Netflix: Renée Zellweger sufre la trama absurda de Dilema
Dilema (What/If, Estados Unidos, 2019). Creador: Mike Kelley. Elenco: Renée Zelweger, Jane Levy, Blake Jenner, Samantha Marie Ware, Keith Powers, Juan Castano, Dave Annable, Saamer Usmany. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: mala.
Es difícil imaginar qué impulsó a Renée Zellweger a aceptar el personaje de Anne Montgomery en Dilema, más allá de la oferta económica de Netflix . Hacía tiempo que su presencia se había tornado remota, como parte de un pasado extrañamente lejano. Sus últimas apariciones en cine se reducían a los estertores de la saga de Bridget Jones y a algunas incursiones en películas menores como Blue Night (2018). Sin embargo, su llegada al streaming parecía precedida por la merecida expectativa para quien fuera ganadora de un Oscar y varios Globos de Oro y en un momento se consagró como una de esas estrellas coyunturales que tanto le gustan a Hollywood. Pero este regreso tiene el peor de los sinsabores: el del ridículo.
No hay nada que la nueva creación de Mike Kelley (Revenge) haga bien, ni el guiño nostálgico a los neonoirs de los 90, ni el halo trash de esa ficciones berretas que logran dar la vuelta en su gesto de autoconciencia, ni el morbo del erotismo anacrónico, signado por el cambio de los tiempos y la ambición de cierta incorrección política. Nada de eso; acá todo es absurdo y mal actuado, con un guion plagado de vericuetos inverosímiles e historias deslucidas, sin más que el juego con la famosa "propuesta indecente" de Robert Redford convertida en un relato moral para los cínicos tiempos que corren. La torpeza de la puesta en escena –incluso en episodios dirigidos por un veterano como Phillip Noyce– hace que la estética videoclipera de Adrian Lyne se convierta en subversiva.
Dilema tiene las ambiciones de toda ficción de antología, delineando cada temporada como la recreación de un "dilema" que simboliza al nuevo milenio. Aquí, Anne Montgomery es una avezada inversora, autora de bestsellers sobre cómo conseguir lo que se quiere a cualquier precio, remedo de femme fatale aficionada a la arquería y con serias cuentas con su pasado. Ese extraño personaje podría haber tenido un humor insidioso en lugar de la desesperante solemnidad que define cada una de sus frases de manual de autoayuda. Y su relación con la inocente parejita que es tentada por el dinero, y seducida en sus lealtades, podría haber estado marcada por tensiones y ambigüedades en lugar de ridículas coincidencias y explícitos lugares comunes.
La sensación de que Renée Zellweger batalla en cada escena con un guion aciago y un elenco limitado no puede ser más clara. Mike Kelley aspirar de manera tan esforzada a convertir esta apuesta en una ingeniosa deconstrucción de los thrillers de los 90, en un ejercicio de extraña nostalgia, que resulta frustrante asistir a los sucesivos desatinos. Lo que queda para el espectador es una dolorosa sensación de perplejidad.
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