El personaje creado por Neil Cross para la BBC en 2010 regresa hoy con una película original, Cae la noche, que sirve como reivención de su historia de cara a nuevas investigaciones
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Se fue en 2019 con gusto a poco. Sin embargo -como tantas otras veces en la ficción-, John Luther resurge de entre las cenizas, en formato de largometraje y bajo el amparo de Netflix. Luther, cae la noche le brinda una sobrevida al personaje interpretado por Idris Elba, e invita a recorrer el derrotero del investigador quien, con solo 21 episodios de una ficción, distribuidos en cinco temporadas a lo largo de nueve años, dejó una huella lo suficientemente perenne como para celebrar su regreso.
La serie producida por la BBC cumple puntualmente con los parámetros del héroe trágico aristotélico. Aquel cuyo descenso al infierno se ha producido a partir de buenas intenciones pero que, indefectiblemente, resultaron en inevitables consecuencias que marcan su destino trágico.
La presentación del personaje en el piloto de la serie se da con el detective persiguiendo a un secuestrador y asesino de niños por una fábrica, hasta que este queda colgado a gran altura. Una vez que confiesa la ubicación de su última víctima, vemos cómo Luther lo deja caer mientras le enumera la cantidad de chicos que asesinó. La decisión de no salvarlo lo perseguirá durante el resto de los capítulos de la serie. También es cualidad del héroe en la tragedia, según Aristóteles, contar con un sentido del deber y la moral tan arraigado como para obrar en base a él y, llegado al caso, sucumbir.
Su creador, Neil Cross, elige escenarios oscuros enmarcados por una ciudad gris, a tono con los personajes y sus motivaciones. Tanto en las diferentes temporadas de la serie como en la película que a partir de hoy está disponible en Netflix, los antagonistas de Luther serán asesinos seriales, en su gran mayoría sin otra motivación que propagar sus demonios internos hacia el exterior promoviendo el terror público. Luther, por otro lado, es el mejor en lo suyo porque se siente cómodo en ese escenario de depravación porque, aun como representante de la justicia, también carga con tragedias que necesita exorcizar.
Un personaje diferente
Aunque el tono y estética de Luther remiten directamente al policial negro, el personaje está muy lejos del Sam Spade de Dashiell Hammett. Ni siquiera se podría decir -como se escribió en el momento de su estreno- que comparta las características de Clint Eastwood y su Harry, el sucio. Porque lo que prima en el teniente John Luther no es deambular por las calles y colocarse siempre en la línea de fuego (cosa que de todos modos hace); es más, o le gusta usar armas y no es particularmente diestro en el combate cuerpo a cuerpo, pero eso no lo detiene. Es su personalidad autodestructiva la que lo lleva a hacerlo. Ni el abandono de su mujer al comienzo de la historia (Indira Varma), ni la traición de sus amigos, ni la sospecha de sus colegas de que es un policía corrupto lo apartan de su senda; al contrario, reafirman el espiral descendente del que se siente merecedor.
Si su empeño por usar sobretodo y el caminar encorvado lo emparientan con Columbo, la tendencia a la autodestrucción, cierta soberbia y sus excepcionales dotes deductivas tienen más que ver con Arthur Conan Doyle y Sherlock Holmes, aunque en proporción inversa. Mientras que para el detective del 221B de Baker Street resolver un caso era desafiarse a sí mismo, para Luther es una vía de escape de un horror mucho más solitario.
Si Sherlock tenía a Irene Adler para provocarlo, seducirlo y obligarlo a ser mejor en su metier, Luther tiene a Alice Morgan, el personaje más interesante que dio la serie, hasta el punto de de eclipsar en el entusiasmo de la audiencia al mismísimo protagonista. Alice (interpretada por la actriz Ruth WIlson) apareció en el primer capítulo de la serie — que no está disponible en Netflix — como una chica vulnerable que había encontrado a sus padres brutalmente asesinados. Sin embargo, enseguida se develó en ella una personalidad psicópata que encontró en Luther un reflejo imperfecto. La relación de amor-odio entre ambos — enfermiza y con mucha tensión sexual — evoluciona con el paso de las tres primeras temporadas para construir un vínculo simbiótico muy celebrado por los fans de la serie. Alice representa el lado más oscuro de Luther, una mujer despojada de principios éticos que dicten su conducta individual o colectiva. Un punto de no retorno al que el policía no quiere llegar pero, al mismo tiempo, lo seduce.
La química entre Idris Elba y Ruth Wilson fue tan contundente que mantuvo a la serie en alto durante sus momentos narrativos más flacos (sin ir más lejos, la tercera temporada). Como también la resintió irremediablemente cuando la actriz se ausentó de la cuarta entrega, estrenada en 2015 y apenas compuesta por dos episodios. Por presión de los fans y deseo de los productores, Alice Morgan y Ruth Wilson volvieron a Luther en la quinta y última temporada. A modo de adelanto del reencuentro, ambos participaron de un sketch benéfico para Cómic Relief en 2016 junto a Lenny Henry y deportistas como Louis Smith, Denise Lewis y David Haye.
El personaje de Wilson llegó a tener tanto peso específico que el guionista Neil Cross barajó la idea de crearle un spin-off como única protagonista, una mezcla de El talentoso Sr. Ripley con The Last Seduction. La idea era buena, pero, por ahora, no prosperó.
El vendedor de marihuana
Apenas comenzada Luther, cae la noche dos cosas quedan claras: la primera es que para Idris Elba no pasan los años, como al resto de los mortales: está igual a los 50 años que en 2010, cuando comenzó la serie. La segunda es que es inimaginable pensar en otro actor para sucederlo en el papel.
