Premios Globo de Oro: una ceremonia olvidable y sin sentido
La asociación de prensa extranjera en Hollywood frente a una encrucijada: renovarse o desaparecer
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“Todos sabemos que las ceremonias de premios son estúpidas”, decía anoche Tina Fey casi al final del monólogo de apertura de los Globos de Oro, los galardones más glamorosos y menos prestigiosos de todos los que tiene Hollywood para ofrecer. “Son un engaño armado por los fabricantes de alfombras para vender más alfombras rojas”, completaba Amy Poehler, coconductora del evento que la pandemia y sus propios problemas endémicos vaciaron del poco sentido que le quedaba. Si hasta este año la dudosa composición de la Asociación de periodistas extranjeros en Hollywood, la entidad que entrega los premios desde 1942, y sus polémicas elecciones a la hora de las nominaciones eran poco más que un chiste repetido, lo que demostró la gala de anoche realizada entre Nueva York-a cargo de Fey- y Los Ángeles-con Poehler sobre el escenario- fue que sin la presencia de las estrellas, sin una alfombra roja repleta y presencial, estos premios son insostenibles. Un decorado antiguo que con sus protagonistas ausentes no es más que cartón pintado con una urgente necesidad de refacciones.
Las notas de investigación publicadas por el diario Los Angeles Times la semana pasada expusieron las conocidas deficiencias del grupo como su escaso número de miembros-no llegan a ser 90-, sus turbios manejos financieros y sus vínculos poco éticos con los estudios y productores que luego premian y sumaron la revelación de que la entidad no tiene ni un integrante negro, una falta grave, casi imperdonable, para el clima de época de la meca del cine y la TV industrial.
“Tienen que cambiar eso”, afirmaron Fey y Poehler muy en serio, entre chiste y chiste y justo antes de que las dos primeras categorías, mejor actor de reparto en un film y mejor actor de reparto en TV, quedaran en manos de Daniel Kaluuya (Judas and the Black Messiah) y John Boyega (Small Axe), dos actores británicos negros.
Después llegaría el lastimoso mea culpa de la comisión directiva de la Asociación, un pedido de disculpas por la falta de diversidad entre sus miembros, tan poco sincero que solo pudo generar vergüenza ajena. Pero se sabe: el show debe seguir y si la ética está un poco endeble siempre puede aparecer un actor bienintencionado como Mark Ruffalo que luego de ganar la estatuilla al mejor actor en una miniserie por la espantosa I Know This Much is Truth, matizó su agradecimiento con un llamado de atención sobre la defensa del medioambiente. Sin embargo, ni siquiera el hecho de tener este año como embajadores de los premios a los hijos de Spike Lee alcanzó para esconder bajo la alfombra (roja), el hashtag Time’s UpGlobes que estuvo dando vueltas por Twitter en los últimos días.
Pasarela desierta
Todo comenzó mal con una alfombra roja vacía que las charlas a través de la pantalla no conseguían llenar y siguió sin levantar la puntería a pesar del talento de Fey y Poehler que hicieron lo posible por mantener su química frente a las distancias y algunos problemas técnicos. Que la platea tanto en el Rainbow Club en Manhattan como en el salón del Hotel Beverly Hilton en Beverly Hills estuviera compuesta por personal de salud y trabajadores esenciales, parecía una buena idea en teoría pero en la práctica todos parecían extras con ocupaciones más nobles que los que suelen contratar para llenar los asientos en eventos como este. La insistencia con mostrar a los artistas participando de la ceremonia de manera remota por unos segundos sin demasiada lógica ni razón resultó más desconcertante que eficaz. Dos adjetivos que también describen a la ceremonia en general.
A medida que iban pasando las categorías y que los ganadores agradecían desde sus casas o los invitados aparecían cada tanto en pantalla con las sonrisas congeladas patentadas por Zoom, quedaba claro que la emoción, motor fundamental de este premio, no acudió a la cita. Tal vez el hecho de que muchas de las películas nominadas se hayan visto poco en los Estados Unidos y casi nada en el resto del mundo le quitó interés a la porción cinematográfica de la noche, cuando suele ser su fuerte especialmente por la cantidad de estrellas que asisten a la cita. Por la miopía de la entidad y las dificultades que sufrió la industria del cine en el año de pandemia los Globo de Oro se parecieron demasiado a un premio pensado para el interés local y de espaldas al mundo. Hasta cuando fue el turno de la categoría a mejor película extranjera que la ganadora fuera Minari, un film estadounidense que quedó en esa categoría porque está mayormente hablado en coreano ya que relata la historia de una familia de inmigrantes de Corea del Sur en busca del sueño americano, dio cuenta de las absurdas reglas de los Globo de Oro. Otra de las tantas cuentas pendientes de la Asociación para adecuarse a los tiempos que corren.
Por ahora, pueden hacer gala de su modernidad gracias a la categoría de dirección: de los cinco nominados tres eran mujeres, Emerald Fennell (Promising Young Woman), Regina King (Una noche en Miami) y Chloé Zhao, quién se llevó la estatuilla por Nomadland- se estrenará en la Argentina en abril- que además resultó la gran ganadora de la noche al quedarse con el premio al mejor film.
En una ceremonia de pocas emociones genuinas el galardón a mejor actor dramático que ganó el fallecido Chadwick Boseman por su papel en La madre del blues aportó un momento conmovedor, que seguramente se repetirá durante el resto de la temporada de premios, con su viuda agradeciendo el reconocimiento entre lágrimas. Una emoción que también llegó cuando la cantante y actriz Andra Day ganó como mejor intérprete femenina en un drama por su papel en el film The United States vs Billie Holiday. Entre las comedias la ganadora fue Borat 2, el film de Sacha Baron Cohen que también se llevó el premio a mejor actor de comedia.
Coronados de gloria
A la hora de celebrar a la TV las cosas salieron un poco mejor, especialmente por la tendencia que tiene este galardón de sorprender con sus ganadores en las categorías actorales. Así, en el rubro de mejor actriz en una serie dramática a pesar de que compartía el rubro con Olivia Colman (The Crown), Laura Linney (Ozark), Sarah Paulson (Ratched) y Jodie Comer (Killing Eve), la ganadora fue Emma Corrin por su interpretación de Lady Di en The Crown. Un rato después su príncipe, Josh O´Connor, se llevó la estatuilla (aunque pandemia mediante no la recibirá por ahora) a mejor actor en un drama. The Crown, con seis nominaciones, había llegado a la ceremonia como la favorita, puesto que confirmó cuando Gillian Anderson ganó el premio a mejor actriz de reparto por su Margaret Thatcher y luego la serie completó su colección con el reconocimiento a mejor drama. La buena racha de las ficciones de Netflix siguió con el triunfo de Anya Taylor-Joy como mejor actriz de una miniserie por su papel en Gambito de dama, que también se quedó con el premio de su categoría.
Entre las comedias hasta los votantes que suelen equivocarse esta vez acertaron. Así Jason Sudeikis fue el mejor actor cómico por la fantástica Ted Lasso (Apple TV+) y la comedia ganadora fue Shitt’s Creek, la gran triunfadora en los premios Emmy.
Después de tres horas que parecieron treinta la entrega 78 de los premios Globo de Oro terminó con la promesa de que el año que viene volverán renovados y mejores. Habrá que creerles porque lo cierto es que una ceremonia peor que la de anoche es difícil de imaginar.
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