¿Qué veo? She-Hulk es la serie más autoparódica de Marvel y por eso funciona
Este “programa de abogados” apela a un humor directo y a una complicidad con el espectador que se apoya por completo en las capacidades actorales de su protagonista, Tatiana Maslany
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She-Hulk (Estados Unidos/2022). Dirección: Kat Coiro, Anu Valia. Guion: Jessica Gao. Fotografía: Florian Ballhaus, Doug Chmberlain. Elenco: Tatiana Maslany, Mark Ruffalo, Ginger Gonzaga, Jameela Jamil, Tim Roth. Disponible en: Disney+. Nuestra opinión: buena.
Salvo contadas excepciones, como fue el caso de WandaVision, las series del universo Marvel no suelen tomarse demasiado en serio a sí mismas (y, a decir verdad, las películas tampoco). Ese costado lúdico, que a algunos entusiasma y a muchos irrita es la piedra basal de She-Hulk, una serie que lleva este concepto a su punto más alto.
Aunque el personaje deambula por los cómics desde comienzos de la década del 80, para muchos fue una sorpresa descubrir que Bruce Banner tenía una prima, que también podía convertirse en una “gigante verde”. Y es que su creación llegó cuando Stan Lee se encontraba necesitado de expandir su universo creativo y económico, reinventando a sus personajes más exitosos o dibujándole parientes.
A modo de breve introducción: She-Hulk es Jennifer Walters, una chica que queda al borde de la muerte por un atentado mafioso, salvando su vida por una oportuna transfusión de sangre de Bruce Banner. Aquí está el primer cambio con respecto a la serie que estrenó Disney+, y que en este caso se trata de un accidente automovilístico que tienen ambos cuando se les cruza un plato volador. Mientras intenta salvar a su primo (en una escena que tiene sutiles referencias a la serie de Hulk de los 70), la sangre de Hulk entra en el cuerpo de Jennifer (Tatiana Maslany), con idénticos resultados que en la historieta.
A partir de ahí todo es más o menos igual: las coincidencias de ADN entre ambos, que justifican la transformación, el hecho de que ella pueda tener el control de “su otro yo” hasta el punto de de que ambas personalidades convivan, la posibilidad de transformarse a voluntad, y no solamente cuando la ira sobrepase el nivel deseable. Todos los elementos de los cómics están más o menos presentes en esta primera adaptación del personaje. La pregunta es: ¿alcanza la fidelidad al original para redondear un producto con peso propio a partir de un personaje que, históricamente, ha sido siempre secundario? La respuesta, por supuesto, es no y por eso los creadores de She-Hulk decidieron no dormirse ni en los laureles, ni en la mística.
Humor sin barreras
En la búsqueda por ofrecer algo más, She-Hulk apela a un humor directo y a una complicidad con el espectador que se apoya por completo en las capacidades actorales de su protagonista, Tatiana Maslany. La actriz ya había dado muestras de su ductilidad en Orphan Black, donde interpretaba a una gran cantidad de clones de sí misma con características completamente diferentes. Si bien aquella fue una serie más virada al thriller, Maslany se las arregló para dotar a cada una de sus versiones de una personalidad única, lo que terminó siendo uno de los puntos más destacables de la propuesta.
En She-Hulk, una propuesta orientada al entretenimiento adolescente y preadolescente, Maslani hace equipo con la audiencia a partir de dos cuestiones fundamentales. La primera es la ruptura de la cuarta pared: el personaje interactúa permanentemente con el público, a modo de preludio de lo que vendrá o solo ofreciendo una réplica a partir de lo que puede estar pensando el espectador en ese momento. Aunque este recurso suele ser bastante irritante acá funciona, quizás porque reafirma el concepto de que la serie no es para tomarse demasiado en serio.
El otro elemento que se vuelve distintivo en She-Hulk son las constantes referencias al universo Marvel. Al menos en los primeros episodios, las charlas entre Jennifer Walters y Bruce Banner (nuevamente a cargo de Mark Ruffalo) resultan el punto más divertido de la propuesta, gracias a la irreverencia con la que se refieren al resto de los superhéroes. No es cuestión de espoilear, pero no se salva nadie de las ácidas críticas de la protagonista. Y la cosa no termina ahí, porque la aparición de Tim Roth repitiendo el papel de Emil Blonsky -el villano de El increíble Hulk (2008)- abre un nuevo juego de referencias en relación al cambio de actores que ha sufrido el personaje a lo largo de su historia cinematográfica.
En el primer tercio de su temporada inicial -que tendrá un total de nueve capítulos, a razón de uno por semana-, She-Hulk delinea lo que vendrá: bastante humor, algo de acción, y el peso sobre los hombros de Tatiana Maslany para llevar a buen puerto al barco. Eso sí, quien espere la espectacularidad de los grandes exponentes del universo Marvel va a estar un tanto decepcionado. Porque más allá de que el punto de partida tenga algunos elementos que permitan presagiar amenazas del espacio exterior, lo cierto es que el tono apunta a un humor más simple y directo, en un estilo orientado al nuevo rol de la protagonista como abogada de metahumanos, a la aceptación de su condición de “semi Hulk”, y a algunas referencias sobre las vicisitudes de ser mujer en un “mundo de hombres”. Con mucho para arriesgar, She-Hulk decide reírse de sí misma y apostar sobre seguro.
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