Antes de ponerle el cuerpo al detective londinense, Elba había intentado hacer pie en el mundo del espectáculo con irregular éxito. Family Affairs (1997), Dangerfield (1999), La ley y el orden o CSI: Miami fueron algunos de los proyectos donde dejó ver su imponente metro noventa de altura. Sin embargo fue recién en The Wire (2002) cuando llamó la atención de los televidentes interpretando al narco Russell “Stringer” Bell. Desde entonces, y hasta el comienzo de Luther, se desarrollaron en la carrera del intérprete una andanada de proyectos menores que, de todos modos, encaró con la más absoluta seriedad.
Y es que Idris no solo estaba cumpliendo su sueño de ser actor, sino que también estar activo le permitía distraer su mente de un pasado no del todo feliz. Descendiente de la tribu Temne y único hijo de inmigrantes (su padre es oriundo de Sierra Leona y su madre, de Ghana), el actor tuvo una infancia de hospital en hospital, buscando el mejor tratamiento para el asma crónica que padecía. Siendo adolescente viajó del Reino Unido a Nueva York buscando una oportunidad en el medio, y terminó en actividades por dentro y también por fuera de la ley: “Hay cosas de las que no me siento muy orgulloso. Llegué a vender marihuana, aunque fue por poco tiempo, solo para salir adelante. David Chappelle seguramente se acuerda de mí porque solía comprarme. Fui brevemente DJ. También portero en un club de comedia (el Caroline’s Comedy Club en Broadway), lo cual resultó fascinante porque llegué a conocer a varios comediantes”. El éxito reafirmó su listado de oficios, porque también fue invitado de lujo e inspirado DJ en la fiesta de casamiento del príncipe Harry y Meghan Markle en 2018. O presentador de la ceremonia de sorteo del Mundial de Qatar.
Incluso recibió la bendición de Daniel Craig y de Pierce Brosnan para ponerse el esmoquin de James Bond a partir de la próxima entrega de las aventuras de James Bond. No solo dijo que no incluso antes de que llegara la invitación oficial, sino que hasta en la película se permite hacer un chiste al respecto, al rechazar la oferta de un barman que le ofrece un martini. Y lo bien que hizo porque, con 50 años recién cumplidos, habría sido el 007 más veterano de la historia en aceptar el papel (el récord por ahora lo tiene Roger Moore, con 45 años cumplidos en el momento de estrenar Vivir y dejar morir).
La reticencia a comprometerse con un proyecto a tan largo plazo, como también lo fue Luther, tal vez se deba a que Bond está muy lejos de su personalidad, mientras que el policía británico podría ser su otro yo. Así se lo explicaba a la revista Esquire: “Luther, es probablemente el personaje que más se parece a mí, en la vida real. Tiene tanta convicción. No trata de complicar demasiado las cosas. Él va al grano. Me encanta el guion. Es divertido jugar con él”.
¿Y ahora qué?
Luego de la quinta temporada de la serie, el personaje quedó en un limbo del que se creía que no iba a salir. Mientras Idris Elba y Neil Cross se dedicaban a otra cosa comenzaron a aparecer las adaptaciones: Francia (Luther), Rusia (Klim), India (Rudra: The Edge Of Darkness), Corea del Sur (Less Than Evil): todos quisieron tener su versión de la historia, aunque ninguna alcanzó el éxito de la original. Incluso la cadena Fox intentó un piloto producido por Elba, escrito por Neil Cross y protagonizado por Marlon Wayans. Afortunadamente, nunca ocurrió.
Sin embargo, estaba latente en la cabeza de los creadores la posibilidad de volver al ruedo con un largometraje. En 2013, cuando promediaba la tercera temporada de la ficción, comenzaron a surgir rumores de una adaptación para el cine. Si bien algunos aseguran que aquel guion se dividió en dos partes y se transformó en la cuarta temporada, otros afirman que la película Luther, cae la noche no es otra cosa que el germen de aquella idea.
Sea una o la otra, lo cierto es que la historia del film que acaba de estrenarse busca entroncar directamente con el final de la quinta temporada de la serie, donde el protagonista termina preso, purgando pecados propios y ajenos. En atención a los nuevos espectadores que no recuerdan o directamente toman contacto con la historia recién ahora, los responsables de la película agregaron una escena inicial en la que el policía es encarcelado por obra y gracia de quien será el villano de la función (un excelente Andy Serkis).
A partir de ahí sí, se desarrolla una trama que sigue los mismos códigos del material primigenio, funcionando a dos niveles: el nostálgico para aquellos fans de “la vieja guardia”, y el seductor para la nueva camada que quedará ávida de más. En este sentido, si los números y el “tío Netflix” acompañan, lo más probable es que tengamos John Luther para rato. El día del estreno en Estados Unidos, Idris Elba estuvo en el programa norteamericano The One Show y reveló la intención de continuar las andanzas de su criatura más famosa: “Tenemos la ambición de convertirla en una franquicia cinematográfica”. Anteriormente ya se había referido al tema explicando que el programa tiene todos los elementos necesarios para comenzar una saga como podría ser la de James Bond, Misión Imposible o Jason Bourne. Incluso fantaseó con la posibilidad que actores más jóvenes tomen el manto (y el saco a cuadritos) del personaje cuando a él no le “de más el cuero”.
Luther, cae la noche llega impulsada por la inercia de un producto que se tomó su tiempo para consolidarse, y de esa manera conformar un núcleo duro de fans, que a lo largo de 13 años han sabido aplaudir sus virtudes y desestimar sus errores. La solidez de su propuesta estética y narrativa, que se replica ahora en la película gracias a que intervienen en ella gran parte del equipo original, no hace más que confirmar que el personaje trasciende los formatos. Ayer pudo ser la televisión, hoy las plataformas, y mañana la pantalla grande. El único condicionante aparece en formato de pregunta: ¿cuál es el límite del horror?
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