No al bullying: por qué la serie de Netflix 13 Reasons Why encendió las alarmas
La ficción abordó temáticas complejas y se convirtió en todo un fenómeno; atención: ¡hay spoilers!
En el octavo capítulo de la flamante serie de Netflix13 Reasons Why, Hannah Baker (Katherine Langford) verbaliza esa famosa angustia adolescente - la denominada "teen angst" del imprescindible libro de ensayos de Ned Vizzini - que encontró en Holden Caulfield de El Guardián entre el centeno al vehículo ideal para canalizarse, y lo hace con una mezcla de angustia y desencanto. Hannah, sobrepasada por una sucesión de hechos decepcionantes y ofensivos, observa el comedor de la escuela secundaria y plantea una contradicción del mundo adulto. "Nos dicen que soñemos en grande, que aspiremos a las estrellas, pero después nos encierran por doce años y nos dicen dónde sentarnos, dónde hacer pis y qué pensar. Y después cumplimos 18 y aunque nunca tuvimos un pensamiento genuino, debemos tomar la decisión más importante de nuestras vidas".
Hannah no sólo alude a la desprotección de los adolescentes en un contexto donde conviven personalidades disímiles (en una vereda está quien hace bullying; en la otra, quien lo padece; en el medio, los indiferentes) sino también a esa falsa noción que se tiene del adolescente como individuo que está más allá de todo, que adolece pero con moderación. 13 Reasons Why, basada en la novela de 2007 de Jay Asher, nos muestra en sus trece episodios ese cúmulo de situaciones que experimenta Hannah (una de ellas, la de mayor peso; las otras, exponentes de esa olla a presión), quien antes de quitarse la vida graba siete cassettes dirigidos a las personas que contribuyeron a ese desenlace y a Clay (Dylan Minnette), ese joven que no pudo ayudarla y que representa la voz de la conciencia y la perspectiva del espectador que escucha las cintas en simultáneo.
"No es posible cambiar a los otros, pero sí podemos cambiar nosotros" es una frase que salpica toda la serie de Brian Yorkey y mediante la cual deja asentada su posición respecto a actos de supuesta intrascendencia. El bullying que sufre Hannah es paulatino, va in crescendo, y adquiere diversas formas, desde un rumor falaz hasta una palabra hiriente, y hacia el final de su vida se evidencia precisamente eso: la joven sólo necesitaba de un gesto de contención de una persona que estuviera dispuesta a cambiar su conducta para ampararla a ella.
El autor de la novela, inspirado por una tragedia cercana
Desde su título, 13 Reasons Why se expone como una obra que no aborda de manera unívoca qué es lo que conduce a un adolescente al suicidio. Es todo y nada al mismo tiempo. La propia Hannah, una semana antes de tomar la trágica decisión, observa a sus padres dormir y se imagina cómo reaccionarían cuando ella no esté. El pensamiento se emparenta - en contenido - al que tiene Oliver Tate (Craig Roberts) en la película Sumbarine de Richard Ayoade - otra producción basada en una novela young adult -, quien fantasea con su propia muerte, pero para alimentar su ego y no como un paso previo a la acción definitiva. Oliver no piensa en suicidarse, Oliver sólo se entrega a la autoindulgencia. Hannah, por el contrario, es consciente de que está por dar el salto. Esa contemplación de sus padres deriva en una lúgubre conclusión: "Seguramente se pregunten por las señales, por cómo lucía alguien que estaba por suicidarse, y esto es lo más aterrador de todo: no luce como nada". Hannah describe su invisibilidad y cómo en la vorágine cotidiana ciertos síntomas pueden pasar fácilmente inadvertidos.
En relación a esa vacuidad, Asher, en el epílogo de su novela, explica cómo surgió el concepto de que Hannah fuera empujada a lo más oscuro por varias razones que la dejaron a la intemperie. "Una pariente cercana intentó suicidarse a la misma edad que Hannah; afortunadamente sobrevivió y con el paso del tiempo discutimos los eventos y las emociones que la llevaron a intentar quitarse la vida, pero ella nunca pudo hablarme de una sola circunstancia específica, esa idea de que todo afecta todo me intrigó siempre", explicó el autor, quien siguió de cerca el rodaje de esta adaptación.
