Netflix: The Playlist, la miniserie sobre Spotify, es una democrática y algo timorata mirada a una revolución tecnológica
Las historias relacionadas con la explosión de la industria tecnológica son cada vez más frecuentes: Uber, Theranos, WeWork, The Pirate Bay y ahora la plataforma de streaming musical más importante del mundo, bajo el foco de la ficción
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The Playlist (Suecia/2022). Dirección: Per-Olav Sørensen, Hallgrim Haug. Guion: Sven Carlsson, Sofie Forsman, Tove Forsman, Jonas Leijonhufvud, Christian Spurrier. Elenco: Edvin Endre, Christian Hillborg, Ulf Stenberg, Severija Janusauskaite, Ella Rapich, Gizem Erdogan. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.
Así como el true crime es hoy una tendencia evidente en la producción de las plataformas de streaming más populares del mercado, también hay en la actualidad una gran cantidad de ficciones que giran alrededor de la creación y la evolución posterior de unicornios (empresas que alcanzan una valoración de 1.000 millones de dólares sin tener presencia en Bolsa), apps y negocios tecnológicos que por una razón u otra hicieron mucho ruido en los últimos años.
David Fincher fue un pionero y dejó huella en el cine allá por 2010 con La red social, película multipremiada y muy exitosa (recaudó más de 200 millones de dólares en todo el mundo) que radiografiaba con mordacidad a un personaje muy particular (Mark Zuckerberg, el creador de Facebook) y a una época (la de la explosión de una modalidad de comunicación que cambiaría el mapa de la humanidad). Y después llegaron Super Pumped: La batalla por Uber, The Dropout (sobre Theranos) y WeCrashed (sobre WeWork, que alquila espacios de trabajo compartidos). Ahora es el turno de Spotify, el gigante digital que cambió el negocio de la música y que tiene hoy 433 millones de usuarios y 188 millones suscriptores en todo el planeta.
La miniserie de seis capítulos que aborda el caso es sueca, como también lo es el creador de la plataforma musical, Daniel Ek. Se llama elocuentemente The Playlist y está basada en el libro de investigación periodística Spotify Untold, de los también suecos Sven Carlsson y Jonas Leijonhufvud. Arranca en 2004 (cuando aparece la idea embrionaria de Spotify en el marco de una altísimo desarrollo de la piratería digital, con el fenómeno The Pirate Bay en el centro de la escena) y llega hasta 2024, cuando el gigante del streaming musical empieza a ser investigado por el Congreso de los Estados Unidos, una hipótesis futura claramente inspirada en el proceso que tuvo que enfrentar Mark Zuckerberg en 2018.
La catarata de producciones de este tipo no termina acá: ya está anunciada una ficción que recreará el derrotero de The Pirate Bay, con sus creadores nórdicos (Gottfrid Svartholm, Fredrik Neij y Peter Sunde) como protagonistas.
Igual que Zuckerberg, Ek (encarnado por Edvin Endre, el príncipe Erlendur de Vikingos) tiene el perfil del visionario, obsesivo, carismático y por lo general resentido con los que no creyeron en él cuando nadie imaginaba que podía evolucionar en el multimillonario que es hoy. En 2004 Ek trabajaba como programador y sentía que progresaba, pero un desaire de Google lo decidió a dejar la vida de empleado para intentar proyectarse como emprendedor. Su punto de vista sobre la historia de Spotify es obviamente muy importante en la trama de The Playlist, pero la novedad es que no es el único que refleja la serie.
Cada capítulo sintetiza una mirada diferente, de hecho: la perspectiva de Ek, que es la que abre el fuego; la de Per Sundin, ejecutivo de Sony Music que simboliza las ambiciones de la industria; la de la hábil abogada encargada de negociar los derechos con los autores; la del principal responsable tecnológico de Spotify, la de Martin Lorentzon, un millonario extravagante que financió el proyecto y fue uno de los artífices principales de su lanzamiento oficial en 2008; y por último la de una artista que fue compañera de colegio de Ek y se convierte en una de sus peores enemigas, desilusionada por el modelo monopólico que impuso Spotify.
Ese esquema “democrático” en la narrativa de la serie es útil para tener un panorama más o menos completo del desarrollo histórico de esta plataforma que hoy marca el ritmo de la industria musical. Lo que se cuenta es una misma historia, pero bajo diferentes prismas. Tiene un tono didáctico que es muy común en las producciones que las plataformas de streaming planifican como potenciales éxitos y trabaja siempre con datos que son públicos, por lo menos en los asuntos más decisivos. No se tejen demasiadas especulaciones sobre una historia privada que seguramente debió tener tener algunos pormenores interesantes y cuyos detalles solo conocen los verdaderos protagonistas.
Este abordaje un poco timorato es una debilidad notoria de The Playlist, más cerca del mandato de la “crónica equilibrada” que del incisivo estudio de un personaje complejo y contradictorio que David Fincher supo construir en La red social. Había espacio para imaginar y jugar más decididamente con la ficción -como suele hacer Todd Haynes en sus acercamientos al mundo del rock desde el cine (Velvet Goldmine, I’m Not There)-, pero primó la voluntad de equidistancia.
La elección del perfil más benevolente del casi siempre más salvaje mundo de la industria -encarnado en el ejecutivo dedicado, responsable y fiel a la empresa, también padre de familia conflictuado pero lleno de templanza y dispuesto a admitir sus errores- marca un límite claro para la serie. Porque escoger a ese personaje, cuyos estereotipos remiten a una telenovela discreta para que sea la cara de un jugador tan importante y tan voraz es, como mínimo, una ingenuidad, y en el peor de los casos, una estafa. Sobre todo cuando, sobre el final de The Playlist, el rompecabezas de la trama empieza a ordenarse y a funcionar como un recordatorio de la mutación de aquel cimbronazo que en algún momento pareció poner en jaque a las discográficas y generó tanta discusión social en todo el mundo en apenas un disgusto pasajero para esas compañías.
Los grandes sellos se quedan hoy con más del 70% de los ingresos que genera Spotify, en contrapartida con los escasos beneficios que perciben los artistas, paradójicamente quienes producen la materia prima fundamental con la que opera esa rockola infinita. La mayoría de esos músicos cobra un promedio de 12 dólares mensuales por regalías. No hay punto de vista que difiera, por más manipulación a la que se lo someta, en la constatación de esa triste realidad.
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