¿Qué veo? La historia de Warren Jeffs, el líder de un culto religioso mormón que terminó preso por violador, en un documental de Netflix
La serie Sé dócil: oración y obediencia cuenta en cuatro capítulos el increíble derrotero de un autoproclamado profeta celestial que fue sentenciado a cadena perpetua por la justicia de Estados Unidos
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El caso de Warren Jeffs es realmente espeluznante. Después de autoproclamarse profeta y erigirse como líder absoluto de la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (FLDS), una rama de fanáticos mormones conocida por practicar y defender la poligamia, este hombre esmirriado, de apariencia frágil, se convirtió en un atemorizante líder dictatorial que manejó a su antojo a una comunidad enorme de fieles dispuestos a seguir sus extravagantes reglas -dictadas directamente por Dios, según él- sin contradecirlo nunca. Hoy Jeffs pasa sus días encerrado en un penal de Texas. En prisión predijo el fin del mundo para 2013, intentó suicidarse un par de veces y todavía continúa dándole instrucciones a los que lo siguen, que no son pocos: se estima que en Utah y Arizona, dos de los centros de operaciones de este singular culto religioso, hay por lo menos diez mil personas que creen ciegamente en su palabra.
Se podría decir que Sé dócil: oración y obediencia, la serie documental de cuatro partes que acaba de estrenar Netflix, es una prueba concluyente de que los seres humanos necesitamos, siempre, creer en algo. Ese algo puede provenir de la metafísica, pero también puede corporizarse en la fama, el dinero, las populares técnicas de autoayuda o el psicoanálisis. Sin la credulidad ciega del numeroso grupo de personas que lo siguió y lo sigue, Warren Jeffs no sería nada. Esa es la conclusión más evidente de esta historia cargada de situaciones extravagantes y, sobre todo, perturbadoras.
Warren Jeffs se casó con setenta y ocho mujeres, de las cuales veinticuatro eran menores de edad al momento de aceptarlo como esposo. Asumió su rol de líder en la comunidad mormona después de la muerte de Rulon Jeffs, su padre y el anterior profeta sagrado que marcaba el camino a seguir en su iglesia con la rigidez de los CEO de las grandes empresas. Rulon tuvo sesenta y cinco esposas y la misma cantidad de hijos, uno de ellos es Warren, que nació dos meses antes de lo previsto, sobrevivió pese a que parecía tener pocas chances de hacerlo y se transformó en el favorito del prolífico papá.
La FDLS fue también un gran negocio: aunque ese aspecto está poco desarrollado en el documental, se sabe que gracias al aporte de sus fieles, las exenciones impositivas y la habilidad con la que los Jeffs se movieron a la hora de hacer dinero, la iglesia era -y es actualmente- una organización poderosa y autosuficiente que sigue teniendo los recursos necesarios para emplear a miles y miles de personas. El régimen que impone a sus devotos es riguroso: todos tienen comida y alojamiento, pero por lo general no perciben salario por sus tareas. Y las mujeres son las que peor la pasan. Muchas asumen mansamente su rol dentro de la comunidad, pero también hubo rebeliones de las que pretendieron elegir con quién casarse, una decisión que solo puede tomar el gran líder.
Después de desarrollarse sin demasiados escollos desde la década del 80, la iglesia quedó en la mira de los medios de comunicación norteamericanos gracias a la perseverancia de algunos periodistas independientes alertados por las denuncias de algunas mujeres que se sintieron lógicamente abusadas. Y una vez que se abrió esa caja de Pandora, la catarata se volvió imparable: en 2006 Jeffs fue detenido y acusado de ser cómplice de violación de menores. A medida que la investigación avanzó y con la aparición frecuente de los entretelones del juicio en los medios, se sumaron más voces en contra de Warren Jeffs. Chicas menores de edad y hasta un sobrino lo catalogaron como violador y finalmente fue condenado a “cadena perpetua más veinte años adicionales”, esos simbolismos propios de la justicia...
En los meses previos a su arresto en Nevada, Jeffs entró en la lista de personas más buscadas por el FBI en la misma época que Osama Bin Laden estaba en ese mismo estatuto. Cuando lo detuvo la policía, llevaba en su automóvil elementos para disfrazarse (pelucas, varias gafas de diferentes modelos), cuatro computadoras, dieciséis teléfonos celulares y 55 mil dólares en efectivo. Ya había construido en Texas el imponente Yearning for Zion Ranch, un paraíso terrenal al que solo tienen acceso sus elegidos, todavía hoy, cuando sus órdenes se siguen cumpliendo estrictamente aunque su destino no parece asegurarle un regreso al lugar. Paradójicamente, el profeta que fue capaz de construir el paraíso -y el mismo que catalogó como “entrenamientos celestiales” a sus encuentros íntimos con mujeres menores de edad- pasará el resto de sus días en la Tierra en el gris purgatorio de la cárcel.
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