¿Qué veo? Irma Vep: el detrás de escena de la creación artística, en un sensible y entretenido juego de cajas chinas
La miniserie de Olivier Assayas cuenta con el protagónico de Alicia Vikander y un interesante reparto de personajes secundarios
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Irma Vep (EE.UU., Francia / 2022). Guion y dirección: Olivier Assayas. Música: Thurston Moore. Elenco: Alicia Vikaner, Vincent Macaigne, Lars Eidinger, Devon Ross, Jeanne Balibar, Vincent Lacoste. Disponible en: HBO Max. Nuestra opinión: muy buena.
“Yo no hago series. Esto es una película en ocho partes”, dice el realizador René Vidal (Vincent Macaigne) acerca de “Irma Vep”, la serie que está dirigiendo basada en el serial cinematográfico del período mudo Les Vampires, creado en 1916 por Louis Feuillade. A su vez, Irma Vep, la serie en ocho partes realizada por Olivier Assayas y presentada este mes por HBO Max, en la que René Vidal es un personaje, es una remake del largometraje homónimo que Assayas filmó en 1996 y que también narraba el intento de otro avatar de Vidal (en ese caso el ícono de la nouvelle vague Jean Pierre Léaud) de recrear Les Vampires.
Esta es una remake sobre la realización de un remake. No se puede ser más “meta”. Tanto la película como la serie exploran ese juego de cajas chinas en las que la ficción dentro de la ficción, la “realidad” que presenta la ficción y la realidad referencial se mezclan y contaminan. Este conjunto de citas también conduce a la comparación entre ambas obras, en la que la serie corre con desventaja.
En este estreno de HBO Max, una estrella de Hollywood llamada Mira (un anagrama de “Irma”, así como “Irma Vep” lo es de “Vampire”), interpretada por Alicia Vikander, que viene de filmar un blockbuster de ciencia ficción, viaja a París para protagonizar, contradiciendo las advertencias de su agente, la remake del serial en cuestión motivada por su admiración por el idiosincrásico Vidal y porque ansía participar de obras artísticamente más significativas que las franquicias que le ofrecen regularmente. La acompaña Regina (Devon Ross), su asistente, que aspira a ser directora y se siente atraída por su jefa. La actriz, por su parte, aún está enamorada de su asistenta anterior, la manipuladora Laurie (Adria Arjona), que la abandonó apenas encontró un mejor partido. Mira, que ocasionalmente flirtea con su vestuarista Zoe (Jeanne Balibar), también preserva sentimientos por Eamonn (Tom Sturridge), el novio al que abandonó por Laurie y quien también se encuentra en París filmando una película a la que describe como “Blade Runner, pero sin los replicantes y sin la lluvia porque no testearon bien con el público”.
Más allá de los laberintos sentimentales de sus personajes, la serie presenta una sostenida reflexión sobre el estado actual de los relatos audiovisuales. La película de 1996 hacía lo propio con la frontera entre el cine de autor y los cines industriales, no solo el de Hollywood sino también el chino (la protagonista del film es Maggie Cheung, estrella del cine de Hong Kong). Acaso Assayas haya elegido regresar a este film porque el argumento acerca de la remake de un serial con supervillanos del período mudo abre el juego para actualizar sus cavilaciones sobre el cine, en particular en relación con el aluvión de las series y las todopoderosas y ubicuas franquicias de superhéroes. Los protagonistas, todos insiders del mundo del espectáculo, suelen intercambiar opiniones sobre estos temas: el arte y el entretenimiento, las series y las películas, el cine europeo y el de Hollywood, los blockbusters y las franquicias, al tiempo que se confrontan estas manifestaciones con la práctica y los contratiempos de filmar en Europa para un canal de streaming.
A diferencia de la película, que se veía como un vademecum cultural desatadamente moderno, y a pesar de la meditación de la serie misma acerca del lugar actual del cine y la TV, Irma Vep parece reflejar la sensibilidad de otra época. No solo porque la serie transmite cierta nostalgia por una era mejor para el séptimo arte, sino porque su sistema de referencias culturales (banda sonora original de Thurston Moore, canciones de bandas para connaisseurs como Harmonia o Taste, citas a Rainer Werner Fassbinder o a Gilles Deleuze) van en la misma dirección: una reinvindicación de la cultura tal como era entendida en el pasado, como marca de distinción antes que de integración dentro de un colectivo. Estos nombres, además, no significarán mucho para los espectadores de menos de 40 años.
Contrariamente, la política sexual de la serie sí es estrictamente contemporánea (en la película no es un tema). El género no presenta una barrera a la hora de elegir parejas y buena parte de los personajes ejercen una sexualidad fluida y poliamorosa. Este cambio social aparece totalmente naturalizado, aunque la serie se permite ironizar sobre ello (algo que estaría prohibido en cualquier producto norteamericano) a través del personaje de Gottfried (Lars Eidinger), un actor alemán, adicto irredento al crack y exestrella del porno gay, que decidió ser exclusivamente heterosexual y de extrema derecha porque las identidades minoritarias lo aburren. Cada vez que ingresa este personaje, Irma Vep cobra vida.
Alicia Vikander aparece deslucida ante el recuerdo de la imagen imponente de Maggie Cheung. En la piel de la actriz sueca, su personaje se muestra desganado, caprichoso, vacuo. Se puede pensar que manifiesta de modo acertado la arrogancia y frivolidad millennial, pero el efecto más inmediato es que el protagónico está lejos de ser cautivante. La necesaria cuota de carisma la aportan los secundarios como el neurótico y tragicómico Vidal, la experimentada e impredecible vestuarista Zoe y, sobre todo, el decadente Gottfried. Con sus aciertos y fallos, Irma Vep es un digno agregado al panteón de las ficciones sobre el detrás de la escena de la creación artística, aunque no borrará el recuerdo del film que le dio origen. Afortunadamente.
Irma Vep se encuentra disponible en HBO Max; cada lunes se suma un episodio a la plataforma de streaming.
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