Selena Gomez y una historia que le resultó familiar
Cuando la novela de Asher se convirtió en un boom de la literatura juvenil, Selena Gomez iba a ser la protagonista del film que la adaptara. Sin embargo, la producción se atrasó y finalmente 13 Reasons Why comenzó a filmarse en formato serie para Netflix. A esa altura, la actriz y cantante sintió que quería formar parte del proceso, pero en la silla de productora, dado que temía que su estelaridad atentara contra el mensaje y distrajera en demasía. "Lamentablemente, a los chicos no les importan mucho estos temas, tienen que ver algo que los asuste, algo que puedan llegar a temer y yo quiero que lo entiendan, haría lo que sea para tener una influencia positiva en esta generación, y definitivamente me relaciono mucho con lo que vi, estuve ahí cuando filmaron el último capítulo y me quebré cuando noté cómo cobraba vida la historia", detalló Gomez en el panel de presentación de la serie.
No es casualidad que la joven estrella haya querido mantenerse cerca del proyecto, incluso a partir de una empresa tan sustancial como la de producirlo junto su madre, Mandy Teefey. A fin de cuentas, la propia Selena atravesó una profunda crisis de ansiedad y depresión y actualmente comparte ese pensamiento de Hannah de cómo los adultos pretenden regir la vida adolescente hasta hundirlos. "Yo crecí en Disney Channel, en un mundo en el que los adultos tenían la audacia suficiente como para decirme cómo vivir, fue muy confuso para mí porque yo no tenía ni idea de en qué persona iba a convertirme, la serie me toca de cerca y por eso creo que los chicos deben verla", explicó Gomez.
En sintonía con sus intenciones, el impacto de este drama fue tal que sobrepasó la mera charla post-binge-watching y se erigió como objeto de diversos artículos, por cómo refleja desde el bullying y la indiferencia, pasando por las violaciones y la sociedad patriarcal, hasta el suicidio y las opiniones encontradas que genera (especialmente los maniqueos conceptos de valentía y cobardía). Como dice Hannah en una de sus cintas: "A algunos les importaba lo que me pasaba, pero a nadie le importó lo suficiente". Suficiente. La palabra clave de la historia. Eso que puede parecer tan poco - un consejo a tiempo -, pero que en realidad es un salvavidas.
Una serie que no le teme a las escenas incómodas
A la par del sufrimiento de su protagonista, 13 Reasons Why alcanza el momento de mayor angustia sobre el final, especialmente en los últimos dos episodios. En uno de ellos, se revela el hecho que precipitó la decisión de Hannah y es la violación que padeció a manos de Bryce Walker (Justin Prentice). La realizadora Jessica Yu (In The Realms of the Unreal) filma ese instante con una decisión estética acertada: acota el campo para que sintamos junto a Hannah la opresión, la asfixia, el miedo. Si bien en los capítulos previos, directores como Tom McCarthy (En primera plana) y Gregg Araki (un conocedor del mundo adolescente como lo revelan sus películas Mysterious Skin y Pájaro blanco de la tormenta de nieve) reflejaban el deterioro anímico de Hannah con incuestionable pericia, es en ese último suspiro donde la serie cobra vuelo visual y temático.
Lejos de una visión ATP inmaculada y prolija, Yu sabe que hay una responsabilidad inherente a la historia de la protagonista. Tanto la violación que sufre como el suicidio que comete no son dos actos para abordar con medias tintas. El compromiso es imperativo. En consecuencia, cuando Kyle Patrick Alvarez (The Stanford Prison Experiment) toma la batuta de Yu en el último tramo (el lado A del séptimo cassette), 13 Reasons Why se vuelve apabullante. El suicidio de Hannah, mostrado con un escalofriante sentido del tempo, contribuye a que la serie se emancipe de otras producciones vacuas sobre la angustia adolescente y ponga en primer plano lo que conlleva hablar de suicidio. La contundencia de esa escena es el contrapunto ideal para el resto de las subtramas, en las cuales los personajes/objetos de estudio de las cintas de Hannah toman caminos distintos (muchos de ellos, en off), en algunos casos igual de duros y en la mayoría imprecisos y ambiguos.
Como asevera Asher en otro pasaje del epílogo de su obra, necesitamos contribuir al mundo eludiendo la indiferencia. David Levithan, otro novelista young adult, también lo dijo a través de un personaje en Will Grayson, Will Grayson: "Quizás haya algo que te atemorice decir, o alguien a quien temas amar, o algún lugar al que te de miedo ir. Va a doler. Va a doler porque te importa".
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