Nubeluz: el programa infantil que conquistó a América, pero terminó ensombrecido por la trágica muerte de una de sus conductoras
A 34 años de su primera emisión y mientras se prepara la despedida definitiva del ciclo, los nostálgicos recordarán el clima festivo del show que cautivó a varias generaciones en toda la región
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Los sábados y domingos en los años 90 tenían un ritmo diferente. Mientras Xuxa aggiornaba su show brasilero para Latinoamérica y comenzaba su expansión sin precedentes, sus imitadoras regionales decidieron poner fin a los formatos que utilizaban las canciones de la reina de los bajitos como propias para encontrar un camino más personal. Así, tras la despedida de El show de Yuli, en Perú, conducido por Giuliana Maiocchi Woodman, la emisora Panamericana Televisión quería continuar explorando el nicho de programas infantiles y puso manos a la obra para volver a cautivar a la audiencia con un formato de características similares (música y juegos) pero con un universo propio, llamado Nubeluz.
El show le debe mucho a Alonso Alegría Amézquita, dramaturgo de larga data que encabezó el equipo que crearía un formato que transcurriría en una nube y en el que el espíritu de fiesta ininterrumpida durante cuatro horas, con juegos, dibujos animados y canciones, se respetaría hasta el último segundo de aire. Los ejecutivos de la emisora estaban muy entusiasmados, sabían que tenían entre manos un éxito pero, claro, debían ajustar algunas decisiones, encontrar el espacio ideal para grabarlo y escoger a las conductoras (no querían una sola para evitar el protagonismo excesivo y las potenciales exigencias desmedidas en caso de conseguir un éxito).
Tras llevar adelante un exhaustivo casting por todo Perú, la primera en ser elegida fue la modelo de 17 años Mónica Santa María, una joven que deslumbró con su espontaneidad y belleza; luego llegaría la argentina Almendra Gomelsky, de 21, también modelo, que fue a la prueba sin demasiadas ganas ni expectativas, impulsada por Santa María. “Yo trabajaba con Mónica haciendo fotos, éramos amigas. Entonces me dice: ‘Andá, porque así seguimos trabajando juntas’”, le cuenta Gomelsky a LA NACIÓN, sobre el proceso de casting. “Cuando tomaron a Mónica creí que a mí no me iban a elegir, pero pensé en ir al casting como para quedar bien con ella. Fui con cero maquillaje, vestida de lo más simple, me hicieron contar un cuento, cantar una canción de Xuxa y leer una carta. En un momento me invitaron a pasar a una oficina y me presentaron un contrato. Me acuerdo que llamé a mi mamá y ella me dijo ‘no firmes nada, hay que leerlo’. Y así fue mi historia, todo sucedió sin querer queriendo y sin imaginarme lo que iba a pasar”.
Con idioma propio
Uno de los secretos de Nubeluz, que rápidamente cautivó a las audiencias, tenía que ver con el idioma que se utilizaba en el show, el glúfico, en el que se imponían palabras como “dalinas” (conductoras), “nubecinos” (público en vivo en el estudio), “nubetores” (niños que seguían el programa desde sus hogares), “gólmodis” (bailarines que asistían a los participantes) y un grito de guerra icónico para dar inicio a las diferentes competencias de cada entrega: “¡Grántico, pálmani, zum!”.
Al léxico especialmente creado por una lingüista, se le sumaban pegadizas canciones y melodías, que, a diferencia de otros programas del estilo, buscaban concientizar sobre temáticas como la adicción al tabaco (“Papi, deja de fumar”), los peligros de las drogas (“Cuidado”), la necesidad de ejercitarse (“Deporte”), la vocación (“Yo quiero ser”), el cuidado del medioambiente (“La naturaleza”), la importancia de leer (“Escapate con un libro”), la importancia de la autoestima (“Yo tengo la magia”) y la nutrición (“Vaso de leche”), entre otras.
El suceso del programa no se hizo esperar, y a medida que crecía el éxito, las pautas publicitarias y las licencias para comercializar la marca en una infinidad de productos -desde golosinas, artículos de higiene personal, CD’s, casettes y vinilos a muñecas-, también asomaban sus detractores. Una de ellas fue Yola Polastri, icónica animadora infantil de Perú, que advertía, cada vez que podía, que las dalinas no eran quienes entonaban las canciones del show. Polastri durante años fue la presentadora infantil por excelencia y entendía que Nubeluz y sus dalinas, habían llegado para quedarse.
A los pocos años se sumaron más presentadoras, como Lilianne Braun y Xiomara Xibille; la primera, una joven peruana que residía en Miami, donde se abrieron oficinas del programa para iniciar con un proyecto de adaptación completamente hablado en inglés, y la segunda, una muchacha colombiana que había conducido la versión para ese país de Xou da Xuxa.
