Rain Dogs: una gran serie inglesa que cuenta la historia de una madre soltera que pelea por la supervivencia
Coproducida por la BBC, es una historia que no hay que perderse en la que se lucen sus protagonistas, Daisy May Cooper, Jack Farthing y la niña Fleur Tashjian
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Rain Dogs (Inglaterra/2023). Creadora: Cash Carraway. Elenco: Daisy May Cooper, Jack Farthing, Ronkẹ Adékoluẹjo, Fleur Tashjian. Disponible en: HBO Max. Nuestra opinión: muy buena.
“La gente que vive en la calle, los desposeídos, esos son los perros de la lluvia”, decía Tom Waits a propósito del tema central de un gran disco que publicó en 1985 con el mismo título que ahora lleva esta muy buena serie inglesa que acaba de estrenar HBO Max. Escrita por Cash Carraway, también autora del elogiado libro Skint Estate: A memoir of poverty, motherhood and survival, que reúne sus lúcidas y descarnadas memorias de la pobreza, la maternidad y la supervivencia en un Londres cada vez más gentrificado y excluyente, Rain Dogs es una ficción que trabaja en el mismo terreno que siempre ha puesto en foco Ken Loach -uno de los nombres clave del cine social inglés contemporáneo-: el fango en el que suele moverse una parte de la población que no tiene empleo ni mucha ayuda de un Estado que cada vez se hace menos cargo de cumplir aquella función que tuvo a partir de la posguerra, la de proporcionarles bienestar a sus ciudadanos.
Madre soltera, empleada ocasional en un peep show, Costello (Daisy May Cooper) deambula por Londres con su hija de 10 años: acaban de ser desalojadas por no pagar el alquiler y los lugares que encuentra para refugiarse no son nada convenientes: una lavandería, el coche de un amigo o una habitación libre en la casa de un extraño perverso y amenazante. Por suerte para ellas pronto aparece en escena Selby (Jack Farthing), un joven díscolo que su familia rica quiere lejos justamente por su temperamento extravagante e impredecible. Selby acaba de salir de la cárcel después de involucrarse en un robo violento y por momentos funciona como un salvavidas de plomo: las mutaciones constantes en su carácter (pasa de ser cálido y amable a portarse como un auténtico patán en cuestión se segundos) no permiten reconocerlo como un gran anfitrión. Pero también es cierto que es uno de los pocos amigos de Costello y que manifiesta sin reservas su deseo de ser el padre sustituto de Iris (Fleur Tashjian), una niña sagaz y encantadora que muchas veces reacciona como una adulta, curtida por los prematuros golpes que ya ha recibido en su complicada vida. La inteligencia con la que la serie trata ese vínculo tóxico es una novedad y una fortaleza: en lugar de los idealismos de los guiones producidos con fórmulas, Rain Dogs se apoya en el realismo más crudo, nos cuenta lo posible, más que inventar lo deseable para calmar la conciencia y controlar las emociones del espectador.
No es casual que la BBC se haya involucrado en la producción de esta serie de HBO Max: hay un estándar de calidad que la cadena estatal británica ha mantenido durante su larga historia (fue fundada hace ya cien años) y en el que Rain Dogs claramente encuadra. Al menos en los cuatro primeros capítulos de esta primera temporada de ocho (los que están disponibles por ahora, ya que HBO va estrenando de a uno cada martes), más que redenciones artificiales que moderen la espesura de la historia hay en sus protagonistas mucha valentía y una coraza de cinismo para enfrentar a un entorno hostil y desangelado.
Costello quiere ser escritora, pero cuando las cosas van (demasiado) mal, se entrega a sus impulsos, permite que sus emociones se desborden. Ha dejado el alcohol y es una madre cariñosa y protectora, pero sus recursos económicos dependen siempre de trabajos que no desea hacer. Y tiene como cómplice a un personaje soberbio y bipolar, que “fue criado a base de Breat Easton Ellis y Godard”, según la significativa explicación de la creadora de la serie, pero también es capaz de prostituirse para mejorar sus finanzas. Su otra aliada es Gloria, cuya primera aparición es sintomática: desmayada dentro de una cabina telefónica luego de una noche de jarana. Interpretada por Ronkẹ Adékoluẹjo, una muy buena actriz inglesa de familia nigeriana, la mejor amiga de Costello se gana la vida trabajando en la funeraria que heredó de su padre. Ella también sufre por sus deseos insatisfechos, y primero tiene celos por la relación que une a Costello y Selby, a los que percibe como almas gemelas, pero de a poco se va integrando a esa familia disfuncional armada en base a voluntad y algunos axiomas poco ortodoxos: “Es normal odiar a las personas que amás”, vocifera él cuando la torturada protagonista de esta ficción le pide explicaciones por sus constantes cambios de humor. Aunque provienen de clases sociales muy diferentes, los dos crecieron en hogares donde no abundó el amor familiar: la tendencia al melodrama que denotan tiene un origen, y se trasluce tanto en los arrebatos de furia o angustia como en los pequeños gestos y actitudes que Cooper (creadora y protagonista también de This Country, otra ficción de contenido social ganadora de cuatro premios BAFTA) y Farthing (a quien se puede ver en películas recientes como La hija oscura y Spencer) van hilvanando a lo largo del desarrollo de la trama con mucha sutileza. La química entre ellos es el combustible de una serie de auténticos forasteros: al tiempo que viven atrapados en un sistema que los oprime y enoja, Costello y Selby juegan, mientras pueden, el juego del outsider, se divierten sin ocultar su espíritu escéptico, nihilista. Al menos por ahora, ¡y por fortuna!, Rain Dogs está lejos del persistente modelo de la ficción edificante. La música de fondo de esta comedia dramática cargada de nubarrones es “Cruel To Be Kind”, un temazo con el que Nick Lowe abrió el fuego de un gran disco de 1979, Labour of Lust, y cuya letra parece escrita a su medida.
Volviendo a Waits, y a las declaraciones que hizo a propósito de la edición de ese gran disco de los 80 que mencionamos al principio y aprovechamos para recomendarles (se puede escuchar completo en YouTube), se dice que los perros pierden el camino de regreso a casa cuando llueve y están un poco alejados del lugar donde partieron. “Es que el agua limpia todos los lugares en los que orinaron para dejar un rastro -explicaba entonces el gran músico californiano-. Después de la lluvia, incluso parece que te miran y te piden que los ayudes a volver a casa”. La imagen conmueve a cualquier alma sensible y también sintetiza a la perfección el estado de los protagonistas de Rain Dogs: golpeados, heridos, más de una vez sin rumbo, pero todavía tenaces para insistir en la búsqueda de su lugar en el mundo.
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