Red Oaks: la comedia que nos vuelve a hacer crecer en los años 80
Las serie de Amazon tiene muy buenas actuaciones de sus protagonistas y sabe sacar provecho de la nostalgia por una adolescencia idílica
Lo que comienza como un partido de tenis entre padre e hijo es pronto una excusa para una charla sobre la vida adulta (tal como la ve el adulto de la charla), y se convierte en un par de segundos en un tótem de mandatos que aplastan a David (Craig Roberts). En la primera escena de la serie Red Oaks, en pleno paro cardíaco, el personaje que encarna Richard Kind le confiesa al joven protagonista la infelicidad en la que está sumergida su matrimonio –detalles y sospechas incluidas– y le deja claro que su futuro está en el ahorro, la estabilidad y la contabilidad.
Entre los berretines de su padre y los coqueteos entre su madre y la enfermera que los recibe, David se prepara para su trabajo de verano. Ese que lo separa del difícil momento en el que tendrá que elegir su especialidad en la universidad. Pero, como en todo buen exponente de la educación sentimental o coming of age, la temporada de la ficción (un verano completo en diez capítulos disponibles en el flamante Amazon Prime Video ) servirá para derribar mitos y dar una buena cantidad de batallas de camino a “ser grande”.
Cuestión de tiempo
Con el calendario arrancando páginas a mansalva, David vive en su hogar los tironeos de una familia de clase media que se encamina hacia un divorcio y carga con las expectativas de un éxito que no parece tal cosa para él (los padres tienen posiblemente la más notable de sus intervenciones en el capítulo 4, “MDMA”, cuando como parte de su terapia de parejas consumen el éxtasis que aporta el título al episodio). Mientras tanto, el horario laboral lo encuentra como instructor de tenis en el country de New Jersey Red Oaks. En un universo que le queda lejos por lo caro y lo plástico, el presidente club, Getty (Paul Reiser, Mad About You y próximamente Stranger Things ) lo elige como su entrenador personal en una suerte de premio bañado de sometimiento.
Por último y fundamental, como no podía ser de otra manera, al hogar y al trabajo se suma el terreno del amor, para nada menos complejo que los otros dos, y todos por igual en absoluta crisis frente a un futuro que David no parece descifrar con claridad. Por un lado, está su novia, con sus clases de gimnasia, su atuendo extra Flashdance y la idea de futuro ideal-posible que proyectan juntos, y por el otro, la posibilidad de torcer el rumbo y hacerlo más desafiante.
Todo esto sucede en 1985 y la ambientación "de época" otorga un halo de amable ingenuidad pre hiperconectividad a la ficción que le permite al espectador asomarse a una ventana que le devuelve una sensación conocida y encantadora. No es una serie que aproveche los 80 desde un costado repleto de referencias audiovisuales (aunque algo de Volver al futuro se hace inevitable), sino que se ubica allí y deja que el salto temporal lo resuelvan quienes miren la serie, desde la nostalgia, la ingenuidad o la distancia necesaria para reírse de algo que refleja desde una corta lejanía.
El valor de cada detalle
Uno de los destacados de esta ficción es la música, con sus sorpresas y algunos pequeños estelares en forma de casete como Roxy Music (a quien le toca salir a batallar canciones de garaje sobre gripes sexuales). Los títulos e intérpretes se pueden consultar con el botón X-Ray que ofrece Amazon –ubicado arriba y a la izquierda de la pantalla–, el cual brinda información de IMDB cuando aparecen intérpretes y canciones.
Por otro lado, la ficha técnica del equipo también tiene destellos interesantes. La madre del protagonista es interpretada por Jennifer Grey (Dirty Dancing) y entre los directores figura Amy Heckerling, quien además de escribir y dirigir Mirá quien habla y Ni idea prácticamente empezó su carrera como realizadora y guionista de la ochentosísima serie de colegio Fast Times. Y, del lado de los productores, entre David Gordon Green (director de Pineapple Express) y Gregory Jacobs (director de Magic Mike XXL), destaca ni más ni menos que el realizador Steven Soderbergh(Traffic, Contagio, Magic Mike, The Knick).
Con un punto de partida más bien clásico y una cantidad de buenos aciertos, Red Oaks –cuya segunda temporada salta al verano de 1986, aún no está disponible en la Argentina– se instala en el terreno de las dramedy sobre nuevas oportunidades y pequeñas grandes audacias, con una primera temporada que deja los giros y vueltas disponibles para profundizar en prácticamente todos los temas que aborda.
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