policíaca como tantas otras de la época, se denunciaba (o se normalizaba, depende de cómo se lo mire) el rol de la mujer en la sociedad de entonces. Ni siquiera techo de cristal había en la premisa de la serie: la protagonista estaba condenada al ostracismo, mientras su seductor compañero (Pierce Brosnan) se llevaba todos los aplausos.
Algo para recordar
Remington Steele nació de una charla entre Robert Butler y Michael Gleason a comienzos de la década del 80. Para entonces, el primero tenía una bien aprovechada fama como director de algunas de las series más importantes de las décadas anteriores, de El fugitivo a Batman y de Los invasores a Yo soy espía, en todas había tenido algo que ver. Gleason, por su parte, no se quedaba atrás, sus ideas habían sido parte de McCloud, Marcus Welby o Mi marciano favorito.
En la cabeza de Butler estaba la idea de una detective que abriera una agencia de detectives, pero tuviera que inventarse un superior masculino para tener mejores trabajos. Se lo contó a Gleason y a este le divirtió la idea de que un día un hombre apareciera de la nada y corporizara a ese jefe. El resultado fue una combinación perfecta, y el punto de partida de un subgénero (el de una pareja de investigadores compuestos por un hombre y una mujer) que se mantendría en el tiempo.
Ambos creadores compartían el gusto por un estilo clásico, con reminiscencias cinematográficas, y se pusieron de acuerdo que esa tenía que ser la esencia del nuevo proyecto. En esta primera etapa también estaba el productor Glenn Gordon Caron, que se alejaría poco después para encarar un proyecto propio, de sospechosas similitudes en su premisa: Moonlighting. Lo dicho, Remington Steele abrió un camino que luego continuaría con proyectos más cercanos a la comedia como el mencionado o la más reciente Bones, o más circunspectos como puede ser The X Files.
Así, el drama de una investigadora capaz a la que no se tiene en cuenta por ser mujer, se convertiría en el obturador de un producto que apelara a la acción, a la comedia y, por qué no, al romance: ya lo decía ella al final de la introducción de cada capítulo: “Nunca mezclamos el trabajo con el placer… Bueno, casi nunca”.
Para reafirmar el estilo de la serie se incorporaron al protagonista, algunos detalles que iban en sintonía con lo que quería su público. Su condición de amante del Hollywood clásico, permitía que Steele relacionara cada caso con el argumento de alguna película, esto llevaba a una inmediata identificación con el espectador, al mismo tiempo que un arduo trabajo de los guionistas que, con el correr de las temporadas, fue decayendo. Incluso en su presentación se lo muestra como un fanático de Humphrey Bogart, al punto de tener cinco pasaportes diferentes con nombres falsos que obedecen a personajes de Bogie: “Douglas Quintain” (Stand-In, 1937), “Michael O’Leary” (Amarga victoria, 1939), “John Murell” (Hermanos contra hermanos, 1940), Paul Fabrini (La pasión manda, 1940) y Richard Blaine (Casablanca, 1942). Vale destacar el halo de misterio en torno al verdadero nombre del manipulador personaje, que nunca se reveló.
Steele, Remington Steele
En los primeros tratamientos de la historia, como así también los primeros capítulos, el personaje de Remington Steele no tenía mayor protagonismo que el de su compañera. Al contrario, dada aquella idea original en la que la protagonista era Laura Holt, el personaje de Pierce Brosnan estaba para ofrecer una válvula de escape cómica a la intriga en torno a cada caso. Sin embargo, el carisma, talento e imagen de Brosnan hizo que el personaje comenzara a escalar en el gusto de la audiencia. Muy pronto, las notas sobre el programa dejaron de lado a Stephanie Zimbalist para enfocarse en esa estrella en ascenso.
Esto no le gustó nada a la actriz, hija de Efrem Zimbalist Jr. y portadora de un ego importante, por lo que el trabajo diario en el set de filmación se fue volviendo cada vez más asfixiante.
La actriz Doris Roberts, quien a partir de la segunda temporada interpretó a la encantadora asistente Mildred, reconoció en una entrevista de 2005 que sobre el final de la serie Zimbalist y Brosnan ni siquiera se saludaban al encontrarse cada mañana. Llegaban, decían sus diálogos y se iban sin dirigirse la palabra.
Para el final de la cuarta temporada de Remington Steele, el clima en el set era insoportable, y aunque el humor de los actores no trascendía la pantalla, la sorpresa inicial había mermado, como también el interés de los espectadores. El contrato unía a los protagonistas por un año más, pero NBC no quería saber más nada, y todos los responsables acordaron rescindirlo antes de que la sangre llegara al río y el rating siguiera bajando.
Esto fue una fantástica noticia para Pierce Brosnan, quien se encontraba en conversaciones con Bárbara y Albert “Cubby” Broccoli para convertirse en el próximo James Bond. Roger Moore había convertido a la saga en un éxito sin precedentes, pero no le daba ni el físico ni las bolsas en los ojos para seguir en el rol. El guion de Su nombre es peligro (The Living Daylights, 1987) estaba en proceso, y Pierce tenía el visto bueno de todo el mundo para protagonizarlo.
La noticia revolucionó a los fans y se mantuvo por varias semanas, generando un interés inesperado y revalorizando las acciones del actor irlandés. Ante semejante revuelo, ¿qué hicieron los productores de Remington Steele? Hacer valer el contrato y retenerlo un año más, esperando que tanta publicidad gratuita se tradujera en números de audiencia.
Brosnan se enojó, pataleó, habló con cuánto ejecutivo se cruzó y hasta intentó dirimir el problema en la justicia. Pero no hubo caso, prevaleció el contrato firmado y el actor tuvo que seguir un año más con una compañera que lo odiaba, en un papel que lo tenía harto y viendo cómo Timothy Dalton se calzaba “su” smoking de 007. Así lo recordaba años después el intérprete: “En ese momento sentí mucho dolor y mucha rabia. Me sentí manipulado, y conocía muy bien a todas las personas que lo estaban haciendo, trabajábamos juntos. Incluso habíamos planeado con mi esposa que íbamos a volver a Londres, y hasta buscamos colegios para los chicos. Y simplemente no sucedió”. Pierce recién tendría su revancha en 1995, es decir ocho años después.
Ficción y realidad
La cadena tuvo razón, pero solamente en parte. Que Brosnan no pudo ser James Bond fue una noticia que recorrió los medios, pero generando una publicidad negativa que afectó todavía más a la golpeada serie.
La última temporada de Remington Steele se compuso de varias historias extendidas, emitidas en dos partes. Sacando la última, que fue un capítulo doble estrenado en febrero de 1987, donde se conocía apenas un poco más sobre la verdadera identidad de Steele, y la pareja de socios tenía su esperado desenlace romántico. Al menos en la pantalla.
Y con respecto a aquel reflejo de la sociedad que significaba la premisa de la serie, luego de cinco temporadas de éxito Stephanie Zimbalist quedó en el olvido, mientras Pierce Brosnan se convirtió en James Bond y avanzó a paso firme en su carrera de estrella de Hollywood, status que todavía ostenta a pesar de la edad y las canas. Como la historia de la serie, pero en la vida real.
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