Por qué vale la pena ver BoJack Horseman
Un caballo con una crisis de identidad, el gran chiste que ya va por su tercera temporada
Hay tantas series en la actualidad que es imposible ver todo y, encima, siempre hay alguien diciéndote que la que te estás perdiendo es la mejor. No tiene sentido entrar en esa lógica demencial, porque BoJack Horseman tal vez no sea "la mejor" y seguro no es para todo el mundo. Pero vale la pena verla porque es una propuesta original, divertida y que no teme adentrarse en los grandes interrogantes del ser humano... aunque en este caso sean un caballo o un gato.
Una mirada muy ácida sobre Hollywood, humor negro, excelentes interpretaciones y una estética brillante: todo esto tiene BoJack Horseman, la serie original de Netflix que estrenó hace pocos días su tercera temporada. Pero su mayor atractivo y lo que la distingue de otras series es la construcción de un mundo muy peculiar que sirve de espejo perfecto al nuestro. La animación cumple un papel fundamental en este sentido, porque abre posibilidades narrativas infinitas: se puede llevar a la pantalla casi cualquier cosa imaginada. Esto tiene un efecto liberador que permite expandir las ideas de lo que puede pasar en un episodio y el creador de BoJack Horseman, Raphael Bob-Waksberg, está aprovechando todo ese potencial. Ya la idea básica plantea una gran libertad: en el universo de BoJack Horseman conviven los humanos con animales que son sus pares y llevan el mismo tipo de vida, pero sin perder las características propias de su especie. Así, por ejemplo, un perro estrella de la televisión puede estar hablando por su celular con su esposa humana y mover la cola porque está contento.
Las particularidades del mundo de BoJack, que parodia a la perfección a Hollywood y sus derivados, no son sólo una novedad en el primer episodio para luego dejar de ser importantes. Siguen siendo cruciales en los chistes de la serie y ayudan a contar las historias, llegando a niveles de emotividad que sorprenden. En un episodio de esta tercera temporada, BoJack viaja a un país subacuático para presentar su película, Secretariat, en un festival de cine. La mayor parte del episodio no tiene diálogos; sólo las imágenes, la música y algunos sonidos muestran a BoJack sintiendo el peso de la soledad a la que él mismo se condenó y buscando establecer una conexión verdadera con otro ser. Es como una poesía animada de 20 minutos.
La genialidad de BoJack Horseman es lo que esconde debajo de la superficie de una serie animada llena de colores brillantes, sobre un caballo egocéntrico y egoísta, que alguna vez fue una estrella de la televisión. En el transcurso de estas tres temporadas fue profundizando su oscuridad y su sensibilidad, mientras que su humor es cada vez más punzante. La transgresión de la serie está ahora mejor enfocada y es más precisa en la crítica de ese mundo superficial y cruel que retrata. BoJack Horseman es para reírse mucho, en voz alta, pero no es liviana. Al fin y al cabo se trata de un caballo con una crisis de identidad, en busca de sentido y de alguna posibilidad de ser feliz.
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