“La primera vez que me llamaron fue para ser la nubelina, que era como una embajadora de la nube de otro país y era como una invitada especial. Fue muy emocionante cuando se abrió el Coliseo Amauta ante mis ojos y vi a todos estos niños... Era realmente una producción espectacular. Yo venía de hacer mi propio programa, pero esto era como triplicado”, rememora Xibille en diálogo con LA NACIÓN. “Luego, tomé el avión de regreso a Colombia con el corazón llenito de esa alegría que me había dado el programa, y a la semana me llaman para preguntarme si quería regresar, porque iban a empezar una gira. Y ahí regresé”.
“Trabajé como modelo cuando vivía en Perú, inclusive conocí Almendra haciendo pasarela; luego me mudé a los Estados Unidos, seguí mi carrera de modelaje y también, paralelamente, mis estudios universitarios. En ese momento me contactó uno de los productores de Nubeluz para decirme que querían conversar conmigo, que querían ofrecerme algún tipo de programa y que querían saber si estaba interesada”, revela Lilianne Braun. “Me fui a comer con ellos y justo me casaba a los tres días. Me fui de la conversación y, si bien era muy bonito, no entendí nada, ni entendí lo que era Nubeluz, ni entendí lo que eran las dalinas, ni entendí lo que querían, pero la pasé bonito y comí rico. Me casé y cuando regresé de mi luna de miel tenía un mensaje en la máquina contestadora que decía ‘por favor, llámame, que quiero hablar contigo’. Entonces, me subí al avión y me fui a Lima para poder pasar todas estas pruebas que iban a confirmar mi entrada al programa”.
Una tragedia en medio del éxito
Mientras Panamericana Televisión expandía el suceso del programa a 19 países -incluyendo la Argentina, donde Canal 9 se hizo eco del éxito y transmitía “vía satélite” durante las mañana del fin de semana-, un fuerte golpe sacudió los cimientos del programa, a cuatro años de su lanzamiento. La “dalina chiquita”, Mónica Santa María, tras luchar contra la depresión y un chantaje sexual, se suicidaría. Si Nubeluz era diversión, alegría y buen humor, la vida de la artista peruana distaba mucho de ello, y de hecho, intentó en varias oportunidades quitarse la vida, atormentada por pensamientos negativos que acallaba para poder continuar al frente del programa.
Tras salir a la luz un chantaje sexual por parte del clan “Calígula”, un grupo de jóvenes limeños de clase acomodada que organizaban fiestas y orgías, que supuestamente tenían en su poder imágenes de la “dalina” que la comprometían, una fuerte discusión con su pareja, Constantino Heredia, habría llevado a la joven a quitarse la vida. Fue en la madrugada del 13 de marzo de 1994 cuando Santa María, de 21 años, se disparó con un arma; se encontraba sola en su departamento, ubicado al este de Lima. Su cuerpo fue hallado 36 horas después, por los familiares de la conductora, que llegaron hasta el lugar, preocupados luego de no poder establecer comunicación con ella.
La conmoción fue total y el delicado tema comenzó a ocupar las portadas de todos los medios. La emisora, en tanto, tuvo que tomar una decisión sobre cómo continuar con las grabaciones. Y si bien Nubeluz siguió por dos años más, el trágico hecho cambió de manera definitiva el vínculo con el público.
Un regreso lleno de nostalgia
Si bien Nubeluz salió del aire en 1995, el cariño del público por el programa y las dalinas continúa vigente hasta hoy en día. En 2015, coincidiendo con los 25 años de la primera emisión, Golmesky, Xibille y Braun se reunieron para ofrecer un show en el anfiteatro del Parque de la Exposición de Lima. Este 20 de julio, en tanto, se juntarán de nuevo sobre un escenario para concretar Nubeluz: la despedida en Perú.
“Estamos sumamente emocionadas, agradecidas y definitivamente con una adrenalina que no se puede ni explicar, con muchas emociones. Estamos las tres felices de subirnos al escenario para poder otorgar un show de verdad”, cuenta Braun a LA NACIÓN. “Es increíble después de 34 años sentir el cariño de esos nubecinos que en cada país que hacen posible que esta nubecita se vuelva a reconectar cada vez más grande y con más dimensiones, como lo va a hacer en esta gran despedida”, suma Xibille. “Espero que esta nubecita pueda aterrizar en la Argentina, sería maravilloso. No pierdo las esperanzas”, sueña Gomelsky, quien tiene muy presente las 30 presentaciones que, entre 1993 y 1994, realizaron en el Teatro Gran Rex y en el Luna Park.
Al sold out de entradas para el show del 20 de julio se suma un revival por el programa con el lanzamiento de merchandising oficial, giras promocionales y hasta una película biográfica llamada Sube a mi nube, que llegará a los cines peruanos el 19 de septiembre.
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