Netflix: Ragnarok sueña con el fin del mundo pero choca con los clichés de la secundaria
Ragnarok (Noruega-Dinamarca/2020). Creador: Adam Price. Elenco: David Stakston, Jonas Strand Gravli, Theresa Frogstad Eggesbo y Emma Bones. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: regular.
Esta es la nueva serie de Adam Price (Borgen, Algo en que creer), quien no solo es uno de los más exitosos showrunners de Dinamarca sino también, insólitamente, el chef televisivo más famoso de su país. Como indica su título, Ragnarok es un relato sobre la batalla del fin del mundo según la mitología nórdica: los dioses de Asgard contra gigantes de fuerza sobrehumana. Al mismo tiempo, es una serie para adolescentes sobre los padecimientos de la escuela secundaria, las identidades sexuales, el bullying y otros problemas actuales como el cambio climático.
Su modelo es Dioses americanos, la novela de Neil Gaiman (luego convertida en serie por Amazon Prime Video) sobre deidades ancestrales que viven camufladas entre los humanos. Aquí, el panteón nórdico está repartido entre los habitantes del paradisíaco ("valhallesco" sería más apropiado) y ficticio pueblo de Edda, en las montañas de Noruega. A este lugar llegan una madre y dos hijos para recomenzar su vida. Enseguida se cruzan con un anciano tuerto (que debe ser Odín) y su mujer (¿la diosa Frigg?) quien roza la cabellera rubia del hijo mayor y parece despertar algo en él. Este adolescente, llamado Magne, aún no lo sabe pero es el dios Thor y su hermano Laurits, entonces, debe ser Loki. El pueblo está bajo el control de otra familia, los Jotul, industriales millonarios muy desagradables ("jotun" es el nombre de los gigantes enemigos de los dioses).
Todo está bastante claro: la narrativa acompaña a Magne en el descubrimiento de su identidad ("Ha comenzado a transitar el camino del héroe", dice Frigg), mientras se dirige hacia la batalla final. Como corresponde al género, abundan los tropos característicos del cuento popular (el héroe recibe un objeto mágico, el antagonista daña a la familia del héroe, etc.) El tono realista elegido para contar las relaciones choca con este núcleo fantástico: se hace extraño que un adolescente que empieza a descubrir que tiene habilidades sobrehumanas se tome su tiempo (media serie) para preguntarse qué le está sucediendo.
Es el problema recurrente de la televisión actual, que tiene que estirar por toda una temporada un conflicto que no pasa de largometraje. Otra consecuencia de lo mismo es que Ragnarok construye el inevitable enfrentamiento por seis episodios pero cuando ese momento llega, resulta decepcionante y anticlimático: en lugar de un final, nos deja un cliffhanger para una eventual segunda temporada. Claramente, éste no es el plato fuerte en la carrera de su creador.
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